EN LA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Pocos días antes de Pentecostés, en la culminación del tiempo pascual, la Iglesia celebra la Ascensión del Señor.
Y nos invita a elevar nuestra mirada hacia lo Alto.
Para recordar esta meta, en cada Misa al comenzar la Liturgia de la Eucaristía, el sacerdote exclama: “SURSUM CORDA!” (¡Elevemos nuestros corazones!) y se responde: “HABEMUS AD DOMINUM!” (¡Los tenemos levantado hacia el Señor!)
La Misa es un pregustar el cielo, y con estas palabras la fe nos recuerda que es necesario elevar la mirada espiritual, y no arraigarnos a las cosas de este mundo transitorio.
El sexto artículo
del Credo profesa esta verdad de fe:
“Et ascendit in
caelum, sedet ad dexteram Patris”
(“Y ascendió al
Cielo y está sentado a la derecha del Padre”)
Dos breves textos de la espiritualidad clásica católica de oriente y
occidente lo dicen con poesía:
“¿Quién es ése que asciende?
El mismo que descendió”.
(San Agustín).
“Descendiste del cielo
como rocío vivificante.
Has traído el perdón
y el desierto floreció.
Subes al Cielo
como incienso perfumado:
llévanos tras de Ti
a los que te aclamamos”.
(San Efrén).
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