EL SEÑOR DEL MILAGRO
DE SALTA
Su Fiesta es una de las manifestaciones de religiosidad popular más
importantes de nuestro país. Cada 15 de septiembre llegan a la ciudad de Salta por miles desde todo
el noroeste argentino
Los peregrinos procesionan por la capital salteña con la milagrosa imagen colonial del Cristo
Crucificado (c.1592) que se custodia en la Catedral-Basílica. Y ante este icono magnífico de la fe -adornado con más de 10.000 claveles rojos- renuevan
todos los años el Pacto de Fidelidad, que se remonta al año del milagro (1692).
Con el himno que cantan los peregrinos, pedimos también hoy
por nuestra querida nación Argentina, en estos inciertos tiempos
pre-electorales. Su letra es un compendio de fe y de historia que se reitera hace más de 300 años.
HIMNO AL SEÑOR DEL
MILAGRO DE SALTA
¡Señor del Milagro,
Cristo Redentor,
del pueblo argentino
no apartes tu amor!
I
Tras largo camino
que amparó el milagro
por mares y montes
llegaste a este suelo,
por tu amor buscando
el amor de un pueblo
II
Más, torpes las almas
no correspondieron
la dulce demanda,
y en olvido ingrato
dejaron tu imagen
por un siglo entero.
III
El duro reclamo
llegó justiciero:
sacudir conciencias
sacudiendo el suelo;
y hubo terremotos,
y aflicción, y duelo...
IV
Y al fin comprendiendo
tu llamado extremo
a tus pies llevaron
su arrepentimiento;
llanto y penitencia,
contrición y ruegos.
V
Fue entonces que quiso
la Virgen María,
(que de pecadores
es Madre y consuelo)
de Dios ante el trono
presentar su ruego.
VI
Y ante el valimiento
de la intercesora,
tu misericordia
se mostró al momento:
suspendió el castigo
y aplacó el siniestro.
VII
Abiertas las almas,
claridad de cielo,
van pasando siglos,
y crece con ellas
la fe con que amante
te adora este pueblo.
VIII
Que es segura dicha
de su amor el premio
porque desde entonces
por siempre sabemos
¡que somos todo tuyos,
y que Tú eres nuestro!
Letra: Emma Solá de Solá
¡Señor del Milagro,
Cristo Redentor,
del pueblo argentino
no apartes tu amor!
I
Tras largo camino
que amparó el milagro
por mares y montes
llegaste a este suelo,
por tu amor buscando
el amor de un pueblo
II
Más, torpes las almas
no correspondieron
la dulce demanda,
y en olvido ingrato
dejaron tu imagen
por un siglo entero.
III
El duro reclamo
llegó justiciero:
sacudir conciencias
sacudiendo el suelo;
y hubo terremotos,
y aflicción, y duelo...
IV
Y al fin comprendiendo
tu llamado extremo
a tus pies llevaron
su arrepentimiento;
llanto y penitencia,
contrición y ruegos.
V
Fue entonces que quiso
la Virgen María,
(que de pecadores
es Madre y consuelo)
de Dios ante el trono
presentar su ruego.
VI
Y ante el valimiento
de la intercesora,
tu misericordia
se mostró al momento:
suspendió el castigo
y aplacó el siniestro.
VII
Abiertas las almas,
claridad de cielo,
van pasando siglos,
y crece con ellas
la fe con que amante
te adora este pueblo.
VIII
Que es segura dicha
de su amor el premio
porque desde entonces
por siempre sabemos
¡que somos todo tuyos,
y que Tú eres nuestro!
Letra: Emma Solá de Solá
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