17 de junio de 2020

UN PRÓCER ARGENTINO CREYENTE


TESTAMENTO DEL 
GENERAL MANUEL BELGRANO


AL CONMEMORARSE EL BICENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE ESTE ILUSTRE PADRE DE LA PATRIA, CREADOR DE LA BANDERA ARGENTINA

En Buenos Aires, el 25 de mayo de 1820,
ya viendo cercana su muerte (20 de junio de 1820),
el general Manuel Belgrano
a los 49 años de edad y abandonado de todos,
firmó su testamento.

Este es el texto del mismo:


En el nombre de Dios y con su santa gracia, Amén.

Sea notorio como yo, Don Manuel Belgrano, natural de esta Ciudad, Brigadier de los Ejércitos de las Provincias Unidas de Sud América, hijo legítimo de Don Domingo Belgrano y Peri, y Doña María Josefa González, difuntos: estando enfermo de la enfermedad que Dios Nuestro Señor se ha servido darme, pero por su infinita misericordia en mi sano y entero juicio, temeroso de la infalible muerte a toda criatura e incertidumbre de su hora, para que no me asalte sin tener arregladas las cosas concernientes al descargo de mi conciencia y bien de mi alma, he dispuesto ordenar este mi testamento.

Creyendo ante todas las cosas como firmemente creo en el alto misterio de la Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas, y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios y Sacramentos que tiene, cree y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya verdadera fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como Católico y fiel Cristiano que soy, tomando por mi intercesora y abogada a la Serenísima Reina de los Ángeles María Santísima, madre de Dios y Señora nuestra, a su amante Esposo el Señor San José, al Ángel de mi Guarda Santo de mi nombre y devoción, y demás de la Corte Celestial, bajo de cuya protección y divino auxilio otorgo mi testamento en la forma siguiente:

1° Primeramente encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor, que la creó de la nada, y el cuerpo mando a la tierra de que fue formado, y cuando su Divina Majestad se digne llevar mi alma de la presente vida a la eterna, ordeno que dicho mi cuerpo, amortajado con el hábito del Patriarca de Santo Domingo, sea sepultado en el Panteón que mi casa tiene en dicho Convento, dejando la forma del entierro, sufragios y demás funerales a disposición de mi albacea.

2° Ítem, ordeno se dé a las mandas forzosas y acostumbradas a dos reales con las que separo mis bienes.

3° Ítem, declaro: que soy de estado soltero, y que no tengo ascendiente ni descendiente.

4° Ítem, declaro: que debo a Don Manuel de Aguirre, vecino de esta ciudad, dieciocho onzas de oro sellado, y al Estado seiscientos pesos, que se compensará en el ajuste de mi cuenta de sueldos, y de veinticuatro onzas que ordeno se cobre por mi albacea, y preste en el Paraguay al Dr. Don Vicente Anastasio de Echeverría, para la compra de una mulata. Cuarenta onzas de que me es deudor el brigadier Don Cornelio Saavedra, por una sillería que le presté cuando lo hicieron Director. Dieciséis onzas que suplí para la Fiesta del Agrifoni en el Fuerte, y otras varias datas; tres mil pesos que me debe mi sobrino Don Julián Espinosa por varios suplementos que le he hecho.

5° Para guardar, cumplir y ejecutar este mi testamento, nombró por mi albacea a mi legítimo hermano el Dr. Don Domingo Estanislao Belgrano, Dignidad de Chantre de la Santa Iglesia Catedral, al cual respecto a que no tengo heredero ninguno forzoso ascendiente ni descendiente, le instituyo y nombro de todas mis acciones y Derechos presentes y futuros.

Por el presente revoco y anulo todos los demás testamentos, codicilos, poderes para testar, memorias, u otra cualesquiera otra disposición testamentaria que antes de ésta haya hecho u otorgado por escrito, de palabra, o en otra forma para que nada valga, ni haga fe en juicio, ni fuera de él excepto este testamento en que declaro ser en todo cumplida mi última voluntad en la vía y forma que más haya lugar en Derecho.

En cuyo testimonio lo otorgo así ante el infrascrito Escribano Público del número de esta Ciudad de la Santísima Trinidad, puerto de Santa María de Buenos Aires, a veinte y cinco de mayo de mil ochocientos veinte.

Y el otorgante a quien yo dicho Escribano doy fe conozco, y de hallarse al parecer en su sano y cabal juicio, según su concertado razonar, así lo otorgo y firmo, siendo testigos llamados y rogados Don José Ramón Mila de la Roca, Don Juan Pablo Sáenz Valiente, y Don Manuel Díaz, vecinos.

Manuel Belgrano

Narciso de Iranzuaga
Escribano Público





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