LA
JERARQUÍA EN LA IGLESIA
La
constitución jerárquica de la Iglesia
no nace de un ejercicio de la autoridad que viene del hombre
sino de
aquella que tiene su origen en lo sagrado.
Un breve texto magisterial del Papa
Benedicto XVI.
"Hablaré hoy sobre la misión del pastor de gobernar, de guiar, con la autoridad de Cristo, no con la propia,
a la porción del pueblo que Dios le ha encomendado.
¿Cómo comprender en la cultura contemporánea esta dimensión? ¿Qué implica el concepto de autoridad y cuál es el origen del mandato mismo del
Señor de apacentar su rebaño? ¿Qué es realmente, para nosotros los cristianos,
la autoridad?
Las experiencias culturales,
políticas e históricas del pasado reciente, sobre todo las dictaduras en Europa
del este y del oeste en el siglo XX, han hecho al hombre contemporáneo
desconfiado respecto a este concepto. Una desconfianza que, no pocas veces, se
manifiesta sosteniendo como necesario el abandono de toda autoridad que no
venga exclusivamente de los hombres y esté sometida a ellos, controlada por
ellos.
Pero precisamente la mirada sobre los regímenes que en el siglo pasado sembraron terror y muerte recuerda con fuerza que la autoridad, en todo ámbito, cuando se ejerce sin una referencia a lo trascendente, si prescinde de la autoridad suprema, que es Dios mismo, acaba inevitablemente por volverse contra el hombre.
Es importante, por tanto, reconocer que la autoridad humana nunca es un fin, sino siempre y sólo un medio, y que necesariamente, en toda época, el fin siempre es la persona, creada por Dios con su propia intangible dignidad y llamada a relacionarse con su Creador, en el camino terreno de la existencia y en la vida eterna; es una autoridad ejercida en la responsabilidad delante de Dios, del Creador.
Una autoridad entendida así, que
tenga como único objetivo servir al verdadero bien de las personas y ser
transparencia del único Sumo Bien que es Dios, no sólo no es extraña a los
hombres, sino, al contrario, es una ayuda preciosa en el camino hacia la plena
realización en Cristo, hacia la salvación.
"En las últimas décadas se ha utilizado a menudo el adjetivo «pastoral» casi en oposición al concepto de «jerárquico», al igual que, en la misma contraposición, se ha interpretado también la idea de «comunión».
Quizá éste es el punto en el que puede ser útil una breve observación sobre la palabra «jerarquía», que es la designación tradicional de la estructura de autoridad sacramental en la Iglesia, ordenada según los tres niveles del sacramento del Orden: episcopado, presbiterado y diaconado.
En la opinión pública prevalece, para esta
realidad «jerarquía», el elemento de subordinación y el elemento jurídico; por
eso, a muchos les parece que la idea de jerarquía está en contraste con la
flexibilidad y la vitalidad del sentido pastoral y que también es contraria a
la humildad del Evangelio.
Pero esto es un sentido mal entendido de la jerarquía, históricamente causado también por abusos de autoridad y por un afán de hacer carrera, que son precisamente eso, abusos, y no derivan del ser mismo de la realidad «jerarquía».
La opinión común es que «jerarquía» es siempre algo vinculado al dominio y que, de ese modo, no corresponde al verdadero sentido de la Iglesia, de la unidad en el amor de Cristo.
Comencemos con la palabra. Generalmente se dice que el significado de la palabra jerarquía sería «dominio sagrado», pero el verdadero significado no es este, es «origen sagrado», es decir: esta autoridad no viene del hombre, sino que tiene origen en lo sagrado, en el Sacramento; por tanto, somete la persona a la vocación, al misterio de Cristo; convierte al individuo en un servidor de Cristo y sólo en cuanto servidor de Cristo este puede gobernar, guiar por Cristo y con Cristo.
Por esto, quien entra en el Orden sagrado del Sacramento, en la «jerarquía», no es un autócrata, sino que entra en un vínculo nuevo de obediencia a Cristo: está vinculado a Él en comunión con los demás miembros del Orden sagrado, del sacerdocio.
Tampoco el Papa —punto de referencia de todos los demás pastores y de la comunión de la Iglesia— puede hacer lo que quiera; al contrario, el Papa es el custodio de la obediencia a Cristo, a su palabra resumida en la regula fidei, en el Credo de la Iglesia, y debe preceder en la obediencia a Cristo y a su Iglesia.
Jerarquía implica, por tanto, un triple
vínculo: ante todo, el vínculo con Cristo y el orden que el Señor dio a su
Iglesia; en segundo lugar, el vínculo con los demás pastores en la única
comunión de la Iglesia; y, por último, el vínculo con los fieles encomendados a
la persona, en el orden de la Iglesia".
Benedicto XVI
Audiencia general del 26 de mayo de 2010.
Para leer el texto completo de esta catequesis
este es el enlace:
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