12 de agosto de 2024

LA SAGRADA LITURGIA Y LA CRISIS DE LA IGLESIA

 

DOS ESPACIOS ESENCIALES PARA REVERTIR

LA CRISIS DE LA IGLESIA


“La verdadera renovación de la Liturgia es una condición fundamental para la renovación de la Iglesia" (Benedicto XVI).

 

"La existencia de la Iglesia vive de la correcta celebración de la liturgia. La causa más profunda de la crisis que ha derruido a la Iglesia reside en el oscurecimiento de la prioridad de Dios en la Liturgia" (BXVI).




 

Cuiden cada vez más la sagrada Liturgia, coloquen a Dios en el centro, que vuelvan a pedir a Jesucristo que nos enseñe a rezar. Hemos desacralizado la celebración eucarística. Hemos transformado nuestras celebraciones eucarísticas en un espectáculo folclórico, en un evento social, en un entretenimiento, en un diálogo insípido entre el sacerdote y la asamblea cristiana.

 

¿Sigue quedando espacio para el Altísimo en nuestras liturgias? ¿Podemos seguir haciendo en ellas la experiencia de Dios?

 

Reflexionemos unos instantes sobre la participación activa de María y de san Juan en el Gólgota. Estaban ahí, dejándose empapar, impregnar y forjar por el misterio de la Cruz.

 

Hay otro espacio: los monasterios.

 

La renovación vendrá de los monasterios. En los monasterios se experimenta la prioridad concedida a la contemplación de Dios. Son oasis de belleza, de sencillez, de humildad y de alegría. Es posible poner a Dios en el centro. "Una sola cosa es necesaria".

 

La contemplación es el corazón del cristianismo. Toda su existencia es litúrgica, se alimenta de la fe y del oficio divino, y arde con el amor y la zarza ardiente de la presencia divina. 

 

En los monasterios se hace la experiencia de la Iglesia primitiva, todo en común. Hoy la crisis de la Iglesia se manifiesta en el desmigajamiento, en los desgarros que genera el espíritu partidista. Cristo no ha fundado una Iglesia con tanta discordancia de voces.

 

La vida de los monasterios nos permite vivir la experiencia de una unidad recobrada. La primacía de Dios a través de la belleza de la liturgia, el silencio, la caridad y la comunidad de bienes.

 

Nuestras comunidades deben convertirse en oasis donde poder vivir la experiencia de la verdadera naturaleza de la Iglesia.

 

(Card. Robert Sarah, “Se hace tarde y anochece”)

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