Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

6 de julio de 2020

LOS JÓVENES, CENTINELAS DE UNA RADIANTE MAÑANA


Santa María Goretti
(1890-1902)

Su historia es muy conocida.
Aquí algunos párrafos del Mensaje que escribiera San Juan Pablo II en el centenario de la muerte de esta santa canonizada en 1950 por Pio XII.
Son palabras de una impresionante actualidad, a pesar de haber sido escritas hace 18 años (6 de julio de 2002):


LOS JÓVENES, CENTINELAS DE UNA RADIANTE MAÑANA




“María Goretti, nacida en Corinaldo, en Las Marcas, el 16 de octubre de 1890, tuvo que emprender muy pronto, junto con su familia, el camino de la emigración, llegando, tras varias etapas, a Le Ferriere de Conca, en el Agro pontino.

A pesar de las dificultades de la pobreza, que no le permitieron ni siquiera ir a la escuela, la pequeña María vivía en un ambiente familiar sereno y unido, animado por la fe cristiana, donde los hijos se sentían acogidos como un don y eran educados por los padres en el respeto a sí mismos y a los demás, así como en el sentido del deber cumplido por amor a Dios. Esto permitió a la niña crecer de modo sereno, cultivando una fe sencilla, pero profunda. La Iglesia ha reconocido siempre a la familia la función de lugar primero y fundamental de santificación para cuantos forman parte de ella, comenzando por los hijos.

En ese ambiente familiar, María asimiló una sólida confianza en el amor providente de Dios, confianza que se manifestó particularmente en el momento de la muerte de su padre, a causa de la malaria. "¡Ánimo, mamá, Dios nos ayudará!", dijo la niña en aquellos momentos difíciles, reaccionando con fuerza al grave vacío producido en ella por la muerte de su padre.

En la homilía para su canonización, el Papa Pío XII, de venerada memoria, definió a María Goretti como "la pequeña y dulce mártir de la pureza" (24/6/1950), porque, a pesar de la amenaza de muerte, fue fiel al mandamiento de Dios.

¡Qué luminoso ejemplo para la juventud! A la mentalidad de apatía, que impregna a gran parte de la sociedad y de la cultura de nuestro tiempo, le cuesta a veces comprender la belleza y el valor de la castidad. El comportamiento de esta joven santa denota una percepción elevada y noble de su propia dignidad y de la ajena, que se reflejaba en las opciones diarias, confiriéndoles plenitud de sentido humano. ¿No es una lección de gran actualidad? Ante una cultura que sobrevalora el aspecto físico en las relaciones entre el hombre y la mujer, la Iglesia sigue defendiendo y promoviendo el valor de la sexualidad como factor que comprende todos los aspectos de la persona y que, por tanto, debe vivirse con una actitud interior de libertad y de respeto recíproco, a luz del designio originario de Dios. Desde esta perspectiva, la persona se descubre destinataria de un don y llamada a hacerse, a su vez, don para el otro.

En la carta apostólica Novo millennio ineunte afirmé que "en la visión cristiana del matrimonio, la relación entre un hombre y una mujer -relación recíproca y total, única e indisoluble- responde al proyecto originario de Dios, ofuscado en  la historia por la "dureza de corazón", pero que Cristo vino a restaurar en su esplendor originario, revelando lo que  Dios quiso "desde el principio" (cf. Mt 19, 8). Además, en el matrimonio, elevado a la dignidad de sacramento, se  expresa  el "gran misterio" del amor esponsal de Cristo a su Iglesia (cf. Ef 5, 32)" (n. 47).

Es innegable que son muchas las amenazas que se ciernen actualmente sobre la unidad y la estabilidad de la familia. Pero, afortunadamente, junto a ellas hay una renovada conciencia de los derechos de los hijos a ser educados en el amor, protegidos de todo tipo de peligros y formados para que afronten a su vez la vida con confianza y fortaleza.

Cuantos conocían a la pequeña María, el día de su funeral decían: "Ha muerto una santa". Su culto ha ido difundiéndose en todos los continentes, suscitando por doquier admiración y sed de Dios. En María Goretti resplandece el radicalismo de las opciones evangélicas, no impedido, sino más bien confirmado por los inevitables sacrificios que exige la pertenencia fiel a Cristo.

Señalo el ejemplo de esta santa especialmente a los jóvenes, que son la esperanza de la Iglesia y de la humanidad. Al aproximarse ya la XVII Jornada mundial de la juventud, deseo recordarles lo que escribí en el mensaje dirigido a ellos como preparación para este acontecimiento eclesial tan esperando:  "En el corazón de la noche podemos sentir temor e inseguridad, esperando sólo con impaciencia la llegada de la luz de la aurora. Queridos jóvenes, a vosotros os corresponde ser los centinelas de la mañana (cf. Is 21, 11-12) que anuncian la llegada del sol, que es Cristo resucitado" (n. 3:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 3 de agosto de 2001, p. 3).

Caminar tras las huellas del divino Maestro entraña siempre una decidida toma de posición por Èl. Es preciso comprometerse a seguirlo dondequiera que vaya (cf. Ap 14, 4). Sin embargo, en este camino los jóvenes saben que no están solos. Santa María Goretti y los numerosos adolescentes que a lo largo de los siglos han pagado con el martirio su adhesión al Evangelio están a su lado para infundir en su corazón la fuerza de permanecer firmes en la fidelidad. Así podrán ser los centinelas de una radiante mañana, iluminada por la esperanza.

¡La Virgen santísima, Reina de los mártires, interceda por ellos!”  


El Papa San Juan Pablo II el 1 de septiembre de 1979 visita la tumba de Santa María Goretti en el Santuario de Santa María de la Grazia en Nettuno, a 60 kilometros del sur de Roma, muy cerca del lugar de su martirio,


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