DE LA MARAVILLA
ESPIRITUAL
DE LA LITURGIA DEL
ADVIENTO
Vivir el Adviento es conocer
la amplitud de su Liturgia,
sus directrices espirituales,
las líneas de fuerza de su
leccionario,
la contemplación de sus
oraciones y Prefacios
y no creer,
ingenuamente,
que todo el Adviento se reduce a colocar la corona de Adviento
que todo el Adviento se reduce a colocar la corona de Adviento
encendiendo
un cirio semanalmente.
El Adviento es mucho más…
Veamos la perspectiva general del
Adviento, sus normas litúrgicas: entonces lo entenderemos y lo viviremos mejor.
El Adviento presenta una doble dimensión que
hemos de tener en cuenta para vivirlo:
“El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de
preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la
primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el
que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda
venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se
nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre” (Calendario
romano, n. 39)
Hasta
el 16 de diciembre inclusive, la mirada es escatológica: el
final de los tiempos y es la espera piadosa y alegre de la parusía, del retorno
del Señor pero en gloria y majestad. Las lecturas, las oraciones y los cantos
deben mirar más a esta dimensión final. El prefacio (el I y el III, que son los
que se cantan estos días) recuerda la venida gloriosa del Señor y los tiempos
últimos.
A
partir del 17 de diciembre, toda la Liturgia del Adviento, en sus ferias
mayores, se centra en la preparación inmediata a la Navidad, a
la primera venida del Hijo del hombre en el seno virginal de Santa María.
Cambia la perspectiva, el tono de las oraciones es más “navideño” y mariano, la
clave de todo son los Evangelios de esas ferias mayores. Los prefacios, II y
IV, los que se reservan para estos días, destacan la centralidad de la Virgen
María y la inminente llegada del Señor.
Las características litúrgicas de este tiempo tienden a
alimentar nuestra esperanza, con alegría, pero con moderación, y
muchos elementos se reservan para que destaquen con energía renovada en el
tiempo de la santa Manifestación del Señor:
-el Gloria no
se canta para entonarlo junto con los ángeles en la Misa de medianoche; (claro,
el Gloria según la letra del Gloria, no cualquier cancioncilla con la palabra
“gloria", sino el venerable y antiguo himno del “Gloria” cuya letra es
invariable);
-las flores
son moderadas en el exorno, para que todo sea esplendoroso
en el ciclo de Navidad; por ejemplo, la misma corona de Adviento, si se hace,
se prepara con ramas verdes;
-las
vestiduras moradas/violetas aguardan el blanco o dorado de los vestidos
litúrgicos de la Navidad…
“El tiempo de Adviento comienza
con las primeras Vísperas del domingo que cae el 30 de noviembre o es el más
próximo a este día, y acaba antes de las primeras Vísperas de Navidad. Los
domingos de este tiempo se denominan domingo I, II, III, IV de Adviento. Las
ferias del 17 al 24 de diciembre, inclusive, tienen la finalidad de preparar
más directamente la Navidad” (Instrucción Calendario Romano, ns. 39-42).
“En tiempo de Adviento se
emplearán el órgano y los otros instrumentos musicales, y también se adornará
el altar con flores, con la moderación que conviene a la índole de este tiempo,
sin adelantarse a la plena alegría de la Navidad del Señor. El domingo Gaudete
(III de Adviento) puede usarse el color rosado” (Caeremoniale Episcoporum, nº
236).
“El
morado o violeta se emplea en el tiempo de Adviento” (IGMR 308d).
“No se recita el Gloria en Adviento” (cf. IGMR 31).
Sabiendo estos rasgos generales de la Liturgia y la espiritualidad podremos
vivir mejor este Adviento y configurarnos con el Misterio de Cristo.
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