ITE
AD JOSEPH!
Acudamos confiadamente a San José, y admiremos en él
la imagen del servidor fiel y prudente que supo poner a Dios en el centro de su
vida y de su corazón.
Hoy que es tan fácil dejarse arrastrar por el torbellino
de una vida materialista, por un ambiente superficial, alejado y descuidado de
la dimensión espiritual del ser humano y de la existencia.
San José nos da un ejemplo de prudencia y de
sensatez, mostrándonos a Dios como el único cimiento sólido y duradero sobre el
que edificar nuestra vida.
Ite ad Joseph!
Necesitamos acudir a José para comprender que si de
verdad estimamos nuestra fe como el mayor y el más valioso de los tesoros
recibidos de Dios, entonces nuestra vida ha de girar en torno a ella, porque allí donde
está tu tesoro, allí está tu corazón.
Es cuestión de aprender a ordenar acertadamente las
prioridades de nuestra vida.
El amor a Dios y nuestra santificación debieran ser
el valor prioritario y todo lo demás añadidura.
Ite ad Joseph!
Porque debemos redescubrir que la fidelidad a Dios
pasa por entregarle a Él el timón de nuestra vida para que nos dirija y
gobierne sabiamente.
Ser fiel a Dios conlleva vivir en actitud de escucha
atenta a su Voluntad, en la confianza y obediencia a su Voluntad
No se vive en auténtica fidelidad a Dios cuando no
se practica el santo abandono, tal y como el niño se abandona enteramente en
los brazos de su padre y de su madre.
Cuanto más queramos controlarlo todo, atar todos los
cabos de nuestra vida, proyectar cada segundo de nuestro tiempo y asegurar
hasta el más mínimo riesgo, entonces más necesitados estaremos de Ir a
José para aprender de él la sabiduría del Varón justo que se ha puesto
totalmente en manos de Dios y a disposición de su voluntad salvadora.
Ite ad Joseph!
Vayamos a él sin vacilar, que nos enseñará la
ciencia escondida a los sabios y revelada a los sencillos y humildes de
corazón, no con palabras, sino con los ejemplos de su propia vida.
Con su testimonio silencioso de varón justo y
prudente, de padre ejemplar, de hombre de oración y de trabajo, de atento
custodio de su Hijo, de administrador fiel de lo que le fue confiado:
Custodio de Jesús
Custodio de Jesús en su divina infancia
protege en la niñez la vida de la gracia.
Modelo en el hogar de amor sincero y casto,
que reine el puro amor en el hogar cristiano.
Humilde San José, paciente en la pobreza,
aumenta nuestro amor y fe en la providencia.
Obrero del taller y obrero de las almas
ayuda en su labor al hombre que trabaja.
Protege, San José, la Iglesia a ti confiada;
defiéndela del mal,
condúcela a la Patria.
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