LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS
Hoy la Iglesia memora a los ángeles de la guarda, aquellos seres
espirituales que tienen encomendada la misión celestial de custodiar nuestro
caminar por esta vida.
Desde pequeños balbuceamos la conocida jaculatoria:
“ÁNGEL DE LA GUARDA, DULCE COMPAÑÍA
NO ME DESAMPARES NI DE NOCHE NI DE DÍA
HASTA QUE DESCANSE
EN LOS BRAZOS DE JESÚS, JOSÉ Y MARÍA”.
El gran escritor y poeta argentino Francisco Luis Bernárdez (1900-1978)
expresa con párrafos sublimes esta verdad de la fe:
MI ÁNGEL DE LA
GUARDA
de Francisco Luis Bernárdez
Yo soy el fiel amigo
que Dios te concedió como defensa
contra el viejo enemigo
que, en esta noche inmensa,
te aguarda con su encono y con su ofensa.
Yo soy el ser gozoso
que se complace en tus alegrías
con dichoso silencioso,
y el ser meditabundo
que compadece tu dolor profundo.
Yo soy el compañero
que Dios te dio para aliviar la carga
de tu duro sendero,
cuya pena es tan larga
como las horas de esta tierra amarga.
Yo soy el manso guía
que ha de llevarte por la noche obscura
hacia el eterno día,
donde la luz más pura
brilla en la plenitud de su hermosura.
Dios me puso a tu lado
el mismo día de tu nacimiento,
como guardián callado,
y desde aquel momento
seguí tus pasos y tu pensamiento.
De pie junto a la cuna
donde la luz de tu candor lucía
como la de la luna,
mi amor te defendía
del mundo que en la sombra te ceñía.
El mundo te sitiaba
con su sombra, con su frío y su tristeza,
pero mi amor alzaba
en torno a tu pureza
los muros de su eterna fortaleza.
Y el mundo rencoroso
era imponente contra tu alegría,
como fulgor dichoso
apenas si cabía
en el baluarte que mi amor te hacía.
Y si la tierra dura
respetaba tu sueño y lo envolvía
en callada ventura,
era porque sabía
que la luz de mi amor te protegía.
Era porque mi amparo
te cubría, piadoso, con el velo
de su fervor más claro,
dándote en este suelo
la milagrosa inmunidad del cielo.
Custos Angelis Sanctis
In itinere socius
nostrus!
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