NADIE ES PROFETA
EN SU TIERRA
En el Evangelio de San Lucas (4, 21-30) leemos el conocido proverbio “¡NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA!”, que exclama el Señor ante la incredulidad de sus paisanos de
Nazareth, que lo conocieron y lo trataron, y lo rechazan cuando pronuncia su mensaje de salvación. Y lo empujan
fuera de la ciudad, intentando despeñarlo.
También hoy en nuestra sociedad -que tuvo la honra de
llamarse cristiana- el escepticismo y la indiferencia ante la fe inundan la
vida cotidiana. Culturas que fueron manifiestamente cristianas, se jactan de su
apatía religiosa, que se hace palpable en las costumbres, en las formas de vida
social y en los cánones de la vida moral.
Se nos invita a reafirmar aquella exclamación del apóstol Simón Pedro, el primer Papa, cuando expresó al Maestro:
“Señor, ¿a quién iremos?
Sólo Tú tienes palabras
de Vida eterna”
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