Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

3 de julio de 2020

LA FORTALEZA EN TIEMPOS DE PANDEMIA


BREVES MEDITACIONES SOBRE LA FORTALEZA 
EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Meditando en esta virtud cardinal con Joseph Pieper

La fortaleza supone la vulnerabilidad.

Ser fuente o valiente no significa otra cosa que poder recibir una herida, entendiendo por tal todo aquello, que aconteciendo en y por nosotros sucede en contra de nuestra voluntad, todo cuanto de alguna manera nos acarrea daño, dolor, sufrimiento, en cuanto inquieta y oprime.

La fortaleza y la muerte

La más grave de todas las heridas es la muerte. Ser fuerte es en el fondo estar dispuesto a morir por un bien más alto o más precisamente estar dispuesto a caer (morir) en el combate por el Bien. Todo acto de fortaleza, hasta el más pequeño se nutre de esa disposición del hombre de morir si es necesario por el Bien

La fortaleza y el martirio

Por eso es que el acto de fortaleza supremo es, para el cristiano, el martirio o sea morir por Cristo.

El fuerte no sufre por sufrir sino por un bien mayor que ama.
Pero el fuerte no sufre por sufrir, porque no desprecia la vida, sino que la tiene en menos que el bien por el que la entrega, que en el martirio es Cristo.

No podemos suprimir del todo el sufrimiento.

Precisamente cuando los hombres, intentando evitar toda dolencia, tratan de alejarse de lo que podría significar aflicción, cuando quieren ahorrarse la fatiga y el dolor de la verdad, del amor y del bien, caen en una vida vacía en la que quizás ya no existe el dolor, pero en la que la oscura sensación de la falta de sentido y de la soledad es mucho mayor aún.

Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, Lo que cura es la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cris to, que ha sufrido con amor infinito.

Ser fuerte no es lo mismo que no tener miedo

Ser fuerte y valiente no es lo mismo que no tener miedo, sino el no dejar que el miedo nos fuerce al mal o nos impida la realización del bien.

Fortaleza y el acto de resistir

El acto principal de la fortaleza es resistir y no tanto atacar, y requiere de la firmeza y perseverancia en la adhesión al bien, que da la energía necesaria para soportar la herida y el dolor y no ser abatido por la tristeza.

Fortaleza y Paciencia

Ser fuerte, requiere por esa razón de la paciencia, el hombre paciente es aquel que no se deja arrebatar la serenidad o la clarividencia por las heridas que se reciben mientras hace el bien...

Fortaleza, Paciencia, Confianza y Esperanza.

El hombre fuerte es paciente, pero el paciente no necesariamente es fuerte. Pues el hombre fuerte para ser tal requiere no sólo la disposición para resistir y soportar el mal con la fuerza de la paciencia, sino también la disposición para pasar atacar si es prudente hacerlo, para lo cual requiere de la confianza en sí mismo y de la esperanza en vencer al mal

Sólo el hombre prudente y justo puede además ser valiente.

Es la prudencia la que informa la fortaleza, en la medida que la primera es un saber directivo de todo el obrar humano hacia la realización del bien, lo que implica conocimiento de la realidad y un saber cómo actuar en el caso concreto.
La prudencia supone una valoración justa de las cosas y de toda la realidad que determina cual es en cada circunstancia el justo medio de la virtud, en este caso el acto concreto de fortaleza, pues esta no es una fuerza ciega sino como toda virtud es conforme con la razón. En este sentido la experiencia vivida por los mayores, es una parte importante de la prudencia que puede ayudar mucho a los de más especial a los más jóvenes

La Fortaleza requiere también de la justicia,
En la medida que esta implica orden interior, la armonía del alma, la obediencia de los apetitos a la razón, tanto en la vida individual como social”.



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