EL TINKUNACO:
LA CELEBRACIÓN DEL “ENCUENTRO” EN LA RIOJA
La rica historia que posee La Rioja tiene un acontecimiento muy
importante, que se celebra cada año el 31 de diciembre.
La Historia es verdadera Maestra de vida, y recordar esta celebración nos remite a la intención de una paz duradera en nuestro país, dividido tantos años por rencillas e ideologías que tiñeron de sangre los maravillosos valles y llanos riojanos.
San Francisco Solano en una antigua pintura limeña.
Cuando
Don Juan Ramírez de Velazco en 1591 fundó la ciudad de “Todos los Santos de la
Nueva Rioja” trazó la cuadrícula de la ciudad, reservando algunos espacios para
las órdenes religiosas: franciscanos, mercedarios, los dominicos, jesuitas y
destinó un solar frente a la plaza mayor para la Iglesia Matriz.
En la actualidad, entre la Iglesia
Catedral, dedicada a San Nicolás de Bari, patrono de la ciudad y el convento de
San Francisco, se realiza allí la más importante ceremonia religiosa del país (por
su antigüedad y significado) que concita la participación de miles de fieles de
otras provincias argentinas: EL
TINKUNACO.
Con esta voz quechua, que significa ENCUENTRO, fusión o mezcla, los riojanos reviven los
acontecimientos sucedidos en la Pascua de 1593, cuando los diaguitas resolvieron
atacar la ciudad. Las armas apostadas en el fuerte de Las Padercitas fueron
insuficientes para resistir el ataque de alrededor de 9000 indios conducidos
por 45 caciques que bajaron a la aldea recién fundada desde sus poblados.
Ante esta situación los españoles recurrieron a los oficios de SAN FRANCISCO SOLANO, quién logró
restablecer la paz. Fray Francisco, que recorrió gran parte de Sudamérica desde
Lima como incansable misionero, es llamado “el taumaturgo del Nuevo Mundo” por
la enorme cantidad de milagros y prodigios que se le atribuyen. Donde llegaba, las tribus más guerreras e indómitas lo recibían al son de batalla, pero después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano,
conseguía que todos empezaran a escucharle con un corazón dócil y que se
hicieran bautizar por centenares y miles. El Padre Solano tenía una hermosa voz
y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra.
Para recordar ese hecho de paz se
estableció una ceremonia religiosa que aún hoy se realiza cada 31 de diciembre,
al mediodía.
La salida en procesión de la imagen de San
Nicolás de Bari desde la Catedral
de la ciudad de La Rioja ocurre en tanto que desde la iglesia de San Francisco (ubicada en la esquina opuesta de la plaza principal)
se lleva en andas la pequeña imagen del
“Niño Dios” vestido de alcalde.
Desde el templo de San Francisco de Asís parten los AILLIS
(cofradía en que se organizaron los diaguitas), son los devotos del Niño
Alcalde (una imagen del Niño Jesús de Praga con atributos de intendente) y
portan su imagen en la procesión (Ailli es una voz quechua que significa
triunfo, victoria) Visten vincha y poncho y en ambos atuendos un espejito. Los
preside el Inca (cargo renovado hereditariamente) que canta al compás de su
caja y del arco un antiguo himno. Estos elementos responden a los que usaba el
Inca del Perú.
Desde la Iglesia Catedral parten los ALFÉRECES (cofradía en la
que se organizaron los españoles) Están presididos por el Alférez Mayor (cargo
electivo que se renueva todos los años) quién es acompañado por 12 Apóstoles y
12 Aspirantes con sus correspondientes estandartes.
A las 12 en punto ambas procesiones se encuentran frente a la
Casa de Gobierno y la imagen de San Nicolás, con todo el pueblo reunido, se
arrodilla tres veces frente al Niño Alcalde, reconociendo en él, al Señor. Con
este acto se reafirma una tradición iniciada hace 426 años, cuando los
diaguitas decidieron de rendir tributo de alabanza al Señor.
Una imagen maravillosa
que nos propone la paz
que nos propone la paz
y cerrar “grietas” en nuestra sociedad, tan dividida.
Por eso invocamos al gran San Francisco
Solano,
para que, una vez más logre
un verdadero Tinkunaco en nuestra Patria.
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