UNA NUEVA INTERPRETACIÓN
DE "LA GIOCONDA"
Un investigador de arte norteamericano hizo un nuevo análisis de la famosa y enigmática pintura de Leonardo Da Vinci del siglo XVI.
Si bien lo expresa con un lenguaje aséptico y técnico, su análisis concluye con una sorprendente revelación: la mujer que domina el cuadro tiene reminiscencias con aquella que relata el Evangelio (Jn. 4, 1-42) que se hallaba junto al pozo de Jacob en Siquem. Es aquella con la cual el Señor entabla un riquísimo diálogo acerca del agua viva (la gracia divina)
Si Da Vinci quiso pintar como trasfondo a La Samaritana, no es de extrañar: eran tiempos en que la vida social estaba impregnada del Evangelio. Todavía no había surgido el pensamiento de la llamada modernidad, con sus falacias y deconstrucciones, que aniquilaron la Cristiandad y generaron un mundo occidental hoy dominado por el feismo, el ateísmo, el pesimismo y el inmanentismo, y sin certezas.
El desfile de millones de turistas que van a ver La Gioconda en el Louvre de París pareciera mostrarnos ese ansia interior -no razonada- de eternidad y esperanza que sugiere el rostro sereno y luminoso de esa mujer.
En el cristianismo oriental se denomina a la Samaritana con el nombre de Photine, Photini o Photina (Φωτεινή, de φως, "la luminosa"), transcrito también como Fotina. En las lenguas eslavas se la denomina Svetlana (que significa "luz")
Lo que esta pintura simboliza es muy propicio para reflexionar en este tiempo de Cuaresma, habiéndose acallado las voces destempladas que retumbaban en el pasado Día de la Mujer.
Un rostro de serenidad y luminosidad, que muestra el 'genio femenino' que encontró "el manantial que brota hasta la vida eterna" (como muestra el fondo del cuadro con un río que se pierde en el horizonte)
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