La
mística y la ascética
Reflexión
acerca de un trabajo interior:
el necesario camino de purificación
P.
Leandro Bonnin, Chaco
Rasqueteaba hoy el murito frente a la
Capilla de Samuhu, bajo los rayos del precioso sol de la siesta, y para
acelerar el paso del tiempo, me puse a filosofar.
Rasquetear o lijar a nadie le gusta. Es mucho más gratificante
pintar, y visualizar al instante el cambio de color, aspecto o textura de la
superficie trabajada.
Rasquetear y lijar, en cambio, es una tarea ingrata, porque es
sucia, provoca molestias, te obliga a asumir algunas veces posiciones
incómodas, te cansa, y sobre todo, porque parece al
principio que más que embellecer,,, la superficie va quedando peor.
Rasquetear y pintar parece una pérdida,
más que una ganancia.
Y sin embargo, sin esa previa
agotadora labor, el mejor látex se desperdicia, no logra su cometido, corre el
riesgo de formar sólo una capa exterior sin agarre. Capa que con facilidad
puede desprenderse, y dejar al descubierto la fragilidad de una belleza...
lograda sin demasiado esfuerzo.
Y créanme que entonces me
acordé de las palabras que, hace más de dos décadas, escuché decir al padre
Heraldo Reverdito, refiriéndose a algunas espiritualidades católicas: "hay
algunos que quieren llegar a la mística sin pasar por la ascética"
Porque para alcanzar la
transformación en Cristo es necesario pasar también por una etapa previa, más
difícil, más costosa, de renuncias, donde aparentemente "perdemos" y
nos "afeamos". Etapa indispensable en nuestro camino hacia la santidad,
para que los dones de iluminación y deificación logren un arraigo generoso.
Alguno más letrado me dirá: "la
mística precede a la ascética", y es verdad, porque el punto de
partida "es el encuentro (místico) con una persona" (BXVI).
Pero también es cierto que nos
cuesta y rehuimos al trabajo "sucio" de conocer nuestro defecto
dominante, de mortificar los sentidos, de hacer ayuno, de renunciar a aquellos
apegos que tarde o temprano nos alejarán del Señor.
Así, he visto en mí y en otros
-siempre se ve mejor en otros- como algunos "cambios" en las
personas, algunos "embellecimientos" de sus almas demasiado rápidos y
demasiado "místicos", al no ser precedidos y acompañados por el
camino voluntario de la purificación... se terminaban descascarando en poco
tiempo, dejando al descubierto que la "pintura" o el
"barniz" tan brillante que enceguecía... no estaba suficientemente
penetrando la superficie.
Animate a rasquetear y lijar
en tu corazón... pintá, y dejate pintar por Jesús... contemplá la belleza de las
zonas ya terminadas, y entusiasmate, aunque se te llene el pelo de polvillo y
te haga estornudar o te acalambres un poco... el resultado final es fabuloso!
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