Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

31 de julio de 2020

LA CONSIGNA JESUÍTICA

EN EL DÍA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA


Solamente recordando el axioma principal 
del fundador de la Compañía de Jesús

A.M.D.G

AD MAIOREM DEI GLORIAM




29 de julio de 2020

LA ESENCIA DE ESPAÑA


Quieren hacer una España que ya no sería España: 
sin raíces, sin Historia, sin Tradición, sin alma

Homilía en la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos.
Fray Santiago Cantera OSB prior del Monasterio homónimo
En la Solemnidad de Santiago Apóstol, 25-julio-2020



Si observáis la cúpula de esta Basílica y os fijáis en el mosaico de más de cinco millones de teselas del catalán Santiago Padrós (considerado el mejor mosaiquista español del siglo XX) podréis ver cómo en la primera línea de los santos españoles, situados a la derecha del Pantocrátor, destaca ante todo la figura del Apóstol Santiago vestido de peregrino, por debajo del cual se encuentra a San Isidoro de Sevilla con sus dos santos hermanos obispos Leandro y Fulgencio y su hermana Santa Florentina; y, por debajo de este grupo familiar, con el torso desnudo en actitud penitente como ermitaño, veréis a San Millán de la Cogolla, también de la época visigótica.


Casualidad o no –más bien seguramente no, pues Padrós no hacía las cosas al azar– aparecen así representados los tres santos que en la Edad Media fueron invocados como Patronos de España: Santiago, San Isidoro –especialmente también como patrono del reino de León– y San Millán –patrono de forma singular del condado y luego reino de Castilla–.

v De San Isidoro, ya en la misma época visigótica, el autor de la Vida de San Fructuoso en el siglo VII decía que «con la diligencia de su vida instruyó en lo exterior a toda España».
 
v Y de San Millán, cuando Gonzalo de Berceo se admira ante su vida penitente en los montes, exclama que «¡confesor tan precioso non nació en España!» (Vida de San Millán, estrofa 63), es decir, que no había habido antes ninguno como él en toda España.

v En cuanto a Santiago, ¿cómo no recordar el precioso himno O Dei Verbum con que San Beato de Liébana, a finales del siglo VIII, lo invocó como «áurea cabeza de España, nuestro protector y patrono nacional»?

Estos tres santos, por lo tanto, fueron invocados como Patronos de España en la Edad Media. Pero, como es lógico, la relevancia del Apóstol, el desarrollo de las peregrinaciones a su sepulcro en Compostela y la promoción de su patrocinio por la Orden militar de su nombre, llevaron a la hegemonía de Santiago como Patrono principal de España. Patrocinio que, cuando algunos extranjeros quisieron cuestionar en el siglo XVII, la pluma enérgica de Francisco de Quevedo saltó a la palestra afirmando que, «como Cristo dio a otros apóstoles otras partes del mundo, le dio [a Santiago] España para que fuese su patrón y la defendiese con la mano» (Memorial por el patronato de Santiago).

Por otro lado, en el grupo de mártires españoles que está a la izquierda del Pantocrátor, encontraréis a la cabeza, en tamaño mayor como el de Santiago, a San Pablo, el otro Apóstol que, según la tradición, también vino a predicar a España, conforme a su deseo expresado en la Carta a los Romanos (Rom 15,24.28) y cuya venida confirman textos tan antiguos como la Carta a los Corintios del papa San Clemente I y el Canon de Muratori.

Pero volviendo al grupo de santos confesores españoles presidido por Santiago, en el centro podréis ver, justo debajo de San Ignacio de Loyola representado con su rostro auténtico y un libro verde que son los Ejercicios espirituales, a Santa Teresa de Jesús también con su rostro verdadero. La santa doctora mística de Ávila fue proclamada Patrona de España oficialmente en el siglo XVII, sin que haya dejado de serlo, si bien la Inmaculada Concepción acabaría ocupando el puesto de Patrona principal, como es lógico. Y a un lado de Santa Teresa, representando a San Raimundo de Fitero, el abad cisterciense fundador de la otra gran Orden militar española que es la de Calatrava, descubriréis el rostro de Miguel de Unamuno, el escritor y pensador de hondo españolismo que exclamó ese «me duele España» que hoy cada uno de nosotros hacemos nuestro.

Sí, nos duele España, entre otras muchas cosas, porque -mirando a su pasado- brilla por todas partes su historia cristiana y se descubre que la fe de Cristo ha forjado nuestra Patria, uniendo a regiones y pueblos diversos en un proyecto común, mientras que en los tiempos actuales vuelven los proyectos laicistas decimonónicos buscando borrar en ella toda huella de cristianismo para hacer una España que ya no sería España, sin raíces, sin Historia, sin Tradición, sin alma.

Pero, ¿cómo es posible comprender España sin el arte prerrománico, las catedrales románicas y góticas o los monasterios y conventos; sin el renacimiento herreriano de El Escorial o el barroco del Obradoiro; sin la pintura religiosa de El Greco, Velázquez o Zurbarán; sin la escultura de Gregorio Fernández, Pedro de Mena o Salzillo; sin la obra escrita de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz o Fray Luis de León; sin la música de Victoria o del P. Soler; sin la proyección universal adquirida por fundadores de órdenes religiosas como Santo Domingo de Guzmán o San Ignacio de Loyola; sin viajeros intrépidos para llevar el nombre de Cristo a lugares lejanos como Fray Toribio «Motolinía» o San Francisco Javier; sin figuras sublimes del pensamiento jurídico y político como el P. Francisco de Vitoria, padre del Derecho Internacional, o el P. Juan de Mariana; sin intelectuales católicos como Balmes o Donoso Cortés, cuyo pensamiento, en un siglo triste para España como el XIX, traspasó las fronteras pirenaicas hacia toda Europa?

Esa alma cristiana y católica de España -que el Papa San Juan Pablo II conoció, describió y amó- permanece viva y siempre pervivirá, aunque sea en pequeños núcleos con gran vitalidad. Al igual que su Patria polaca, la Patria hispana vive de la fe en Cristo y es tierra de María.

Por eso hoy encomendamos nuestra Patria a Santa María de España –como la invocó el rey Alfonso X el Sabio al crear en su honor y bajo su advocación una Orden militar naval (la única de la Historia)–, para que, juntamente con Santiago, conduzcan de nuevo a nuestra Patria y a todas las patrias de Europa a descubrir y recuperar su esencia cristiana.







28 de julio de 2020

UNA LUCHA ESPIRITUAL


TRES GIGANTES
DEL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
(de Miguel de Cervantes Saavedra)


Unos párrafos magníficos de esta obra de la literatura española, que rezuma sabiduría cristiana, que es de una actualidad asombrosa.
“En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración, que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.”

"Lucho contra tres gigantes, querido Sancho; estos son:

-      el MIEDO, que tiene fuerte raigambre y que se apodera de los hombres y los sujeta para que no vayan más allá del muro de lo socialmente permitido o admitido;

-   el otro es la INJUSTICIA, que subyace en el mundo disfrazada de justicia general, pero que es una justicia instaurada por unos pocos para defender mezquinos y egoístas intereses;

-      y el otro es la IGNORANCIA, que anda también vestida o disfrazada de conocimiento y que embauca a los hombres para que crean saber cuando no saben en realidad y que crean estar en lo cierto cuando no lo están. Esta ignorancia, disfrazada de conocimiento, hace mucho daño, e impide a los seres ir más allá en la línea de conocer realmente y conocerse.

Contra estos tres gigantes lucho, querido Sancho, y es buena causa, digna de encomio."




25 de julio de 2020

SANTIAGO APÓSTOL E IBEROAMERICA


TOMADO DE UN DICHO POPULAR





La Cruz de Santiago y la venera, insignias del peregrino a Compostela.


Imagen de Santiago el Mayor en el Pórtico de la Gloria de la Catedral compostelana.

Que bajo la intercesión de Santiago Apóstol
y Nuestra Señora del Pilar
Hispanoamerica arraigue en su fe católica.

24 de julio de 2020

UN SANTO EN NUESTRAS TIERRAS


SAN FRANCISCO SOLANO (1549-1610)



Este fraile franciscano nacido en Andalucía hizo un trabajo misionero excepcional desde Lima hasta el actual litoral argentino.

San Francisco Solano fue destinado por su congregación a América. Desde Tucumán salió caminando en 1591 y llegó a Santa Fe (donde ya había un convento franciscano) y hasta el Río de la Plata en 1593. En ese entonces no había caminos ni postas, ni mapas.

Impresiona imaginar a este santo predicando en nuestras costas. En ese entonces Buenos Aires había sido fundada por Garay (1580) y la pequeña aldea sólo contaba con 500 habitantes.



En la foto se puede apreciar la pintura que se exhibe en el Museo Saavedra de Buenos Aires, cuya autora es Leonie Mathis. Es una acuarela realizada en 1940 llamada "SAN FRANCISCO SOLANO PREDICA EN LA PLAZA MAYOR DE BUENOS AIRES" (lo que hoy es la plaza de Mayo, que entonces era un lodazal)



De la oración post-comunión de la Misa del Santo:

Confirma, Señor, a tus servidores en aquella fe verdadera
que san Francisco Solano difundió incansablemente
hasta el fin de su vida,
y concédenos profesarla siempre de palabra y de obra.


San Francisco Solano
¡Intercede por estas tierras en las que tú predicaste con celo ejemplar!


23 de julio de 2020

UNA DECLARACIÓN QUE NO TIENE PRENSA



DECLARACIÓN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA
ANTE EL PROTOCOLO ILE EN BUENOS AIRES

           Ante la adhesión de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires al protocolo nacional para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo, en momentos en que existe un receso de las actividades en plena pandemia de coronavirus, la Academia Nacional de Medicina ve con honda preocupación la legalización de un protocolo que atenta contra los principios consagrados por la Constitución Nacional, los tratados internacionales con los que el país está comprometido y las leyes nacionales.
La Academia Nacional de Medicina reafirma que el niño por nacer, científica y biológicamente, es un s er humano cuya existencia comenzó en el momento de la concepción. Las causales de aborto según el protocolo aprobado son interpretadas de manera arbitraria y los médicos están obligados a realizar un aborto sin una clara definición de objeción de conciencia.
Igualmente, las instituciones no pueden argumentar objeción de conciencia, es decir que tienen la obligación de realizar abortos, aunque sus estatutos lo prohíban. El documento desconoce en forma manifiesta la ética, las leyes, la religión, la patria potestad, los derechos humanos y el valor de la vida. Hipócrates, hace 25 siglos prohibió a los médicos realizar abortos; esta norma se encuentra en el juramento hipocrático que los médicos de nuestros días prometen respetar al ingresar a la profesión. Es lamentable que un cuerpo colegiado elegido por la población promulgue un texto tan controvertido, contrario a la dignidad de las personas.
La Academia Nacional de Medicina reafirma su convicción sobre la inviolabilidad de la vida humana y espera el veto de las autoridades a esta ley antihumana.
22 DE JULIO DE 2020


17 de julio de 2020

LOS SACRAMENTOS SON NECESARIOS PARA LA SALVACIÓN



LA EFICACIA DE LOS SACRAMENTOS



Siempre es bueno volver al Catecismo de la Iglesia Católica.
Allí encontramos las certezas de la fe explicadas con concisión.

La Iglesia nos enseña que los sacramentos son necesarios para la salvación, 
son la continuación de las obras salvíficas que Cristo realizó durante su vida terrena, 
por lo tanto, siempre comunican la gracia, 
siempre y cuando el rito se realice correctamente 
y el sujeto que lo va a recibir tenga las disposiciones necesarias, sin oponer resistencia.

La recepción de la gracia depende de la actitud que tenga el que lo recibe. 
Las disposiciones del que lo recibe son las que harán que se reciba mayor o menor gracia. 
La acogida que el sujeto esté dispuesto a dar a la gracia de Cristo, 
juega un papel muy importante en la eficacia y fecundidad del sacramento. 
La disposición subjetiva, es lo que se conoce como "ex opere operantis". 
Esto quiere decir “por la acción del que actúa”.

Los sacramentos son los signos eficaces de la gracia, porque actúan por el sólo hecho de realizarse, es decir, "ex opere operato" = por la obra realizada, en virtud de la Pasión de Cristo. 
Esto fue declarado por el Concilio de Trento como dogma de fe.

Ellos son la presencia misteriosa de Cristo invisible
que llega de manera visible por medio de los signos eficaces, materia y forma. 
Cristo se hace presente real y personalmente en ellos. 
Por ser un acto humano, al realizarse con gestos y palabras 
y un acto divino – realizado por Cristo, de manera invisible – 
el cristiano se transforma y se asemeja más a Dios

A continuación los números 1123 a 1130 del Catecismo. 
Clarísimos e importantes conceptos


Sacramentos de la fe

Cristo envió a sus Apóstoles para que, "en su Nombre, proclamasen a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados" (Lc 24,47). "Haced discípulos de todas las naciones,  bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19). La misión de bautizar, por tanto la misión sacramental, está implicada en la misión de evangelizar, porque el sacramento es preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es consentimiento a esta Palabra:

«El pueblo de Dios se reúne, sobre todo, por la palabra de Dios vivo [...] Necesita la predicación de la palabra para el ministerio mismo de los sacramentos. En efecto, son sacramentos de la fe que nace y se alimenta de la palabra» (PO 4).

"Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, pero, como signos, también tienen un fin instructivo. No sólo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por se llaman sacramentos de la fe" (SC 59).

La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es invitado a adherirse a ella. Cuando la Iglesia celebra los sacramentos confiesa la fe recibida de los apóstoles, de ahí el antiguo adagio: Lex orandi, lex credendi (o: Legem credendi lex statuat supplicandi). "La ley de la oración determine la ley de la fe" (Indiculus, c. 8: DS 246), según Próspero de Aquitania, (siglo V). La ley de la oración es la ley de la fe. La Iglesia cree como ora. La liturgia es un elemento constitutivo de la Tradición santa y viva (cf. DV 8).

Por eso ningún rito sacramental puede ser modificado o manipulado a voluntad del ministro o de la comunidad. Incluso la suprema autoridad de la Iglesia no puede cambiar la liturgia a su arbitrio, sino solamente en virtud del servicio de la fe y en el respeto religioso al misterio de la liturgia.
Por otra parte, puesto que los sacramentos expresan y desarrollan la comunión de fe en la Iglesia, la lex orandi es uno de los criterios esenciales del diálogo que intenta restaurar la unidad de los cristianos (cf UR 2 y 15).

Sacramentos de la salvación


Celebrados dignamente en la fe, los sacramentos confieren la gracia que significan (cf Concilio de Trento: DS 1605 y 1606).

Son eficaces porque en ellos actúa Cristo mismo; Él es quien bautiza, Él quien actúa en sus sacramentos con el fin de comunicar la gracia que el sacramento significa. El Padre escucha siempre la oración de la Iglesia de su Hijo que, en la epíclesis de cada sacramento, expresa su fe en el poder del Espíritu. Como el fuego transforma en sí todo lo que toca, así el Espíritu Santo transforma en vida divina lo que se somete a su poder.

Tal es el sentido de la siguiente afirmación de la Iglesia (cf Concilio de Trento: DS 1608): los sacramentos obran ex opere operato (según las palabras mismas del Concilio: "por el hecho mismo de que la acción es realizada"), es decir, en virtud de la obra salvífica de Cristo, realizada de una vez por todas. De ahí se sigue que "el sacramento no actúa en virtud de la justicia del hombre que lo da o que lo recibe, sino por el poder de Dios" (Santo Tomás de Aquino, S. Th., 3, q. 68, a.8, c). En consecuencia, siempre que un sacramento es celebrado conforme a la intención de la Iglesia, el poder de Cristo y de su Espíritu actúa en Él y por Él, independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos de los sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe.

La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son necesarios para la salvación (cf Concilio de Trento: DS 1604). La "gracia sacramental" es la gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento. El Espíritu cura y transforma a los que lo reciben conformándolos con el Hijo de Dios. El fruto de la vida sacramental consiste en que el Espíritu de adopción deifica (cf 2 P 1,4) a los fieles uniéndolos vitalmente al Hijo único, el Salvador.


Sacramentos de la vida eterna


La Iglesia celebra el Misterio de su Señor "hasta que Él venga" y "Dios sea todo en todos" (1 Co 11, 26; 15, 28). Desde la era apostólica, la liturgia es atraída hacia su término por el gemido del Espíritu en la Iglesia: ¡Marana tha! (1 Co 16,22). La liturgia participa así en el deseo de Jesús: "Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros [...] hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios" (Lc 22,15-16). En los sacramentos de Cristo, la Iglesia recibe ya las arras de su herencia, participa ya en la vida eterna, aunque "aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del Gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo" (Tt 2,13). "El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven! [...] ¡Ven, Señor Jesús!" (Ap 22,17.20).

Santo Tomás resume así las diferentes dimensiones del signo sacramental: 

«Unde sacramentum est signum rememorativum eius quod praecessit, scilicet passionis Christi; et desmonstrativum eius quod in nobis efficitur per Christi passionem, scilicet gratiae; et prognosticum, id est, praenuntiativum futurae gloriae» 

Traducción: 

«Por eso el sacramento:
  • es un signo que rememora lo que sucedió, es decir, la pasión de Cristo;
  • es un signo que demuestra lo que se realiza en nosotros en virtud de la pasión de Cristo, es decir, la gracia; 
  • y es un signo que anticipa, es decir, que pre-anuncia la gloria venidera») (Summa theologiae  3, q. 60, a. 3, c.


13 de julio de 2020

CUANDO LA FE ARRAIGA EN UNA CULTURA


SAN ENRIQUE
(973-1024)


Tumbas de San Enrique y su esposa Santa Cumegunda, Catedral de Bamberg, Alemana.


Hoy la Iglesia memora a quien fuera rey de Alemania y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

En Roma, en 1014, fue coronado emperador de Occidente.. Con su esposa Cunegunda vivió una vida casi monástica como oblato benedictino. Sin descuidar sus obligaciones temporales, trabajó intensamente por la reforma de la Iglesia en Germania e Italia.

En 1014 con motivo de su coronación como emperador en Roma, solicitó al papa Benedicto VIII la recitación del Credo con la inclusión del Filioque, que era la fórmula popularmente aceptada en sus territorios francos y germanos. El Papa accedió a su petición, con lo que por primera vez en la historia el “Filioque” se usó en Roma, un hecho de gran trascendencia para la Iglesia universal.

En la imponente Catedral de Bamberg en Alemania, mandada erigir por este santo en el año 1004 está enterrado junto a su esposa, la reina Santa Cunegunda. Este templo dedicado a los Santos Pedro y Pablo y Jorge, es uno de los monumentos religiosos más importantes de Alemania, y su diseño muestra la transición del románico al gótico.

Seguramente el arquitecto de la Basílica porteña del Espíritu Santo, el padre Beckert (1864-1927, que nació a 100 km de Bamberg), se inspiró en este templo catedralicio alemán, emblema singular de la religiosidad católica de Baviera.

Se puede corroborar lo dicho con las imágenes de abajo.

  

Catedral de Bamberg, Alemania (1004-1012)


Basílica del Espíritu Santo, Buenos Aires (1901-1907)



10 de julio de 2020

EL CANTO Y LA MÚSICA LITÚRGICA HOY


EL CANTO Y LA MÚSICA LITÚRGICA: 
ANUNCIO DE LA VERDAD Y LA BELLEZA DE DIOS, 
QUE SE CELEBRA EN EL CULTO DIVINO.



El sacerdote y jurista italiano, Don Guido Marini, Responsable de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y de la Capilla Musical Pontificia de la Santa Sede, dirige un breve mensaje en italiano a un proyecto de capacitación en la Música Litúrgica en la India.

Impecable en su concisión y en sus diáfanos conceptos, acerca de la dimensión fundamental de la Música y el Canto Litúrgico, tan bastardeado en estos tiempos.

Se puede escuchar en este enlace:

https://youtu.be/ZLwZGxVDRYU




6 de julio de 2020

LOS JÓVENES, CENTINELAS DE UNA RADIANTE MAÑANA


Santa María Goretti
(1890-1902)

Su historia es muy conocida.
Aquí algunos párrafos del Mensaje que escribiera San Juan Pablo II en el centenario de la muerte de esta santa canonizada en 1950 por Pio XII.
Son palabras de una impresionante actualidad, a pesar de haber sido escritas hace 18 años (6 de julio de 2002):


LOS JÓVENES, CENTINELAS DE UNA RADIANTE MAÑANA




“María Goretti, nacida en Corinaldo, en Las Marcas, el 16 de octubre de 1890, tuvo que emprender muy pronto, junto con su familia, el camino de la emigración, llegando, tras varias etapas, a Le Ferriere de Conca, en el Agro pontino.

A pesar de las dificultades de la pobreza, que no le permitieron ni siquiera ir a la escuela, la pequeña María vivía en un ambiente familiar sereno y unido, animado por la fe cristiana, donde los hijos se sentían acogidos como un don y eran educados por los padres en el respeto a sí mismos y a los demás, así como en el sentido del deber cumplido por amor a Dios. Esto permitió a la niña crecer de modo sereno, cultivando una fe sencilla, pero profunda. La Iglesia ha reconocido siempre a la familia la función de lugar primero y fundamental de santificación para cuantos forman parte de ella, comenzando por los hijos.

En ese ambiente familiar, María asimiló una sólida confianza en el amor providente de Dios, confianza que se manifestó particularmente en el momento de la muerte de su padre, a causa de la malaria. "¡Ánimo, mamá, Dios nos ayudará!", dijo la niña en aquellos momentos difíciles, reaccionando con fuerza al grave vacío producido en ella por la muerte de su padre.

En la homilía para su canonización, el Papa Pío XII, de venerada memoria, definió a María Goretti como "la pequeña y dulce mártir de la pureza" (24/6/1950), porque, a pesar de la amenaza de muerte, fue fiel al mandamiento de Dios.

¡Qué luminoso ejemplo para la juventud! A la mentalidad de apatía, que impregna a gran parte de la sociedad y de la cultura de nuestro tiempo, le cuesta a veces comprender la belleza y el valor de la castidad. El comportamiento de esta joven santa denota una percepción elevada y noble de su propia dignidad y de la ajena, que se reflejaba en las opciones diarias, confiriéndoles plenitud de sentido humano. ¿No es una lección de gran actualidad? Ante una cultura que sobrevalora el aspecto físico en las relaciones entre el hombre y la mujer, la Iglesia sigue defendiendo y promoviendo el valor de la sexualidad como factor que comprende todos los aspectos de la persona y que, por tanto, debe vivirse con una actitud interior de libertad y de respeto recíproco, a luz del designio originario de Dios. Desde esta perspectiva, la persona se descubre destinataria de un don y llamada a hacerse, a su vez, don para el otro.

En la carta apostólica Novo millennio ineunte afirmé que "en la visión cristiana del matrimonio, la relación entre un hombre y una mujer -relación recíproca y total, única e indisoluble- responde al proyecto originario de Dios, ofuscado en  la historia por la "dureza de corazón", pero que Cristo vino a restaurar en su esplendor originario, revelando lo que  Dios quiso "desde el principio" (cf. Mt 19, 8). Además, en el matrimonio, elevado a la dignidad de sacramento, se  expresa  el "gran misterio" del amor esponsal de Cristo a su Iglesia (cf. Ef 5, 32)" (n. 47).

Es innegable que son muchas las amenazas que se ciernen actualmente sobre la unidad y la estabilidad de la familia. Pero, afortunadamente, junto a ellas hay una renovada conciencia de los derechos de los hijos a ser educados en el amor, protegidos de todo tipo de peligros y formados para que afronten a su vez la vida con confianza y fortaleza.

Cuantos conocían a la pequeña María, el día de su funeral decían: "Ha muerto una santa". Su culto ha ido difundiéndose en todos los continentes, suscitando por doquier admiración y sed de Dios. En María Goretti resplandece el radicalismo de las opciones evangélicas, no impedido, sino más bien confirmado por los inevitables sacrificios que exige la pertenencia fiel a Cristo.

Señalo el ejemplo de esta santa especialmente a los jóvenes, que son la esperanza de la Iglesia y de la humanidad. Al aproximarse ya la XVII Jornada mundial de la juventud, deseo recordarles lo que escribí en el mensaje dirigido a ellos como preparación para este acontecimiento eclesial tan esperando:  "En el corazón de la noche podemos sentir temor e inseguridad, esperando sólo con impaciencia la llegada de la luz de la aurora. Queridos jóvenes, a vosotros os corresponde ser los centinelas de la mañana (cf. Is 21, 11-12) que anuncian la llegada del sol, que es Cristo resucitado" (n. 3:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 3 de agosto de 2001, p. 3).

Caminar tras las huellas del divino Maestro entraña siempre una decidida toma de posición por Èl. Es preciso comprometerse a seguirlo dondequiera que vaya (cf. Ap 14, 4). Sin embargo, en este camino los jóvenes saben que no están solos. Santa María Goretti y los numerosos adolescentes que a lo largo de los siglos han pagado con el martirio su adhesión al Evangelio están a su lado para infundir en su corazón la fuerza de permanecer firmes en la fidelidad. Así podrán ser los centinelas de una radiante mañana, iluminada por la esperanza.

¡La Virgen santísima, Reina de los mártires, interceda por ellos!”  


El Papa San Juan Pablo II el 1 de septiembre de 1979 visita la tumba de Santa María Goretti en el Santuario de Santa María de la Grazia en Nettuno, a 60 kilometros del sur de Roma, muy cerca del lugar de su martirio,


3 de julio de 2020

UN EJEMPLO DE JOVEN CATÓLICO


BEATO 
PIER GIORGIO FRASSATI 
(1901-1925)


Unos días antes de morir de una poliomielitis fulminante a los 24 años, escalando en los Alpes


Su frase preferida, 
que escribía al comienzo de sus cartas era 
"verso 'l alto" ("hacia la cumbre"). 
Su mística estaba centrada en esa idea: 
Juventud Alcanza Cumbres", 
cuyo acróstico hace alusión 
a la Juventud de Acción Católica 
en la que fue un destacado dirigente.

En sus vacaciones solía ir al valle de Aosta de campamento
 a escalar montañas. 
Conocía bien los riesgos del alpinismo, 
y el necesario rigor deportivo de preparación que requería. 
Entre sus compañeros solía exclamar: “Montañas, cumbres!”.



En su solapa siempre brilló el distintivo de la ACI.


El Papa San Juan Pablo II lo beatificó en Roma el 20 de mayo de 1990.
En su homilía dijo de él:

 La fe y la caridad, las verdaderas fuerzas impulsoras de su existencia, lo hicieron activo y activo en el entorno en el que vivía, en la familia y en la escuela, en la universidad y en la sociedad; Lo transformaron en un apóstol alegre y entusiasta de Cristo, en un apasionado seguidor de su mensaje y de su caridad.


  El secreto de su celo apostólico y santidad se encuentra en el itinerario ascético y espiritual que recorrió; en la oración, en la adoración perseverante, incluso de noche, del Santísimo Sacramento, en su sed de la palabra de Dios, escrutada en textos bíblicos; en la serena aceptación incluso de las dificultades de la vida familiar; en castidad vivió como una disciplina hilarante e intransigente; en la preferencia diaria por el silencio y la "normalidad" de la existencia.

    Es precisamente en estos factores que se nos da para descubrir la fuente profunda de su vitalidad espiritual. De hecho, es a través de la Eucaristía que Cristo comunica su Espíritu; Es a través de escuchar su palabra que crece la voluntad de acoger a los demás, y también es a través del abandono en oración en la voluntad de Dios que maduran las grandes decisiones de la vida. Solo al adorar a Dios presente en el corazón de uno puede el bautizado responder a aquellos que "piden razones para tener esperanza" en él. 

   Y el joven Frassati lo sabe, lo experimenta, lo vive. En su existencia, la fe se funde con la caridad: firme en la fe y activa en la caridad, ya que la fe sin obras está muerta.




Beato Pier Giorgio
Ora pro nobis!