DON DEL
ESPÍRITU SANTO:
LA CIENCIA,
gozo de
saberse
"artesanía
de Dios"
Importancia de invocar este don infuso
en tiempos de una ecosofía transhumana y panteísta que todo lo quiere dominar
en tiempos de una ecosofía transhumana y panteísta que todo lo quiere dominar
Ávido
de conocer los preceptos del Señor se muestra el salmista cuando exclama:
“Tus manos me hicieron
y me plasmaron;
instrúyeme para que
aprenda tus mandamientos”
(Salmo 119)
La
primera y más elemental de las verdades que el Espíritu Santo concede al
hombre, como máxima que debe orientar y dirigir sus juicios y acciones, es el reconocimiento de su condición creatural:
“Ipse fecit nos, et ipsíus
sumus”; “Él nos creó, somos suyos” (Salmo 100)
Mediante
el don de ciencia quiere el Paráclito que todo en nuestra vida se juzgue a la
luz de esta verdad fundamental: somos
creaturas de Dios y a Él pertenecemos.
Solo
esta ciencia, decía San Gregorio Magno, supera el ayuno de la ignorancia.
Como
enseñaba san Juan Pablo II,
“…el
hombre contemporáneo, precisamente en virtud del desarrollo de las ciencias,
está expuesto de modo particular a la tentación de dar una interpretación
naturalista del mundo; ante la multiforme riqueza de las cosas, de su
complejidad, variedad y belleza, corre el riesgo de absolutizarlas y casi de
divinizarlas hasta hacer de ellas el fin supremo de su misma vida…
Para
resistir a esa tentación sutil y para remediar las consecuencias nefastas a las
que puede llevar, he aquí que el Espíritu Santo socorre al hombre con el don de
la CIENCIA. Es ésta la que ayuda a valorar rectamente las cosas en su
dependencia esencial del Creador.
Gracias
a este don de lo Alto –como escribe Santo Tomás- el hombre no estima las
creaturas más de lo que valen y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su
propia vida” (Meditación dominical, 23-4-1989).
Entre los efectos salutíferos del don de la CIENCIA, encontramos:
ü
Facilidad para descubrir la huella divina en todas las obras del
universo;
ü
ímpetu del corazón para dar alabanza y gloria al Creador;
ü
profunda humildad y deseo de contemplación de las obras de Dios;
ü
conciencia de nuestro estado de viadores en este mundo;
ü
gozo de saberse artesanía de Dios y no simple producto de energías
cósmicas.
En
estos tiempos donde se absolutiza una ecosofía transhumana revestida de
pseudociencia panteísta, urge implorar del cielo la sublime CIENCIA DEL ESPÍRITU SANTO.
VENI SANCTE SPIRITUS!
Da nobis tua munera:
+SAPIENTIA
+INTELLECTUS
+CONSILIUM
+FORTITUDO
+SCIENTIA
+PIETAS
+TIMOR DOMINI
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