EN EL PESEBRE DE BELÉN
Unos versos que trasuntan los sagrados misterios de la Encarnación y la Redención.
Escritos por un poeta gaditano, con el gracejo del sabor popular andaluz.
Y que muestran la gran importancia del "genio femenino" en la Revelación.
Para leer con detenimiento...
UNA VISITA Y UN REGALO
Era en Belén, y era Nochebuena la noche.
Apenas la puerta crujió cuando entraba...
Era una mujer seca, harapienta y oscura,
con la frente de arrugas y la espalda curvada.
–
Venía sucia de barro, de polvo de caminos.
–
La iluminó la luna, y no tenía sombra.
Tembló María al verla; la mula no, ni el buey,
rumiando paja y heno igual que si tal cosa.
–
Tenía los cabellos largos color ceniza,
color de mucho tiempo, color de viento antiguo.
En sus ojos se abría la primera mirada,
y cada paso era tan lento como un siglo.
Temió María al verla acercarse a la cuna.
En sus manos de tierra, ¡oh Dios!, ¿qué llevaría…?
Se dobló sobre el Niño, lloró infinitamente
y le ofreció la cosa que llevaba escondida.
–
La Virgen, asombrada, la vio al fin levantarse.
¡Era una mujer bella, esbelta y luminosa!
El Niño la miraba. También la mula. El buey
mirábala y rumiaba igual que si tal cosa.
–
Era en Belén, y era Nochebuena la noche.
Apenas si la puerta crujió cuando se iba.
María al conocerla gritó y la llamó: «¡Madre!»
Eva miró a la Virgen y la llamó: «¡Bendita!».
–
¡Qué clamor, qué alborozo por la piedra y la estrella!
Afuera aún era pura, dura la nieve y fría.
Dentro, al fin, Dios dormido sonreía teniendo,
entre sus dedos niños, la manzana mordida.
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