LOS MAGOS ADORAN A DIOS HECHO
HOMBRE
(del libro “La infancia de Jesús”
del Papa teólogo,Benedicto XVI)
Ante el Niño
regio de Belén, los Magos adoptan la proskýnesis, es decir, se postran ante Él.
La palabra griega [para adoración] es
proskynesis. Significa el gesto de sumisión; el reconocimiento de Dios como
nuestra verdadera medida, cuya norma aceptamos seguir. Significa que “libertad”
no quiere decir gozar de la vida, considerarse absolutamente autónomo, sino
orientarse según la medida de la Verdad y del Bien, para llegar a ser, de esta
manera, nosotros mismos.
Este gesto es necesario, aún cuando
nuestra ansia de libertad se resiste, en un primer momento, a esta perspectiva.
Éste es
el homenaje que se rinde a un Dios-Rey.
De aquí
se explican los dones que ofrecen los Magos. No son dones prácticos, que en
aquel momento tal vez hubieran sido útiles para la Sagrada Familia, como comida
o vestido.
Los dones
expresan lo mismo que la proskýnesis: son un reconocimiento de la dignidad
regia de Aquel a quien se los ofrecen: oro, incienso y mirra.
La
tradición de la Iglesia ha visto representados en estos tres dones —con algunas
variantes— tres aspectos del misterio de Cristo:
§ el oro hace referencia a la
realeza de Jesús,
§ el incienso al Hijo de Dios
§ y la mirra al misterio de su
Pasión redentora.
LA PROSKYNESIS
(una brevísima explicación)
La palabra “proskynesis” (castellanizada prosquinesis; griego
προσκύνησις, formada a partir de las palabras griegas pros y kuteo,
literalmente ‘besando hacia’) es el nombre griego del acto ritual de saludar al
soberano persa.
Según el historiador griego Heródoto, si dos persas del mismo rango se
encontraban al pasar, se besaban a modo de saludo; si uno de los dos era de
rango ligeramente inferior, besaba al otro en la mejilla; y si uno de los dos
era de un rango muy inferior, se postraba frente al otro.
De un modo ritualizado, algo similar sucedía en la corte persa. De
acuerdo con su rango, los súbditos del rey debían postrarse, arrodillarse, o inclinarse
hacia él.
Luego de proclamarse sucesor de los reyes persas, Alejandro Magno
intentó introducir la proskynesis en su propia corte (327 a. C.). Esto trajo
malestar entre sus súbditos griegos, quienes sólo se postraban ante sus dioses
y consideraban absurdo y bárbaro el acto de la proskynesis.
En la tradición de la Iglesia se ha representado al Mago Melchor (el
mayor de todos) postrado ante el Niño de Belén, en tanto le ofrece oro.
Hoy, pareciera que debemos “adorar” al hombre y no a Dios. La enseñanza
del misterio de la Epifanía del Señor es muy profunda y nos revela el centro de
nuestra fe.
UNA OBRA DE ARTE QUE NOS EXPRESA
LO DICHO CON UNA BRILLANTE SIMBOLOGÍA.
La foto es parte del Políptico de la
iglesia de Santa María del Camino en Pisa.
Corresponde al pintor Masaccio (c.
1426) y es una tabla pintada donde se destacan los tres Magos de Oriente que,
con una gran comitiva, llegan a Belén a adorar al Niño.
Esta magnífica pintura está titulada:
“LA ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS”.
Tiene muchos elementos simbólicos muy
ricos. Entre ellos:
* Ante todo el colorido que dimana expansivamente del Niño y su
derredor, contrasta con la lobreguez del fondo del paisaje.
* El dorado es usado para las aureolas de los tres miembros y las coronas de
los Magos, como señal de realeza.
* Los servidores de estos Magos retiran de las cabezas de sus amos las coronas
reales en señal de adoración.
* Los tres ofrecen sus dones, tal como lo narra el Evangelio, y sus manos
juntas expresan el sometimiento del poder terrenal a la majestad divina, en una
analogía del vasallo y su Señor.
* La comitiva de caballos y pajes muestra el esplendor de estos visitantes.
* El Rey Mago más anciano ya se ha postrado delante del Niño y besa sus pies.
Su corona está en el suelo y San José sostiene el don ofrecido.
* El Rey Mago más joven se acerca al pesebre mientras un sirviente toma desde
su cabeza la corona. Dos pasos más adelante, ya sin su corona (que carga a su
lado otro paje) y de rodillas, el segundo rey une sus manos en un gesto de
adoración.
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