UNA RELIGIÓN DE BAJA INTENSIDAD
(Low intensity religion)
Comentario a una
conferencia del sociólogo italiano Luca Diotallevi,
asesor de la
Conferencia Episcopal Italiana
Autor: Padre Santiago MARTÍN
He leído una
conferencia sobre la situación de la Iglesia y una explicación acerca del porqué
de la crisis que vivimos, que me ha dado mucha luz. He aquí el resumen y luego
haré mi propio comentario al mismo.
El autor es
Luca Diotallevi, que enseña sociología en la Universidad "Roma Tres"
y es desde hace años el sociólogo de referencia de la Conferencia Episcopal
italiana. El pasado 12 de noviembre ha presentado una ponencia en la asamblea
general de dicha Conferencia, reunida en Asís, con el título: "Las transformaciones en curso en el clero católico. Una
contribución sociológica para la situación italiana".
Entre otras
cosas, Diotallevi afirmó: "No
estamos en este momento en un declive de la religión y de laicización, sino por
el contrario en un momento de "boom religioso". Este "boom" se está
construyendo sobre la crisis del cristianismo confesionalizado que se ha
afirmado a partir del siglo XVII como elemento de apoyo del primado de la
política sobre la sociedad, en forma de Estado".
"La gran ventaja de esta opción consiste en
el hecho de conceder al consumidor religioso una infinita capacidad de elección
y de recombinación entre los bienes y servicios puestos en el mercado por los
más diversos actores de la oferta religiosa", añade
Diotallevi. A esta nueva religiosidad que está teniendo gran éxito, él la llama "low intensity
religion" (religión de baja intensidad).
"La religión de baja intensidad -sigue
diciendo- ofrece muchas oportunidades también a las autoridades religiosas. Si
éstas saben reducir sus pretensiones normativas, tendrán un futuro espléndido y
un discreto liderazgo como líderes religiosos. En esta competición, los nuevos
protagonistas de la oferta religiosa -desde los pentecostales y carismáticos a
la New Age- tienen buenas cartas para jugar: una extrema flexibilidad y una
gran indulgencia que valora la expresividad.".
"Pero también -continúa el sociólogo
italiano- los líderes religiosos tradicionales tienen muchas posibilidades.
Siempre con la condición de liberarse de los 'viejos' escrúpulos de la
ortodoxia y de la ortopraxis, con la condición de aceptar tener menos
relevancia para tener más visibilidad. Incluso en el catolicismo muchos líderes
religiosos han adoptado y están adoptando las formas de una religión de baja
intensidad".
"No es casualidad que en esta situación el
sacramento del matrimonio se convierta para la Iglesia católica en un problema.
Es literalmente inconcebible, desde la perspectiva de la religión de baja
intensidad, la cual en cambio reserva una atención grande pero genérica al
bienestar de la familia".
"Considerar atentamente los rasgos del
"boom" religioso en curso es indispensable para comprender el
significado de procesos y de crisis como los que afectan al clero católico. En
buena medida, estos procesos y crisis son expresión del intento de asimilar el
catolicismo a una religión de baja intensidad".
"Hace falta mucha lucidez -concluye
Diotallevi- para abstenerse de recurrir a soluciones que hoy son populares. Por
ejemplo, como la de renunciar a la ordenación sacerdotal limitada a hombres
célibes. Las tradiciones cristianas que ordenan hombres casados e incluso
mujeres, y que por lo tanto disponen de mayor cantidad de clero, se encuentran
exactamente ante los mismos problemas y con frecuencia éstos son incluso más
agudos".
Hasta aquí el
resumen de la conferencia de Diotallevi.
Habrá quien
esté de acuerdo con su diagnóstico y quién no.
Personalmente
coincido con él plenamente. Lo que se está dirimiendo a nivel mundial desde
hace décadas es la posibilidad de subsistencia de la religión. Los poderes del mundo la aceptan
siempre y cuando no incomode a sus planes y para ello la exigen que entre de
lleno en la vía del relativismo y que -como dice Diotallevi- se convierta en
una religión de "baja intensidad". Si lo hace, le aseguran un
gran éxito y a sus líderes una gran popularidad. Si no lo hacen, de momento
habrá crisis y pérdida de miembros y después, posiblemente, persecución.
Renunciar a la ortodoxia -fidelidad al dogma- y a
la ortopraxis -pastoral y moral consecuentes con ese dogma- es la condición que
se nos pone a los católicos para recibir el aplauso del mundo.
O eso o la pérdida de presencia y la crítica feroz a nuestros líderes, es decir
a los obispos y al Papa.
No puedo
evitar pensar en las tentaciones de Jesús en el desierto. En aquella en la que
el demonio le ofrece el mundo entero si se postra ante él y le adora. Jesús la
rechaza y dice que sólo a Dios hay que adorar. Después de aquello, la única
opción posible para el Señor era la Cruz y ésta no tardó en llegar. Tampoco puedo
evitar pensar en la parábola del grano de mostaza, de la levadura en la masa y
de la luz en la oscuridad. El Cristo que va a ser crucificado y que lo sabe
porque se ha atrevido a rechazar al maligno, quiere preparar a los suyos no
sólo para la persecución sino también para que entiendan cuál ha de ser su
misión: levadura, luz, grano pequeño y humilde.
Benedicto XVI
lo vio así y habló muchas veces de ello. Quiso preparar a la Iglesia para que perdiera el miedo a
ser minoría e incluso a sufrir el martirio.
Ahora las
cosas son distintas. Parece que se aspira a convertir la Iglesia en una religión de baja intensidad
pero mucho más aplaudida, aunque mucho menos influyente porque no tiene nada
que decir que no sea lo que todos dicen y aplauden. Claro, a los líderes
les están dando lo que el maligno había prometido a Jesús que le daría: gran
éxito y popularidad.
No podemos ni
queremos estar con otra Iglesia más que con la de santa Iglesia fundada por Cristo,
que está siempre animada y protegida por el Espíritu Santo -esta es nuestra
mayor fuente de esperanza y de confianza-. Entre una Iglesia aplaudida porque
renuncia a sus convicciones y una Iglesia perseguida porque imita al
Crucificado, yo escojo la segunda y le pido a Dios que no me abandone si llega
la persecución para que pueda dar testimonio de Él hasta el final.
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