SAN
JOSÉ GABRIEL BROCHERO, presbítero (1840-1914)
Gloria y Santo Patrono del clero argentino
Invocamos su intercesión por los sacerdotes de
nuestro país,
para que sigan la huella que dejó este gran cura
cordobés,
austero, piadoso y cercano,
santo orgullo de nuestro suelo.
En este tiempo de Cuaresma y en momentos de
pandemia,
el recuerdo de su vida admirable,
nos muestra la importancia
de la “salus animarum” en la vida de la Iglesia.
A fines de 1867,
apenas ordenado joven sacerdote con 27 años,
no dudó en atender a los enfermos
cuando se produjo la terrible epidemia del cólera
en Córdoba,
que devastó la provincia con más de 4000 muertos.
Su entrega al ministerio sacramental
a lo largo de 40 años
fue de una ejemplar dedicación:
"Siempre las almas..." -decía-.
El secreto de su
admirable vida:
la formación
clásica, una buena teología, certezas y celibato,
con un celo apostólico arrollador.
Falleció leproso y ciego a los 73 años de edad.
ALGUNOS RASGOS DE SU VIDA ADMIRABLE
- Nació y fue formado en una tradicional familia cordobesa rural, de fuerte raigambre cristiana, donde no había “ni lujos ni pereza”.
- Fue un criollo de ley (su chozno figura entre los que integraban el Cabildo abierto de la naciente ciudad de Córdoba en 1640). Conocía bien su querida tierra, donde siempre vivió.
- Arquetipo de recto sacerdote, que consagró su vida a su amada e inmensa Parroquia del curato de San Alberto, en el Valle cordobés de Translasierra y la Pampa de Pocho, de tamaño inmenso: 4.336 kilómetros cuadrados (la ciudad de Buenos Aires tiene 203 km2.) de valles y serranías, entonces indómitas y casi desiertas, infestadas de salteadores y prófugos de la justicia. Sus poco más de 10 000 habitantes vivían dispersos, con un grado de indigencia material lamentable, sin caminos y sin escuelas, incomunicados por las Sierras Grandes de más de 2 000 metros de altura
- La impronta de su espiritualidad ignaciana es patente, forjada en los Ejercicios Espirituales de los jesuitas: “contemplativo en la acción”, con un grado heroico de abnegación.
- Hombre de fe firme, con un profundo sentido sobrenatural de la vida: no le importaba “sufrir todo por la salvación de las almas”.
- Su inquebrantable confianza en la Providencia:
“todo es obra de Dios, yo sólo soy un inútil siervo”
- Celoso pastor de almas, de trato amable, simpático y entrador.
- Inconmovible certeza de la fuerza de la gracia, que se trasluce en su apasionado e incansable ministerio sacramental.
- La atención a los enfermos, destacada desde su temprana juventud en la epidemia del cólera en la ciudad de Córdoba y hasta su fallecimiento “leproso y ciego” , digno final de su vida santa.
- Su permanente vida de oración, con el rezo del Rosario y del Breviario, muchas veces cabalgando en su mula por los inhóspitos parajes serranos. Su Misa diaria, “fuente principal de su sacerdocio”.
- Su trabajo como constructor de caminos, canales, acueductos, escuelas, mensajerías y capillas: obras que aún hoy causan admiración y que realiza para llevar a sus paisanos “hacia una noble vida cristiana”.
- Su predicación, con la chispa criolla que lo caracterizaba, impactaba en sus feligreses. Verdadera oratoria sagrada, salpicada con anécdotas y giros campechanos, con un estilo llano y asequible, sin buscar falsas demagogias o licuando las verdades de la fe en sentimentalismos vanos.
- Levantó en 1875 la enorme Casa de Ejercicios en Villa del Tránsito (100 metros de frente por 50 metros de fondo) en un pueblo de 1.500 habitantes. Y los fondos para edificarla fueron aportados por los propios pobladores pobres, haciendo trabajar a todos. Cuando tiró la primera piedra en un pozo de los cimientos dijo: “te jodiste, diablo. Caiga sobre la espalda de Satanás y lo aplaste”
- Llevó a más de 40.000 hombres y mujeres a Ejercicios Espirituales Ignacianos de nueve días de silencio. Muchos eran paisanos cuatreros y redomones, acostumbrados al pillaje y al alcoholismo. Un diario masónico de la época decía: “La Pampa de Pocho está completamente distinta en pocos años: hay paz social, y la gente piensa en practicar buenas obras para alcanzar la vida eterna”
- Un periódico cordobés escribe en ese tiempo: “es admirable los bienes que el padre Brochero ha derramado en estos lugares, reformando malas costumbres, encaminando a hombres viciados por el bandolerismo, llevando a los paisanos al trabajo fecundo”
SAN
JOSÉ GABRIEL BROCHERO, presbítero
Ora
pro nobis!
(las palabras comilladas en cursiva son tomadas de sus cartas)
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