A MARÍA EN
TIEMPOS DE SINGULAR BATALLA
¿Quién es aquella
Señora
por quien el Verbo
nos fue dado?
¿Quién, Señor mío,
tanto en Ti ha
confiado,
que su excelsa alma
tu grandeza
soberana proclama?
¡Eres tú, oh Virgen
inmaculada!
No ocultes por
humildad tu rostro,
no se apague la
Luz. Ante ti me postro,
no quede huérfano
de Madre tan amada.
Tú eres la criatura
más bella creada,
Salve, Reina, Madre
de misericordia,
por siempre seas
bendita y alabada.
Con tu auxilio eficaz de celestial abogada,
la justa mano de Dios, por ti sea apaciguada,
la justa mano de Dios, por ti sea apaciguada,
asístenos,
propicia, en esta singular batalla.
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