LAS SANTAS MUJERES QUE
ALABA LA SAGRADA ESCRITURA...
En el rito del
matrimonio, existe una fórmula de bendición de los esposos que se remonta a los
primeros siglos del cristianismo. En dicha bendición se realiza una especial
invocación sobre la nueva esposa, que dice así:
"...Concede a tu hija el don del amor y de la paz,
y la gracia de seguir siempre
el ejemplo de aquellas santas mujeres
que son alabadas en la Sagrada Escritura..."
y la gracia de seguir siempre
el ejemplo de aquellas santas mujeres
que son alabadas en la Sagrada Escritura..."
Es bueno -en este
día- recordar a tantas mujeres que son nombradas en el Antiguo y el Nuevo
Testamento, comenzando por la Madre de Dios, que es la única mujer que posee
una ciencia propia: la mariología. Mujer por excelencia, a quien la Iglesia
venera en grado sumo, por su dignidad única, su ejemplo de santidad y su
maternal intercesión.
En los Evangelios se
nombra a muchas mujeres que se encuentran con el Señor, en distintas
circunstancias: a Isabel, a la profetisa Ana en el Templo, a la samaritana en
el pozo de Jacob, a María Magdalena -quien tuvo el privilegio de ser la primera
testigo delResucitado-, a las hermanas Marta y María de Betania, a la viuda de
Naim, a la hemorroísa, a la cananea, a la viuda del óbolo, a la sirofenicia, a
la que lo ungió, a las mujeres en el camino al Calvario, a las mujeres en la
crucifixión y en la tumba, a las primeras colaboradoras en el anuncio del
Evangelio...
Y es también bueno
memorar el extensísimo listado de mujeres canonizadas, de todos los tiempos,
estados y situaciones: religiosas, esposas y madres de familia, vírgenes,
educadoras, mártires, reinas, reformadoras, místicas...
Y tantísimas mujeres
que permanecen en el anonimato de su vida fiel en su propio estado y vocación,
que hemos conocido y que conocemos.
Todas ellas son
motivo de exaltación por su inigualable "genio femenino" (al decir de
San juan Pablo II). Y a quienes dirigimos nuestra gratitud.
Son ejemplo, de los
tantos en la historia de la humanidad, con que Dios ha reunido al hombre y a la
mujer en la igualdad de su condición, a su imagen y semejanza. Cada cual en su
misión, propia e insustituible, sin suprimir la diversidad, con una
complementariedad que construye el verdadero entramado social en paz.
Las santas mujeres en el sepulcro vacío" de Fra Angelico (c.1450)
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