50 años del
alunizaje
de la Apolo XI
20 DE JULIO DE 1969
EL EVANGELIO Y LOS SALMOS EN LA LUNA
Los tres astronautas de la misión APOLO XI: Armstrong, Aldrin y Collins.
Este sábado 20 de julio se cumplen 50
años del día en que el módulo lunar Eagle de la misión espacial Apolo 11
aterrizara en el Mar de la Tranquilidad de la Luna.
En ese momento el astronauta Buzz Aldrin
tomó el sistema de comunicación y envió el siguiente mensaje al control en
tierra:
“Me gustaría pedir un momento de
silencio. Invito a cada persona que nos esté escuchando, en cualquier
parte sea, a contemplar por un momento los sucesos de estas últimas horas y dar
gracias del modo que cada uno quiera”.
Esto lo escuchamos todos los que veíamos
absortos la trasmisión por televisión de ese acontecimiento. Sin embargo, la NASA censuró el momento espiritual más importante en la
historia de la exploración del espacio.
Después que Aldrin terminó de dar el
mensaje, leyó el pasaje del evangelio de San Juan:
“Yo
soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mí, y Yo en él, tiene
mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada” (Juan 15,5).
Luego abrió dos pequeños paquetes que contenían
pan y vino de su iglesia parroquial presbiteriana en Texas.
Mientras su compañero Neil Armstrong
miraba en silencio, Aldrin tomó esas especies. Así, la primera comida preparada
y consumida en la Luna fue una expresión simbólica de la Última Cena del Señor
en el Cenáculo de Jerusalén.
Pero, además, el astronauta
presbiteriano tenía un trozo de papel en el que había garabateado algunos
versículos del salmo 8:
«Cuando veo los cielos, obra de tus manos, la Luna y las estrellas que creaste, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te preocupes?».
Aldrin puso el papel sobre la superficie del satélite y regresó a la nave.
«Cuando veo los cielos, obra de tus manos, la Luna y las estrellas que creaste, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te preocupes?».
Aldrin puso el papel sobre la superficie del satélite y regresó a la nave.
El astronauta tuvo la intención de
transmitir estos dos significativos gestos religiosos a la Tierra, pero a
último momento la NASA los silenció para evitar exacerbar la batalla legal que
estaba llevando a cabo una “militante atea” Madalyn Murray O’Hair, conocida
promotora del ateísmo en USA con su “Fundación Ateos de América” y que fue
asesinada en 1995. Ella había pedido que en su lápida se escribiera “Mujer, atea y
anarquista. Esa soy yo”.
Sietes meses antes, Madalyn había
llevado a juicio a la NASA por permitir que los astronautas de la Apolo 8
leyeran el Libro del Génesis en la comunicación de Nochebuena mientras orbitaba alrededor de la Luna.
Cuando la Apollo XI aterrizó en la Luna,
la agencia espacial actuó en conformidad con los reclamos de la activista atea
y censuró ese extraordinario momento religioso de un creyente fuera de la
órbita terrestre.
Esto ocurrió hace ahora medio siglo…
En el inmenso silencio del espacio de
nuestro sistema solar, resonó la Sagrada Escritura, proclamada por un hombre de
fe.
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