16 de julio de 2021

PERSEVERAR EN "SUBIR A LA CUMBRE DEL MONTE CARMELO"

LA NUBECILLA DEL MONTE CARMELO

"Veo una pequeña nube

como la palma de la mano

que sube del mar".

(1 Re 18, 44)

"Lo que me asombra -dice Dios- es la esperanza,

y no salgo de mi asombro.

Esta pequeña esperanza que parece una cosita de nada,

esta pequeña niña esperanza,

inmortal”.

(Charles Péguy)



El Monte Carmelo, cerca de Haifa y del mar Mediterráneo.


Ante la tremenda sequía que asolaba a su pueblo, Elías va a orar intensamente en el monte Carmelo hasta arrancarle a Dios la lluvia.

Es maravilloso comprobar el misterio de un Dios que hace milagros con el poder de la súplica, y también por el tipo de milagro.

La sequía es una imagen muy fuerte en toda la Escritura que alude como ninguna a nuestra experiencia interior de sed...

Pocas imágenes cósmicas muestran con tanta transparencia nuestra experiencia de seres carenciados, de indigencia ontológica, de una vida que nos es dada pero necesita ser regada, ser vivificada de lo Alto...

La sequía es como una vaga experiencia sorda, muda, que a veces ni siquiera sabemos identificar del todo, de insatisfacción, de infelicidad... Sed de Dios.

Todo el pueblo de Israel estaba seco y el profeta subió a la montaña del Carmelo, se arrodilló y suplicó y suplicó... Siete veces (el número pleno) mandó a su ayudante a que subiera a la cumbre y fuera a ver si venía la lluvia...

Pedir y esperar, aguardar, insistir en la súplica, confiar con ansia y tener la certeza de que Dios podrá hacer el milagro, con la humildad de saber que no sabemos cuándo ni cómo nos lo va a dar...

La humildad de seguir yendo a verificar y con ojos bien abiertos, para poder ver el milagro realizado según su voluntad...

Con la grandeza espiritual de la confianza en que el milagro sea en modo distinto al que pedimos, pero con la certeza de saber que estamos pidiendo el bien: agua para un pueblo sediento.

Tenemos que seguir yendo a la cumbre a testear, tenemos que insistir en corroborar y saber que puede responder sin la literalidad con que pedimos. Qué importante es la certeza... Dios lo realiza, lo cumple, a su modo y en sus tiempos.

Perseverar en subir a la cumbre del Carmelo a otear el horizonte, a ver la súplica cumplida.

¿Y qué es lo que ve el ayudante de Elías? Una nubecilla del tamaño de una palma de la mano.

Se nos pide la sutileza de advertir que Dios actúa en procesos muy paulatinos y se manifiesta en signos muy pequeños como lo insignificante de una nubecilla...

¡Qué ojo el de Elías! para ver en ese signo tan pequeño -aquietando el corazón- constatar el milagro... 

Desde la lluvia torrencial que se lanzó sobre todo Israel, hasta el milagro cumplido, fueron minutos o décadas, no importa... Importa que. en nuestra vida, tenemos que tener ojo para ver lo que pedimos en los pequeños signos y vislumbrar cómo Dios nos cumple en procesos...

La pequeña Esperanza, esa nubecilla de nada, va a concluir en una tormenta de lluvia que devuelve la vida a Israel.

Sublime imagen que la tradición cristiana asoció a la Virgen del Monte Carmelo, nuestra Estrella del Mar que nos guía a los náufragos en el mar de la vida, Viña santa, Jardín sellado, Madre de la Oración incesante, Esperanza nuestra...

¿Quién podría ser esa nubecilla sino La que anunciaba una lluvia de Agua Viva sobre nuestro corazón yermo…?

Desde los orígenes del Carmelo esta lectura ha sido interpretada simbólicamente en clave mariana para expresar el misterio de la Madre del Señor. Ella, la pequeña "sierva del Señor" (Lc 1,38), pequeña y fecunda como la nubecilla del Carmelo, con su fe y su disponibilidad al proyecto salvador de Dios ha representado para la humanidad un nuevo inicio en la historia de la salvación.

En ella, la pequeña elegida desde siempre por Dios, se ha escondido el Verbo eterno para dar la vida al mundo.

María es un sacramento de la bendición divina y un pequeño signo de Dios, que en ella "ha hecho grandes cosas" (Lc 1,49), torrentes de gracia.

Pequeña y fecunda María, nubecita del Carmelo subiendo desde el hontanar marino del alma, llueve, nubecita, llueve la Luz de tu Divino Hijo sobre nuestro huerto sediento que clama…

 

(tomado del blog NUBE ATÓNITA)


REGINA MONTIS CARMELI

Ora pro nobis!



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