ANÉCDOTA DE UN DETALLE DE LOS FRESCOS DE LA CAPILLA SIXTINA
Cuando, en 1512, Miguel Ángel
finalmente completó los frescos del techo de la capilla Sixtina, (que se
consideran una de las obras más famosas de la historia del arte), los cardenales
responsables del avance de las obras permanecieron durante horas mirando y admirando
el magnífico fresco. Después del análisis, se encontraron con el maestro de la
obra, Miguel Ángel y, sin más, le indicaron:” ¡vuelva a rehacerlo!
El descontento, obviamente, no era
por todo el trabajo, sino por un detalle, aparentemente no importante.
Michelangelo dibujó el panel de creación del hombre con los dedos de Dios y
Adán, tocándose. Los cardenales pidieron que no hubiera toque, y que los dedos
de ambos estuvieran separados. Y más: que el dedo de Dios estuviera siempre
tenso al máximo, pero que el dedo de Adán se contraiga en la última falange.
Un detalle sencillo pero con un
significado sorprendente: Dios está ahí, pero la decisión de buscarlo depende
del hombre. Si quiere, estira el dedo, lo tocará, pero no queriendo, puede
pasar una vida sin buscarlo. La última falange del dedo de Adán contraído
representa el libre albedrío.
(Fuente: Rupnik, Marko Ivan, “Arte
como expresión de la vida litúrgica”,
Brasilia, Ediciones CNBB, 2019. p1: 2019)
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