“LA FAMILIA FRENTE A LA
IDEOLOGÍA DE GÉNERO”
CARDENAL ROBERT SARAH
Cátedra
“Santa Teresa de Jesús” de Estudios sobre la Mujer
Universidad
Católica de Ávila
Ávila,
24 de mayo de 2016
Gracias.
Excelencias, queridos amigos, me gustaría agradecer a Dios el honor y el
privilegio que me ha dado por estar aquí con todos Uds. esta tarde, para
hablarles de la familia y de la ideología de género.
El
cardenal Carlo Caffarra, arzobispo emérito de Bolonia, y
primer presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el
matrimonio y la familia declaró
esto durante una entrevista concedida el 16 de febrero de 2008:
“Cuando fui nombrado por el Santo Padre primer presidente del Pontificio
Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, recibí
una carta de sor Lucía de Fátima que se puede encontrar en los archivos de
dicho instituto. Esta me decía sin ambigüedades: “La batalla final
entre el Señor y el reino de Satanás pasará por el matrimonio y la
familia”. Sin embargo – añadía- “no tengáis miedo porque todos
aquellos que actúan en favor de la santidad del matrimonio y de la familia
siempre encontrarán oposición; serán combatidos por todos los medios posibles,
porque lo que está en juego es decisivo. No obstante, Nuestra Señora ya ha
aplastado la cabeza de Satanás”[1].
Por
su parte, tras su viaje apostólico realizado a Fátima, el Papa Benedicto XVI,
en una entrevista el 11 de mayo de 2010 y no tuvo miedo en afirmar que:
“siempre hemos sabido esto aunque, en nuestros días, esto se manifieste
ante nuestros ojos de una manera terrorífica: las mayores persecuciones contra
la Iglesia no proceden de sus enemigos exteriores, sino de los pecados
cometidos dentro de la Iglesia, para los cuales la Iglesia necesita
urgentemente hacer penitencia para purificarse”[2].
Las
familias cristianas sufren todos los días ataques en el mundo entero.
Como
vamos a ver, la ideología de género está sostenida, promovida y
practicada por la Organización Mundial de la Salud, que depende de la Organización
de la Naciones Unidas (ONU), y por numerosas instituciones
educativas y sanitarias que tienen su sede en los estados occidentales (Norte
América, Europa Occidental, Australia y Nueva Zelanda).
El
Papa Francisco, durante su viaje apostólico a Manila, no dudó en denunciar con
vigor una
“colonización ideológica contra la familia”[3],
que
busca destruirla introduciéndose y difundiéndose en las sociedades y las
culturas de los países que están en vías de desarrollo. En el nº 56 de su
Exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia, critica
con contundencia la ideología mortífera de gender:
“que niega la diferencia y reciprocidad natural entre un hombre y una
mujer. Deja entrever una sociedad sin diferencia de sexo y socaba la base
antropológica de la familia. Esta ideología induce proyectos educativos y
orientaciones legislativas que alientan una identidad personal y una identidad
afectiva cortadas radicalmente de la diversidad biológica que existe entre lo
masculino y lo femenino”[4].
El
Cardenal Francis Arinze comentando estas palabras del Papa Francisco dijo
que
“los medios de comunicación han tomado la costumbre de desfigurar,
secularizar e incluso comercializar el matrimonio y la familia”[5].
Esto
resulta muy evidente en aquellos programas llenos de erotismo y pornografía,
que además están destinados también a los niños: en muchos países occidentales,
desde la educación infantil, los niños reciben una reeducación, es decir, se
manipula y contamina sus conciencias con la ideología del género. En algunos
países las familias ni siquiera tienen la opción de elegir.
Por
ejemplo, en 2006 en Alemania, se quiso obligar a una familia cristiana
protestante con 8 hijos, a participar en experimentos chocantes bajo la égida
de la educación sexual. Los padres decidieron no mandar a sus hijos a esas
clases, y fueron condenados a una pena de cárcel…
Yo mismo, en mi libro
titulado Dios o nada [6], he denunciado con contundencia la teoría del género como un ataque
frontal contra la familia, y su voluntad de destruirla, insistiendo en su
aspecto especialmente deletéreo para los países africanos que están sometidos a
un nuevo colonialismo por parte de los países occidentales o directamente, o
bien a través de organizaciones internacionales que estos países dominan de
modo indiviso, y sin vergüenza ninguna.
1. Génesis de la Ideología de
género[7]
El género –“gender” en inglés- tiene su origen en el campo de las
ciencias humanas de inspiración freudiana. Fue un término acuñado en 1955 en
Estados Unidos: John Money, psiquiatra de Harvard, enfrentándose a casos de
hermafrodismo, introdujo el concepto de función de género, “gender role” en inglés, que definió de la manera
siguiente:
“género son todas las cosas
que dice o hace una persona para mostrarse como poseedor de
un estado de hombre o de mujer”.
De este modo, esta nueva noción
de función social como fuente de la identidad sexual contenía el germen de todo
proyecto ideológico del género que se irá desplegando a lo largo de las
siguientes décadas.
Treinta y cinco años después,
ya en los años 90 del pasado siglo, Judith Butler, líder de la revolución del
género, declara que las palabras “sexo” y “género” no son sustantivos, sino… verbos. Esto quiere decir que un individuo, hombre o
mujer, se convierte en aquello que él o ella decide decir y hacer”. Por tanto, Judith Butler afirma que “ser hombre o mujer no es algo
que somos, sino algo que hacemos”.
2. Motivos espirituales de una
batalla
La teoría aberrante y delirante
del género, que se presenta –y esto ya es el colmo- como “científica” en
realidad consiste en una superchería pseudo-científica. Hunde sus raíces en un humus que se puede que se puede calificar
de especialmente turbio, y a propósito del cual no dudo en decir que veo “la
mano del propio diablo”.
Pero ¿de qué se trata? ¿Cuál es el fundamento
de esta ideología y cómo podemos combatirla? Sabemos por las Sagradas
Escrituras que Satanás es “homicida” desde su origen[8].
¿Por qué homicida? ¿A quién quiere matar el diablo con un tesón y un empeño que
solamente terminará con la batalla final que se menciona en el Apocalipsis?[9] Satanás
quiere matar, quiere destruir el Dios que tenemos dentro, es decir la persona
humana que ha sido creada a imagen de Dios[10],
quiere hacer de nosotros individuos, “zombies” sin alma y dotados de un cuerpo
que se ha convertido en una especie de maquinaria
sometida a las manipulaciones genéticas y al transhumanismo.
Sí, eso es lo que quiere el
Adversario: quiere someternos a él, el Príncipe de este mundo, para
manipularnos mejor rompiendo, en un primer momento, el “cordón umbilical” que
nos une a Dios, y después en un segundo momento, con la ilusión –una verdadera
trampa- de que solo somos un conjunto de células condenadas a sobrevivir
gracias a una tecnología que cada vez es más sofisticada[11],
liberarnos de nuestra condición humana para hacer de nosotros nuestros propios
dioses[12].
3. La historia de la
pseudo-liberación del hombre: de la persona al individuo, y del individuo al
zombi
La pseudo-liberación del hombre
se inscribe en la historia de los tres últimos siglos, siendo la ideología de
género el último avatar lamentable.
Me voy a explicar: La
liberación de Dios Padre se produjo ya hace tiempo cuando las democracias
occidentales se formaron en un contexto deísta. Los grandes pensadores del
racionalismo (desde Voltaire a Diderot pasando por d´Alembert) dieron lugar a
la famosa Revolución francesa, que será presentada por la corriente laica como
la génesis de la liberación del hombre con respecto al Dios de los cristianos[13],
y por tanto, con respecto también a la Iglesia y a su Magisterio, calificados
de “opresivos”.
Sin embargo, para los
racionalistas, Dios es el arquitecto supremo del universo que se desinteresa
totalmente de sus criaturas. El deísmo de los enciclopedistas por tanto ha
matado la paternidad en Dios. J.J. Rousseau incluso dijo que la paternidad es
un privilegio social[14].
Es lo que yo llamo “cortar el cordón umbilical”, y esta etapa decisiva va a dar
lugar a otras etapas que paulatinamente van a convertir a la persona en un
individuo, y a continuación en un “zombie”.
De hecho, si Dios ya no es
Padre, el ciudadano deja de ser el hijo. Deja por tanto de ser una persona que
recibe todo de su Padre; se convierte en un individuo, abandonado así mismo en
la organización del mundo y de su propio destino. Como ya no recibe su identidad (de Aquel a cuya imagen y
semejanza ha sido creado), debe construirla él mismo apoyándose en su sola razón.
Como dijeron los Papas Juan
Pablo II y Benedicto XVI, las dos alas que nos permiten elevarnos hacia la
contemplación de la verdad son la fe y la razón[15].
Cortando el ala de la fe, el hombre se desequilibra, y efectivamente, han hecho
falta tres siglos para que el hombre se choque contra la tierra firme de sus
propias convicciones, para que sea pisoteado como un vulgar insecto, primero en
los campos de concentración nazis y en los gulags comunistas, y después, de una
manera más aséptica, en el fango de la ideología del género.
Actualmente con la ideología de
género el hombre está abandonado, denostado, se le destruye, se destruyen sus
valores, su sexualidad y es poco menos que un animal. El hombre está abandonado
a su única razón y, por tanto, pierde poco a poco todo contacto con la Fuente,
la paternidad de Dios, que es la que ilumina su conciencia.
Es cierto que las Declaraciones
de los Derechos Humanos, los preámbulos de las Constituciones y las primeras
Cartas de la Sociedad de Naciones (SDN) y de las Naciones Unidas (ONU), en los
siglos XIX y XX son aún en gran medida el reflejo de las normas del derecho
natural, pero el derecho positivo que actualmente reina de manera absoluta, se
aleja poco a poco de ellas y obliga a los legisladores a callarse en el mejor
de los casos, o a negarse a sí mismo en el peor de los casos[16].
Veamos un ejemplo, el más grave
y el más significativo: los Estados occidentales, al igual que las instancias
internacionales, que ellos mismos controlan, como por ejemplo la Unión
Europea, son incapaces de definir de forma clara qué es un embrión humano, y afirman aquello que toda conciencia humana
ya sabe –basándose en la sola razón y también la ciencia[17]–
y que constituye una norma esencial y fundamental del derecho natural[18], a saber que, desde el momento
de su concepción, el embrión humano es un ser humano, que, consecuentemente, tiene un derecho imprescriptible y absoluto a la vida.
Entonces, para evitar
contradecir el pseudo “derecho al aborto” y atraer para sí la ira de la casta
mediático-política dominante, el legislador “se anda por las ramas”, si me
permiten utilizar esta expresión un poco trivial: o bien se calla, y como si
fuera un Poncio Pilato contemporáneo, rechaza pronunciarse como lo hace la
Unión europea, que deja que cada uno de sus Estados miembros se encargue de
regular esta cuestión[19];
o bien se esfuerza por encontrar una expresión susceptible de no enfadar a
nadie, de allí esta definición, cuanto menos enrevesada, que la Comisión
Consultiva Nacional de Ética francesa se inventó en el año 1984: “el embrión es
una persona humana potencial”.
Hay que entender el término “potencial” obviamente como sinónimo de “en
proyecto” y, por tanto, “aún no existente”. Esto es una constatación: la muerte
de la ontología ha pasado por allí…
De este modo, como resultado
del divorcio que se ha producido entre el individuo y la persona, Occidente, y tras él el resto del mundo, en
particular mediante la colonización y después por la dominación
económico-financiera de los países en vías de desarrollo, el mundo entero –como
digo– se ha hundido en el individualismo y las ideologías.
La historia nos muestra ampliamente que el
deísmo ha desencadenado un proceso que ha conducido a la civilización
occidental, es decir, la civilización judeo- cristiana, de la muerte de Dios y del nihilismo del siglo XIX, a la
misma muerte del hombre durante el siglo XX, para finalmente llegar en la segunda mitad
del siglo XX a un hundimiento sin precedentes de la institución familiar,
vector de la persona humana.
Friedrich Nietzsche, con su teoría del superhombre, que presentaba como el remedio a
la desesperación provocada por la muerte de Dios[20],
Sigmund Freud con su nueva antropología basada en las pulsiones primarias como
motivación exclusiva de las acciones humanas,
Jean-Paul Sartre[21] y su nihilismo libertario, aparentemente
genial, estos tres pensadores han terminado de inocular en la conciencia
colectiva y, por tanto, también en la individual, la idea de que la
“liberación” del individuo pasa por el asesinato del padre, y han llevado a término su plan diabólico a
través de los famosos eventos de mayo de 1968, un movimiento libertario cuyas
ideas se propagaron más allá del antiguo telón de acero, a partir de la caída
del muro de Berlín, en 1989[22].
A continuación del asesinato del padre, hemos pasado al asesinato de la madre, con el feminismo radical que enfrenta los derechos de la mujer,
su libertad y su igualdad por una parte, con la identidad femenina en el marco
de la complementariedad de los sexos, y, por tanto, con la maternidad. Margaret
Sanger (1879-1966), fundadora de la “Planificación familiar internacional” y
figura prominente del feminismo occidental, ¿no quería de hecho el acceso libre
y gratuito a los anticonceptivos para “liberar a la mujer de la
esclavitud de la reproducción”? De esta manera hemos asfixiado el sentido de la feminidad y de
la maternidad en el seno de la cultura occidental porque sabemos perfectamente
que entre la contracepción y el aborto legalizado y pagado con fondos públicos
no había más que un solo paso que los legisladores se apresuraron a franquear
entre las décadas de 1970 a 1990…[23]
A finales del siglo XX, el
padre, la madre, el esposo, el hijo y la hija, todos habían perdido su estatus
que, sin embargo, se les debía en una sociedad digna de tal nombre: la
“familia” estaba quebrantada en sus cimientos[24].
En nuestros días, la familia
incluso se ha convertido en un concepto abstracto e inestable, sometido a
interpretaciones diversas y contradictorias, de donde el malestar que sienten
los legisladores ante la tarea de definirla, y de donde también esta reciente
decisión tomada por el gobierno francés de sustituir el “ministerio de la familia” por el “ministerio de las familias”. Según lo afirma, lo ha hecho “para tener en cuenta las
diferentes realidades de la sociedad contemporánea”… ante la indiferencia casi generalizada de
la opinión pública, y con la aprobación ruidosa, esa sí, del entorno
político-mediático dominante.
Hay que entender que este largo proceso que se puede calificar de “revolucionario”,
que comenzó con la muerte de Dios-Padre en el siglo XVIII y terminó con la
muerte del hombre convertido en un simple “individuo” a finales del siglo XX,
conduce directamente a la ideología del género. Pero ¿de qué manera? En este
principio del siglo XXI, las sociedades occidentales se han convertido en
desiertos espirituales y demográficos: basta con pasearse por las calles de
Londres, París, Berlín, Madrid o Roma para darse cuenta de ello: pocos niños,
pocos cochecitos o sillitas de bebés, familias reducidas a su mínima expresión:
un hombre y una mujer (que a menudo son simples “compañeros”, que cohabitan
durante un tiempo limitado) con a veces uno o dos hijos, siempre y cuando no
sustituyan a los hijos por mascotas.
Y tenemos también a las parejas homosexuales entrelazados que de este
modo expresan cada vez más su “diferencia”. Después, tenemos también la
presencia masiva de una población extranjera, que en Europa occidental sumerge
a los pueblos nativos paralizados, provenientes de otros continentes, los
continentes del hambre y de la opresión política, y de culturas y religiones
diferentes.
En definitiva un laicismo y un indiferentismo generalizados y
alimentados por ese famoso díptico del Imperio Romano en su apogeo y al mismo
tiempo abocado a un declive inevitable: “panem et circenses”
o, si prefieren, utilizando un vocabulario más actual, “bienes de consumo y de
ocio” a ultranza… en lugar del esfuerzo y del trabajo.
Estos ciudadanos-individuos, por tanto “individualistas”, condenados a
la soledad en el mejor de los casos y, en el peor de ellos, al suicidio, a
veces “asistido” (y legalizado), son radicalmente indiferenciados: no son más
que consumidores ante los cuales los sitios de Internet hacen su mercado
gracias a las evaluaciones estadísticas de sus deseos.
Acabamos de describir el marco de la sociedad occidental del vacío, que,
además, es una sociedad depresiva y adolescente[25]. De ahí al bricolaje del “género” solo hay un paso, y es ese
vacío el que ha permitido a los Mefistófeles occidentales, sobre todo
estadounidenses, afinar su proyecto de reconstrucción social basado en bases
pseudo-científicas y laicistas, que son verdaderamente diabólicas.
El caldo de cultivo está listo para la revolución final, que
corresponde también al “combate definitivo” mencionado en el Apocalipsis, la revolución del
género que convierte al individuo en un “zombie”. Es el nihilismo total,
radical, absoluto que es el preludio de la muerte de la humanidad. Es la hora
del combate entre estas tinieblas donde naufraga una humanidad enfrentada a los
demonios del nihilismo libertario, y la Luz que solamente la Iglesia lleva como
una antorcha, que se parece en demasiadas ocasiones a esa pequeña llama de la
Esperanza que cantaba Charles Péguy hace ya un siglo, y que ninguna borrasca
podrá apagar.
Porque nuestra fe en Cristo, que es el fundamento de nuestra esperanza,
es decir, nuestra fe en Cristo resucitado, el Hombre Nuevo, Dios hecho hombre,
es esa antorcha, esa llama que ilumina nuestras vidas y nuestra conciencia de
hombres y de mujeres creados “a imagen y semejanza de Dios”.
La Iglesia es el último y el
único refugio contra esa nueva barbarie del “gender”, ante la cual resulta que
los Hunos de Atila en el siglo V solo eran una amenaza insignificante. Sí, esos
bárbaros que, en el crepúsculo del Imperio convertido al cristianismo, el Papa
León I consiguió detener a las puertas de Roma gracias a su persuasión,
supieron detener ahí su acción maléfica.
¿Harán lo mismo nuestros “doctores Fausto” contemporáneos? ¿Aceptarán romper su pacto
diabólico con el Adversario que les dice –como dijo a nuestros primeros padres:
“seréis como dioses”?
Sí, en la actualidad, la
Iglesia es el único y el último refugio contra esta nueva barbarie, pero
teniendo en cuenta las costumbres y hábitos paganos de este nuestro mundo, la
palabra de la Iglesia tiene que ser clara, límpida, sin ambigüedad y con la
fuerza suficiente para sustraer a los creyentes de aquello que les alejaría de
la alianza de Cristo y sus enseñanzas.
A continuación voy a hablar de
algo que no está en la conferencia que había escrito originariamente, pero que
quiero comentar. Hay algo que me parece triste. Los países occidentales han
decidido en cierto modo aliarse para oponerse frontal y radicalmente a Dios,
dictando leyes que destruyen el designio de Dios sobre la familia y sobre el
matrimonio. Hay una voluntad y medios financieros, técnicos y mediáticos no
solamente para romper o destruir sino también y, sobre todo, diría yo, para
acabar con los fines del matrimonio, para desestructurar y desnaturalizar la
célula de la familia.
Por desgracia, algunos
prelados de alto rango, aquí sobre todo de países más opulentos, se ocupan en
aportar modificaciones a la doctrina y a la moral cristianas en todo lo que se
refiere al matrimonio, a los divorciados vueltos a casar y a otras estructuras
irregulares. Estos guardianes de la fe, que deberían defender lo que
defiende el Magisterio de la Iglesia, tienen que saber que tendrán que rendir
cuentas ante Dios y que el problema fundamental que supone la destrucción de
los fines del matrimonio es un problema de moral natural. Es en el orden
natural donde el hombre y la mujer son llamados a unirse de forma indisoluble
para expresarse ternura, para apoyarse mutuamente en una complementariedad
armoniosa. Esta realidad natural es la que el Señor elevó a la dignidad de
sacramento, y que la Iglesia tiene que defender y proteger hasta la muerte,
para la salvación de la humanidad.
4.
Definición de género
Si queremos identificar en una
sola frase el nudo ideológico de la revolución del género, diría lo siguiente:
“Para
el género, la masculinidad y la feminidad con la complementariedad de los
sexos, la paternidad y la maternidad, y por tanto la filiación, evidentemente
la nupcialidad y por tanto el matrimonio entre un hombre y una mujer, y, por
consiguiente la familia, con la vocación educativa del padre y de la madre,
todo eso no existe en sí mismo, pues son construcciones sociales que
han sido elaboradas a lo largo de los siglos, particularmente bajo la presión
de las religiones, entre las cuales el judeo-cristianismo, para impedir al
individuo acceder a la verdadera libertad e igualdad de los ciudadanos. Son por
tanto estereotipos discriminatorios de los cuales hay que liberarse (de dónde
el proceso revolucionario), y que tenemos que deconstruir y demoler por todos
los medios posibles: financieros, políticos, culturales (artes, medios de
comunicación, lenguaje, modas…), educativos, y por tanto legislativos”[26].
Esto significa, en particular,
pero no únicamente, que la individualidad no es recibida, lo que
hace de la persona un “hombre” o una “mujer” no es recibido o innato, sino que
continuamente está en
construcción, lo cual da lugar a la indiferenciación de los sexos.
Notemos que, en estas
barricadas de un nuevo género, son los medios de comunicación dominantes, las
artes subvencionadas, algunas cátedras de universidades, laboratorios y centros
de investigación de todo tipo, y también en las manifestaciones y ágoras de
“Podemos” en Madrid y de la “Noche en pie” en París, asistimos a la conjunción
de dos cohortes, la de las feministas y la del LGBT [27] que
se juntan en la misma voluntad de deconstrucción antropológica.
5.
La “deconstrucción” del género es una destrucción.
Tomemos un ejemplo de
deconstrucción debido al género, el del lenguaje. Hemos pasado:
– del esposo o marido y
de la mujer, único y sujeto de un don total de sí para la vida, a
las parejas (o compañeros), múltiples y
temporales;
– de la maternidad al derecho de
la mujer a disponer libremente de su cuerpo;
– del matrimonio entre
un hombre y una mujer en tanto que institución estable, a la celebración
cultural del amor libre hetero- u homosexual sin compromiso;
– de la familia
a las familias, o a la familia en todas sus formas,
– de la procreación a
la reproducción…[28]
Es interesante constatar que el
nuevo lenguaje del género reemplaza palabras que expresan realidades
universales, que el cristianismo ha enaltecido.
De ese modo, los siguientes
términos, presentes en el himno a la Caridad de san Pablo (1Co13), son borrados
del lenguaje del género, y por tanto cada vez más del gobierno mundial y
estatal: se trata de las palabras don, plenitud, servicio, mal, envidia,
alegría, verdad, esperanza, perfección…
En cambio, he aquí las palabras
y expresiones que derivan de la ideología del género, que constituyen como una
base de datos informáticos, que corresponde a un nuevo corpus
linguae muy extraño de tipo sociológico-científico: mencionemos
algunas de ellas: perspectiva de género, neutro en cuanto al género,
discriminación sobre la base del sexo, especialista de género, sexo,
especificidad, estereotipos sexuales[29].
El género por tanto ha pasado a
las costumbres, y prosigue su camino de “deconstrucción”, es decir, de
destrucción de la familia y por tanto de la sociedad, en una indiferencia casi
generalizada.
Debemos tomar conciencia de
ello urgentemente para consentir emprender la resistencia, sea cual sea el
precio a pagar: de la burla a la marginación, y del encarcelamiento al
martirio. El veneno ya ha sido inoculado tanto a nivel de las naciones como de
las instancias internacionales, de la cual la más notoria e influyente es la
ONU (las Naciones Unidas), como lo vamos a demostrar seguidamente.
6.
La difusión de la ideología de género a nivel de los Estados y de
las organizaciones internacionales
a.
A nivel de los Estados
La ideología de género está
sostenida, promovida y practicada por la Organización Mundial de la Salud, que
depende de las Naciones Unidas (ONU), y por numerosas organizaciones no
gubernamentales (ONG), particularmente de instituciones de educación y de
sanidad que tienen su sede en los Estados occidentales. Para medir hasta qué
punto de aberración antropológica han llegado los países occidentales, he aquí
dos ejemplos significativos concernientes a Francia:
1. la Fundación Jérôme Lejeune no cesa se
denunciar, ante una indiferencia casi total, que el diagnóstico prenatal
provoca el aborto, y por tanto el asesinato de 96% de niños con síndrome de
Down: es el río de sangre de los nuevos santos Inocentes[30].
2. El 22 de marzo 2016, el tribunal correccional
de Blois condenó a un año de cárcel con condena condicional, a una mujer que
había vendido a dos parejas dos de sus hijos vía Internet, no por haber
considerado a sus hijos como mercancías y haberlos vendido, sino por
haber estafado a las parejas promotoras…[31]
Todo país que rechaza adherirse
a esta ideología es generalmente sancionado: por ejemplo, estos Estados son
penalizados en la recepción de ayudas al desarrollo. Estas ayudas por tanto
están condicionadas a la aceptación por parte de estos países de la ideología
de género. Esta auténtica colonización afecta a todo el continente africano,
especialmente la África llamada sub-sahariana, pero también Asia y América
Latina.
En estos países, muchos se
vieron obligados a crear ministerios del “género”. En efecto, solo en África,
una quincena de Estados ya han adoptado políticas nacionales de tendencia al
“género” en el seno de diversos ministerios (educación, mujer, familia,
juventud, sanidad, trabajo, desarrollo social o también cultura[32].
Estos definen el género de esta
manera: cito por ejemplo de entre uno de ellos: “un conjunto de funciones y de
relaciones entre el hombre y la mujer, que no están determinados por la
biología, sino que dependen del contexto social, cultural, político y
económico”. Los países africanos, y más generalmente, los países en vía de
desarrollo, que no se inclinan a resistir a la oleada homosexual, tienden a
abrir grandes las puertas a la perspectiva del género en su acepción feminista,
sin darse cuenta de que, a la homosexualidad legalizada, seguirá inmediatamente
a esta desviación, pues está incluida en lo que podríamos llamar “el paquete de
regalo” envenenado.
b.
A nivel de los organismos internacionales[33]
En las instancias
intergubernamentales e internacionales, que inspiran la legislación y el
comportamiento de los diversos Estados, el uso de la teoría del género
representa una ruptura con el lenguaje de los instrumentos jurídicos
vinculantes adaptados anteriormente en los años 1990. Tomemos el ejemplo de la
ONU (Naciones Unidas). Hasta los años 1990, los diversos documentos jurídicos
se refieren a los “hombres y mujeres”, a los “esposos” o al “marido” y a la
“mujer”, a los “padres”, a la hora de abordar la igualdad de todos los seres
humanos, en dignidad y en derechos, o cuestiones relativas a la familia, al
matrimonio, a la educación de los hijos[34].
Del mismo modo, se refieren
explícitamente al sexo masculino o femenino cuando abordan la cuestión de la
no-discriminación[35].
La Carta de las Naciones Unidas
de 1945 afirma “los derechos iguales de hombres y mujeres” (preámbulo, 2)[36].
Los instrumentos jurídicos de la ONU de esta época reconocen también la familia
(en singular), como base natural y fundamento de la sociedad[37],
teniendo derecho a la protección de la sociedad y del Estado, y fundada sobre
el matrimonio contraído libremente entre un hombre y una mujer[38].
El cambio comenzó a producirse durante la Conferencia mundial sobre las mujeres
en Pekín (4-15 septiembre 1995), marcada por la intervención muy notable de una
feminista muy célebre, Hillary Clinton, entonces Primera Dama, quien declaraba,
con un atajo sorprendente: “los derechos de la mujer son derechos humanos”[39].
Pese a la oposición virulenta
de países como Estados Unidos y Francia, la Santa Sede no dudó en decir en voz
alta sus puntos de desacuerdo presentes en el documento preparatorio de la
Conferencia, donde había podido observar, por ejemplo, que las palabras “madre”
o la expresión “la familia es la unidad de base” estaban mencionados entre
paréntesis.
El género avanzaba todavía en
parte oculto, pues no está explícitamente definido en la Plataforma de Acción
de Pekín. De hecho, sus promotores, en su mayoría occidentales, que habían
conseguido integrarlo a hurtadillas en el documento, evitaron dar una
definición, de modo que muchos tendieron a interpretarlo en su sentido
gramatical tradicional. No obstante, el malestar era palpable.
Después de la Conferencia de Pekín,
la agenda oculta comenzó a desvelarse. Los organismos de la ONU se aplicaron a
definir el “género”.
Estas llamadas definiciones
siguen siendo largas y ambiguas; cambian sin cesar, pero permiten también una
interpretación que incluye la orientación sexual y la identidad de género.
La definición más “notable” es
aquella de ONU Mujeres: afirma que el género corresponde “a
los atributos sociales y a las oportunidades asociadas al hecho de ser hombre o
mujer y a las relaciones entre mujeres y hombres, así como a las relaciones
entre mujeres y las relaciones entre hombres”, añadiendo que “esos
atributos, oportunidades y relaciones se circunscriben a un contexto y un
tiempo específico por lo que pueden ser cambiantes”.
ONU Mujeres presiona para que
la “igualdad de género y los derechos de la mujer” sean integradas en
los tratados “mundiales”, en particular en la Convención
sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer (CEDAW).
Señalemos que ONU Mujeres no
usa a propósito el término de “tratados internacionales”, sino el
de “tratados mundiales” para hacer comprender su voluntad de
imponer a todos los países sin excepción la ideología de género.
Luego, ONU Mujeres considera
que el documento Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) ha
omitido algunos componentes esenciales al género, como “la salud y los derechos
sexuales y reproductivos” (SDSR). Estos comprendiendo en particular el objetivo
de un acceso “universal” (o “mundial”) a la “gama completa” de preservativos
sea cual sea la edad y el estatus marital, el aborto “sin riesgos”, una
“educación sexual completa” puramente “técnica”…
Y ONU Mujeres concluye: “El
marco de desarrollo más allá de 2015 debe reconocer que la falta de control de
las mujeres y adolescente sobre sus cuerpos y su sexualidad constituye una
enorme violación de sus derechos”.
.
La dictadura a través de la subversión ideológica
Según la ideología del género,
la familia se ha convertido en un lugar donde se negocia el poder. Ya no es la
célula básica de la sociedad y, ni mucho menos, un lugar de amor ni de comunión
interpersonal.
La familia, según los teóricos
del género, es una fuente de desigualdad, y por eso, hay que cambiar las
relaciones de poder entre los hombres y las mujeres, entre los niños y las
niñas, ya desde la enseñanza primaria.
Sabemos que en bastantes países
occidentales, estos objetivos se han convertido en hechos. Por ejemplo, en
Francia, existe un programa de enseñanza que se llama “El ABCD de la igualdad”
que fue propuesto por Najat Vallaud-Belkacem, entonces ministra de los Derechos
de la mujer, y cuyo objetivo era luchar contra “el sexismo y los estereotipos
de género”. Este programa se introdujo de forma experimental a partir del curso
2013-2014 en unas seiscientas aulas de educación infantil y primaria en
Francia.
Ante la oposición que suscitó
esta iniciativa pedagógica, el 25 de noviembre de 2014, Najat Vallaud-Belkacem,
que se había convertido en ministra de Educación nacional, sustituyó el
programa “ABCD” por un plan de acción que… recupera las líneas directrices de
su proyecto anterior. Los partidarios de la ideología del género quieren crear
políticas que debilitaran lo que ellos llaman las “estructuras de
sometimiento”, es decir todas las fuerzas políticas, culturales y religiosas
que atribuyen roles de género estereotipados a hombres y mujeres, y que por
tanto, limitan las decisiones de vida de las mujeres y de las niñas, y que
obligan a los homosexuales a adoptar “roles heterosexuales” que rechazan.
Encontramos aquí los dos
afluentes envenenados que dan lugar a un río llamado “género”: el feminismo y
los grupos homosexuales y transexuales LGBT.
En el libro que acaba de ser
publicado: Religión: la hora de la verdad[40],
Monseñor Roland Minnerath, arzobispo de Dijon, afirma lo siguiente: “La
modernidad ha querido apostar por un hombre cortado de Dios… Pero si Dios ha
creado el mundo y los seres humanos, ha imprimido en ellos un orden procedente
de su sabiduría y de su razón, un orden inteligible para nosotros”.
En otras palabras, la ideología
del género hunde sus raíces en el relativismo, según el cual todo es posible y
aceptable. Benedicto XVI[41],
y a continuación el Papa Francisco[42],
han declarado que nuestras sociedades se orientan hacia una dictadura
del relativismo, que solamente reconoce el propio ego y
sus deseos. Esta ideología que ha penetrado todas las capas de la
sociedad, se inmiscuye dentro de la Iglesia desde el el interior.
El arzobispo emérito de
Chicago, fallecido en abril de 2015, el Cardenal Francis George, declaró el 12
de noviembre de 2012 que, si bien pensaba que, “él iba a morir en su propio
lecho –lo cual resultó ser cierto- podría ser que su sucesor
falleciese en la cárcel, y que el sucesor de su sucesor, bien podía morir
siendo mártir en una plaza pública, por haber, por ejemplo, denunciado la
decadencia de una sociedad, esforzándose por reconstituir de forma paciente la
civilización exactamente como ha hecho la Iglesia en multitud de ocasiones en
la historia de la humanidad”[43].
Por tanto, existen grupos de
presión (los llamados “lobbies”) que quieren imponer la ideología del
género y del relativismo moral. Y si la familia está en peligro, la sociedad
misma está en peligro, y también la fe. En efecto, los obispos (y por tanto
también los sacerdotes, que son sus cooperadores) están llamados a defender la
santidad del matrimonio y de la familia. Si fallan a su misión, nuestro futuro,
el futuro de la humanidad, corren grave peligro, porque la fe siempre está
amenazada por dos frentes: bien por la voluntad de modificar la doctrina
inmutable, bien dando mal ejemplo.
7.
El bello combate por la familia
En nuestros días somos testigos
especialmente de un combate frontal y violento entre “el espíritu del mundo” y
“el Espíritu Santo”. Me explico. En los orígenes de la Iglesia, por ejemplo en
Roma, sabemos por San Pablo (epístola a los romanos, capítulo 1) que el
contexto cultural era bastante similar al contexto cultural que estamos
viviendo actualmente con la banalización del adulterio, la poligamia, la
homosexualidad, el aborto…
Los cristianos de aquella época
no hicieron concesiones, sino que se mantuvieron fieles al Evangelio, incluso
aunque su testimonio fuera a contracorriente de la cultura dominante. Es
gracias a su ejemplo, creíble, que pudieron convertirse en la levadura dentro
de la masa pagana de aquella época, de la cual habla Jesús[44],
de forma que, poco a poco, se produjo una conversión de pueblos enteros.
Y de esa manera Europa se
volvió cristiana y se produjo el florecimiento de una civilización marcada por
el cristianismo, en la cual el matrimonio, especialmente la dignidad de la
mujer, y la familia, con el respeto por los niños desde su concepción, se
pusieron de relieve. Nuestros ancestros en la fe habían elegido, por tanto, el
“Espíritu Santo” y no el “espíritu del mundo”… costase lo que costase… es
decir, hasta sufrir burla, discriminación e incluso martirio.
Sin embargo, durante los dos
últimos Sínodos sobre la familia, celebrados en 2014 y 2015, en un contexto
social y cultural muy similar al que había en la Roma antigua, por lo menos en
Occidente (es decir, caracterizado por la banalización y la legalización del
divorcio por consentimiento mutuo[45],
la unión civil temporal[46] o
las parejas de hecho, la anticoncepción, el aborto, la manipulación genética,
la fecundación “in-vitro” que supone la masacre de fetos considerados indeseables,
la legalización del “matrimonio” homosexual[47]…),
la tentación de consentir al espíritu del mundo dominante en la actualidad ha
surgido gracias a una excusa teológica-pastoral errónea: la adaptación de las
enseñanzas de la Iglesia a las realidades del mundo contemporáneo, o si
prefieren en un lenguaje más teológico, la adaptación de la doctrina de la
Iglesia a los casos particulares que entran en la pastoral.
Este auténtico entusiasmo por
este modelo, que sin embargo no era un descubrimiento reciente (piensen en las
teorías desviadas de Hans Küng…), retransmitido por los medios de comunicación
indulgentes, incluidos medios católicos, ha ganado un cierto número de obispos,
uno de los cuales no dudó en calificar este paradigma de “fuente de la
revelación”.
8.
Conclusión
9.
Para concluir, me gustaría
citar un extracto de la Carta a las familias del Papa San
Juan Pablo II, del 2 de febrero de 1994 [48].
Verán cómo esta carta sigue siendo tan actual:
“¡Que Cristo, que es el mismo
«ayer, hoy y siempre» (cf. Hb 13, 8), esté con nosotros mientras doblamos las
rodillas ante el Padre, de quien procede toda paternidad y maternidad y toda
familia humana (cf. Ef 3, 14-15) y, con las mismas palabras de la oración al
Padre, que él mismo nos enseñó, ofrezca una vez más el testimonio del amor con
que nos «amó hasta el extremo» (Jn 13, 1)!
Hablo con la fuerza de su
verdad al hombre de nuestro tiempo, para que comprenda qué grandes bienes son
el matrimonio, la familia y la vida; y qué gran peligro constituye el no respetar
estas realidades y una menor consideración de los valores supremos en los que
se fundamentan la familia y la dignidad del ser humano.
¡Que el Señor Jesús nos
recuerde estas cosas con la fuerza y la sabiduría de la Cruz (cf. 1 Co 1,
17-24), para que la humanidad no ceda a la tentación del «padre de la mentira»
(Jn 8, 44), que la empuja constantemente por caminos anchos y espaciosos,
aparentemente fáciles y agradables, pero llenos realmente de asechanzas y
peligros! Que se nos conceda seguir siempre a Aquel que es «el Camino, la
Verdad y la Vida» (Jn 14, 6).
San Juan Pablo II dijo en
varias ocasiones que “el futuro de la
humanidad pasa por la familia”.
Sí, si la batalla final entre
Dios y el reino de Satanás pasa por el matrimonio y la familia, tenemos que
tomar conciencia urgentemente de que estamos ya en el corazón de esta batalla
espiritual de la cual dependen el futuro de nuestras sociedades humanas, y
sabemos que la familia, fundada en el matrimonio de amor, monógamo, libre, fiel
e indisoluble, es la célula básica.
Nuestras familias cristianas
son como esos múltiples alveolos de cera de las colmenas, por tanto frágiles y
que deben ser reforzadas continuamente, que constituyen la colmena donde todos
estamos llamados a probar la miel de la Verdad, es decir las Palabras
salvíficas del Señor Jesús y de su Esposa, la santa Iglesia.
En este año jubilar de la
Misericordia, encontremos refugio, al igual que María, la Madre del Redentor y
nuestra Madre, en el Corazón de Jesús, en ese Sagrado Corazón atravesado por
amor a nosotros… antes de que sea demasiado tarde.
+ CARDENAL ROBERT SARAH
NOTAS:
[2] Entrevista con la prensa durante el
vuelo hacia Portugal. Cf. sitio Internet del Vaticano. Concerniente nuestro tema,
estos pecados cometidos en la Iglesia son el silencio, los compromisos y por
tanto la cobardía de un cierto número de clérigos que temen testimoniar en
favor de la verdad sobre el matrimonio y la familia.
[4] Cf. Exhortación post-sinodal Amoris Laetitia, 19 de marzo 2016, nº56. Cf. sitio Internet
del Vaticano.
[5] Prefacio de Christ’s new Homeland-Africa.
Contribution to the Synod on the Family by African Pastors, San Francisco 2015, 8.
[7] Sobre la cuestión del “gender” en
general, este estudio se refiere mucho a la destacada labor de Marguerite A.
Peteers, La perspectiva de género: orígenes ideológicos lejanos de una
norma prioritaria del gobierno mundial, en el Coloquio organizado por la asociación Pétrusse con ocasión
del XX aniversario del Año internacional de la Familia, 24 de mayo 2014,
Luxemburgo, pp.4 y5. Cf. también en la bibliografía de este autor: La mundialización de la
revolución cultural occidental, Dialogue Dynamics, 2011; El género, ¿una norma mundial?, Mame, 2013; La nueva ética mundial:
desafíos para la Iglesia, Dialogue Dynamics, 2006; El ciudadano y la persona.
Rebelión y reconciliación,
Dialogue Dynamics, 2014.
[13] Los filósofos racionalistas, y luego los
revolucionarios, califican la fe católica de “superstición medieval”. Ese era
uno de los cargos de acusación que, bajo el Terror, justificaba la pena de
muerte pronunciada por los tribunales revolucionarios contra los católicos
fieles a su fe. [14] Cf. Marguerite A. Peeters, “La vocación final de la mujer: mundialización
y signos de los tiempos”, Coloquio: La vocación de la mujer en la
Iglesia, Curia Patriarcal Maronita,
Oficina de la Pastoral de la
Mujer, Ghazir, 25 octubre 2015,
p.3.
[16] Marguerite A. Peeters, “Tratamiento de
términos tales como “gender” y “sexo” y de fórmulas más recientes tales como
“orientaciones sexuales” e “identidad sexual” en el discurso ordinario y en el
contexto de documentos de la ONU”, Evento paralelo organizado por la Misión de
Observador Permanente de la Santa Sede “Para preservar la
universalidad de los derechos humanos”, Ginebra, Palacio de las Naciones, 9 de marzo 2012, pp. 2-3.
[17] Es decir, la radiografía que sucedió al
estetoscopio: éste ya permitía a los padres conmovidos escuchar los latidos del
corazón de su hijo.
[18] “Derecho natural”, no en el sentido de
una interpretación naturalista como la de J.J Rousseau, sino tal como lo define
Santo Tomás, como un derecho querido por Dios y aprehendido por la razón humana;
está por tanto inscrito en la naturaleza del ser humano.
[19] Aunque en una resolución del 3 de julio
del 2002 el Parlamento europeo recomendó a los Estados miembros legalizar el
aborto.
[20] Las feministas reanudarán la teoría del
superhombre para justificar su propia teoría del “poder masculino” que hay que
arrancar de manos de los hombres.
[21] Su compañera, Simone de Beauvoir,
pronunció un día esta frase que se convirtió en proverbial en los círculos
feministas: “no se nace mujer, se llega a serlo”.
[25] Cf. Gilles Lipovetsky, La era del vacío, París, Gallimard, 1983; Tony
Anatrella, No a la sociedad
depresiva,
París, Flammarion, 1997.
[26] Cf. Marguerite A. Peeters, “La
definición de los nuevos conceptos de base para el matrimonio y la familia”,
Coloquio: La familia y los desafíos actuales en el Medio-Oriente, Centro mundial para el diálogo entre las civilizaciones
“Liqaa”, Rabweh, 7-8 noviembre 2014, p.4.
[28] Cf. Marguerite A. Peeters, “La
definición de los nuevos conceptos de base para el matrimonio y la familia…”,
p. 4.
[29] Cf. Marguerite A. Peeters, “La
definición de los nuevos conceptos de base para el matrimonio y la familia…”,
p.4.
[30] Cf. Sitio Internet de la “Fundación
Jérôme Lejeune”. Durante la presentación de su libro Las primeras víctimas del transhumanismo (París, Ed. Pierre Guillaume de Roux, 2016),
Jean-Marie Le Méné, Presidente de la Fundación Jérôme Lejeune declaró que « el
gran logro de la ideología transhumanista es haber conseguido reciclar una
eugenesia detestable –condenada después del nazismo- en una eugenesia
aceptable. La orden establecida es de aquí en adelante la eliminación
por compasión de las personas discapacitadas. El 5 de marzo
2016, la periodista Anne Sinclair ¿no declaró acerca del aborto de los niños
diagnosticados con síndrome de Down que se trataba de una “eugenesia protectora
para evitar tragedias”? Las políticas han cedido a las empresas farmacéuticas.
Con el 96% de abortos de niños diagnosticados con síndrome de Down, nuestra
sociedad ha convertido en mortal una patología que no lo es. Es una convulsión
inédita en la historia de la medicina” (cf. L’Homme nouveau, nº1611 del 26 de marzo 2016, p.4).
[32] Entre esos países citemos: Burkina Faso,
Burundi, República democrática del Congo, Guinea ecuatorial, Kenia, Lesoto,
Isla Mauricio, Ruanda, Sudán del Sur, Tanzania, Uganda, Zambia, Zimbabue…
[33] Cf. Marguerite A. Peeters, “Tratamiento
de términos tales como “gender” y “sexo” y de fórmulas más recientes tales como
“orientaciones sexuales” e “identidad sexual” en el discurso ordinario”, pp.
3-6.
[34] De esta forma, la Declaración Universal
de los Derechos Humanos (DUDH) de 1948, art.16 y art.26/3; el Pacto
Internacional de Derecho Cívicos y Políticos (ICCPR) de 1966, art.23/3; el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ICESCR) de
1966, art.10/1; y la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (CEDAW) de 1979, preámbulo, art.9.
[35] Cf. por ejemplo DUDH, art.2; ICCPR,
art.1, 4, 24/1; ICESCR, art.2/2; CEDAW, preámbulo, art.1; Convención sobre los
Derechos del Niño (CDN) de 1979, preámbulo, art.2.
[36] Encontramos esta misma expresión en:
DUDH (preámbulo, 5), ICCPR (art.3); ICESCR (art.3); CEDAW (preámbulo) y CDN
(art.29).
[39] Recordemos que Hillary Clinton será
probablemente la candidata del partido democrático de las próximas elecciones
estadounidenses de noviembre 2016, y que bien podría salir elegida…
[41] Especialmente en la homilía de la
Misa Pro eligendo Romano Pontifice, 18 abril 2005. Cf. Sitio Internet del Vaticano.
[42] En particular en el Discurso al cuerpo
diplomático, 22 de marzo 2013. Cf. Sitio Internet del Vaticano.
[45] En Francia, una sentencia del Tribunal
de Casación del 17 diciembre 2015 estimó que el adulterio ya no es contrario a
la ley moral. En efecto, en el litigio que oponía Patrick Devidjan a la
revista Point de Vue,
que el diputado acusaba de
difamación por haber revelado una relación extra-conyugal, el Tribunal de
Casación estimó que “la evolución de las costumbres así como la de las
concepciones morales, ya no permiten considerar que la imputación de una
infidelidad conyugal sería por sí misma pueda perjudicar el honor o la
consideración”. Sin embargo, a pesar de la ley del 11 de julio 1975 que
despenaliza el adulterio, la fidelidad todavía sigue inscrita en el Código Civil
francés (art.212).
[47] 13 países europeos (de los cuales 11
miembros de la Unión europea) reconocen el matrimonio homosexual: Países Bajos
(desde 2001), Bélgica (2003), España (2005), Suecia (2009, con una disposición
que obliga a la Iglesia a encontrar un pastor para celebrar los matrimonios
religiosos), Noruega (2009), Portugal (2010), Islandia (2010), Dinamarca
(2012), Francia (2013), Gran Bretaña (Inglaterra y Gales en 2013, Escocia en
2014), Finlandia (2014), Luxemburgo y por fin Irlanda (2015).
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