SAN JERÓNIMO,
Doctor de la Iglesia
Padre de la exégesis bíblica
Filólogo trilingüe y autor de la traducción de la Biblia al latín conocida como Vulgata.
Hoy hace 1559 años fallecía en Belén de
Judea este gran hombre, admirable por su vida y por la obra escrita que ha
dejado. Su prolífica historia nos habla de una Iglesia viva en los primeros
tiempos del cristianismo.
Es uno de los cuatro primeros Doctores de la Iglesia
latina, y su legado de investigación y exégesis de la Biblia no ha sido
superado. También descolló en su vida ascética y su obra apologética.
Nació en Estridón, región de Dalmacia, hoy llamada Croacia, entre el año 331 y 347. Su nombre significa “el que tiene un nombre sagrado”. Su vida la consagró al estudio
de las Sagradas Escrituras.
En Roma, Jerónimo estudió latín desde los dieciséis años, bajo la dirección de Donato, un gran maestro pagano. Llegó a
ser un gran latinista, gran conocedor del griego y de otros idiomas. Pero no
estudiaba libros de crecimiento espiritual ni religioso.
Sus autores predilectos eran los latinos Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, así como los griegos Homero y Platón.
Se integra al naciente monacato, en una comunidad
cenobítica con el deseo de consagrarse a Dios. Y se reprocha “ser ciceroniano y
no cristiano”
Al comprender que no sólo con la erudición y cultura
se alcanza la verdadera sabiduría, dispuso irse al desierto para hacer
penitencia por sus pecados, especialmente por su fuerte sensualidad, su
terrible mal genio y su orgullo. En el desierto, rezaba, ayunaba y pasaba
noches en vela. Sin embargo, no consiguió la paz espiritual, porque su vocación
no era la de vivir en soledad.
Por su gran capacidad y conocimientos, el Papa San Dámaso lo nombró su secretario,
cargo que ejerció con admirable eficiencia, y le encargó redactar las cartas
que el Pontífice enviaba. Luego le encomendó la recopilación y traducción de la
Biblia que en ese tiempo sufría traducciones imperfectas, inexactas. Entonces, Jerónimo descubrió su verdadera vocación, con la
que podía servir a Dios: la de filólogo. La traducción de la Biblia que
circulaba en ese tiempo en Occidente (llamada actualmente Vetus Latina) tenía muchas variantes, imperfecciones de lenguaje e imprecisiones o traducciones no muy exactas. Jerónimo, que escribía con gran sapiencia el latín, tradujo a este idioma toda la Biblia en la traducción llamada Vulgata (literariamente: "la de uso vulgar"). En el año 382 corrigió la versión latina existente del Nuevo Testamento. Aproximadamente en el año 390 comenzó la traducción del Antiguo Testamento.
Jerónimo es el PADRE DE LA EXÉGESIS BÍBLICA. Con sus obras, ejerció un influjo duradero sobre la forma de traducción e interpretación de las Sagradas Escrituras.
Jerónimo es el PADRE DE LA EXÉGESIS BÍBLICA. Con sus obras, ejerció un influjo duradero sobre la forma de traducción e interpretación de las Sagradas Escrituras.
Fueron varios los libros y traducciones que Jerónimo hizo. Cuando tenía unos 40 años fue ordenado sacerdote. En Roma desempeñó altos cargos, pero tenía una forma severísima y
enérgica de corregir defectos de la alta clase social. Por ello, fue motivo de
envidias y calumnias, por lo que dispuso alejarse de Roma para siempre e irse a Tierra Santa.
Sus últimos 35 años los vivió en una gruta,
junto a la cueva de Belén. Allí, en la penitencia y la
oración, se dedicó al estudio de la Santa Biblia y a la ardua tarea de su
traducción al latín y al comentario que realizó a la misma. Varias mujeres ricas romanas,
vendieron sus posesiones y le ayudaron a fundar un convento para hombres y tres
para mujeres, así como una casa para peregrinos que llegaban a visitar el lugar
en el que nació Jesús.
San Jerónimo falleció el 30 de septiembre del año 420, a los 80 años de edad, en Belén. En su memoria se celebra el Día Internacional de la Traducción.
De la oración colecta de este día:
Oh Dios,
que
concediste a san Jerónimo
saber gustar de la sagrada Escritura
y vivirla
intensamente,
haz que tu
pueblo se alimente cada vez más en tu Palabra
y encuentre
en ella la fuente de la vida.
Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo.
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