TESTAMENTO DEL
GENERAL MANUEL BELGRANO
GENERAL MANUEL BELGRANO
AL CONMEMORARSE EL BICENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE ESTE ILUSTRE PADRE DE LA PATRIA, CREADOR DE LA BANDERA ARGENTINA
En Buenos
Aires, el 25 de mayo de 1820,
ya viendo
cercana su muerte (20 de junio de 1820),
el general
Manuel Belgrano
a los 49 años
de edad y abandonado de todos,
firmó su
testamento.
Este es el
texto del mismo:
En el nombre de Dios y
con su santa gracia, Amén.
Sea notorio como yo, Don Manuel
Belgrano, natural de esta Ciudad, Brigadier de los Ejércitos de las Provincias
Unidas de Sud América, hijo legítimo de Don Domingo Belgrano y Peri, y Doña
María Josefa González, difuntos: estando enfermo de la enfermedad que Dios
Nuestro Señor se ha servido darme, pero por su infinita misericordia en mi sano
y entero juicio, temeroso de la infalible muerte a toda criatura e
incertidumbre de su hora, para que no me asalte sin tener arregladas las cosas
concernientes al descargo de mi conciencia y bien de mi alma, he dispuesto
ordenar este mi testamento.
Creyendo ante todas las cosas como
firmemente creo en el alto misterio de la Santísima Trinidad, Padre Hijo y
Espíritu Santo, tres personas distintas, y un solo Dios verdadero, y en todos
los demás misterios y Sacramentos que tiene, cree y enseña nuestra Santa Madre
Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya verdadera fe y creencia he vivido
y protesto vivir y morir como Católico y fiel Cristiano que soy, tomando por mi
intercesora y abogada a la Serenísima Reina de los Ángeles María Santísima,
madre de Dios y Señora nuestra, a su amante Esposo el Señor San José, al Ángel
de mi Guarda Santo de mi nombre y devoción, y demás de la Corte Celestial, bajo
de cuya protección y divino auxilio otorgo mi testamento en la forma siguiente:
1° Primeramente encomiendo mi alma a Dios
Nuestro Señor, que la creó de la nada, y el cuerpo mando a la tierra de que fue
formado, y cuando su Divina Majestad se digne llevar mi alma de la presente
vida a la eterna, ordeno que dicho mi cuerpo, amortajado con el hábito del
Patriarca de Santo Domingo, sea sepultado en el Panteón que mi casa tiene en
dicho Convento, dejando la forma del entierro, sufragios y demás funerales a
disposición de mi albacea.
2° Ítem, ordeno se dé a las mandas forzosas y
acostumbradas a dos reales con las que separo mis bienes.
3° Ítem, declaro: que soy de estado soltero,
y que no tengo ascendiente ni descendiente.
4° Ítem, declaro: que debo a Don Manuel de
Aguirre, vecino de esta ciudad, dieciocho onzas de oro sellado, y al Estado
seiscientos pesos, que se compensará en el ajuste de mi cuenta de sueldos, y de
veinticuatro onzas que ordeno se cobre por mi albacea, y preste en el Paraguay
al Dr. Don Vicente Anastasio de Echeverría, para la compra de una mulata.
Cuarenta onzas de que me es deudor el brigadier Don Cornelio Saavedra, por una
sillería que le presté cuando lo hicieron Director. Dieciséis onzas que suplí
para la Fiesta del Agrifoni en el Fuerte, y otras varias datas; tres mil pesos
que me debe mi sobrino Don Julián Espinosa por varios suplementos que le he
hecho.
5° Para guardar, cumplir y ejecutar este mi
testamento, nombró por mi albacea a mi legítimo hermano el Dr. Don Domingo Estanislao
Belgrano, Dignidad de Chantre de la Santa Iglesia Catedral, al cual respecto a
que no tengo heredero ninguno forzoso ascendiente ni descendiente, le instituyo
y nombro de todas mis acciones y Derechos presentes y futuros.
Por el presente revoco y anulo todos los
demás testamentos, codicilos, poderes para testar, memorias, u otra
cualesquiera otra disposición testamentaria que antes de ésta haya hecho u
otorgado por escrito, de palabra, o en otra forma para que nada valga, ni haga
fe en juicio, ni fuera de él excepto este testamento en que declaro ser en todo
cumplida mi última voluntad en la vía y forma que más haya lugar en Derecho.
En cuyo testimonio lo otorgo así ante el
infrascrito Escribano Público del número de esta Ciudad de la Santísima Trinidad,
puerto de Santa María de Buenos Aires, a veinte y cinco de mayo de mil
ochocientos veinte.
Y el otorgante a quien yo dicho Escribano doy
fe conozco, y de hallarse al parecer en su sano y cabal juicio, según su
concertado razonar, así lo otorgo y firmo, siendo testigos llamados y rogados
Don José Ramón Mila de la Roca, Don Juan Pablo Sáenz Valiente, y Don Manuel
Díaz, vecinos.
Manuel Belgrano
Narciso de Iranzuaga
Escribano Público
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