PEREGRINOS,
NO VAGABUNDOS
Carta Pastoral
del Arzobispo de Pamplona-Tudela, España
Nos encontramos perplejos ante tantas circunstancias sufrientes que nos acosan por todos los lados de nuestra vida. El temor y el miedo puede dejarnos no sólo paralizados sino incluso focalizados en considerar que la vida no merece ser vivida. Este es el momento para saber que hay una razón para vivir con esperanza e ilusión: somos peregrinos, pero no vagabundos que no saben dónde ir. Tenemos una certeza que no viene de nuestros razonamientos o ilusiones o frustraciones, es una certeza que proviene del Señor que nos ha comunicado que hay una meta dónde hemos de mirar y caminar hacia ella: la vida eterna.
Cuando llegan los sufrimientos y dolores de cualquier tipo tienen sentido desde el mismo Jesucristo que nos ha mostrado lo que es la Vida y hacia dónde ella va encaminada. Aunque vengan dudas y dificultades a la hora de vislumbrar dónde está lo cierto, entonces Él nos muestra la auténtica verdad.
“Si buscas, pues, por dónde has de ir; acoge en ti
a Cristo, porque Él es el camino (…). Es mejor andar por el camino, aunque sea
cojeando, que caminar rápidamente fuera del camino. Porque el que va cojeando
por el camino, aunque adelante poco, se va acercando al término; pero el que
anda fuera del camino, cuanto más corre, tanto más se va alejando del término”
(Santo Tomás de Aquino, Super Evangelium Ioannis, ad loc.).
No son las circunstancias actuales (con sus grandes logros como la tecnología, la medicina, un mayor conocimiento de la naturaleza y de sus propias entrañas) las que invitan a peregrinar con la certeza de saber cuál es el término exacto hacia dónde vamos. De ahí que se requiera una mayor profundización para exaltar la gran dignidad del ser humano que no fenece en una frustración de una inmanencia existencial sino que tiene razones suficientes para colmarlo en el gozo de la trascendencia que tiene su término en la bienaventuranza que nunca acaba.
Como Cristo, peregrino de Emaús (Lc 24, 13-35), dejémonos llevar y acompañar:
Cristo Señor, peregrino de
Emaús,
que por amor te haces cercano a nosotros,
aunque, a veces, el desaliento y la tristeza
impidan que descubramos tu presencia.
Tú eres la llama que aviva nuestra fe.
Tú eres la luz que purifica nuestra esperanza.
Tú eres la fuerza que enciende nuestra caridad.
Enséñanos a reconocerte en la Palabra,
en la Casa y en la Mesa donde el Pan de Vida se reparte,
en el servicio generoso al hermano que sufre.
Y cuando atardezca, ayúdanos, Señor, a decir:
“Quédate con nosotros”. Amén
(Benedicto XVI, Vaticano, 8 del
9 de 2010)
Pamplona, 4
de noviembre del año del Señor 2021
+ Monseñor
Francisco Pérez González
Arzobispo
de Pamplona-Tudela, España
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