Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

16 de octubre de 2022

LA GRAVITAS SACERDOTALIS


LA IMPORTANCIA DE LAS MANOS DEL SACERDOTE EN LA LITURGIA

 

Un breve extracto de un artículo de don Enrico Finotti (Cf. LITURGIA CULMEN ET FONS, n.1 – 2021, p. 7) sobre la importancia y el sentido teológico de la disciplina en la liturgia y otros ámbitos que dicen relación a ella. 

 


El autor señala el valor que encierra los gestos litúrgicos del celebrante, empezando por los movimientos y gestos que realiza con sus manos y brazos. En efecto, los gestos del sacerdote son de gran importancia para el decoro del culto y el recogimiento de la asamblea. También a través de gestos corporales el hombre manifiesta la presencia de lo sagrado y el modo adecuado de comportarse ante una realidad que lo trasciende y supera.

Las manos y los brazos

"La posición de las manos y de los brazos es quizá el elemento más recurrente y visible de la gestualidad sagrada. Las manos juntas constituyen la actitud ordinaria para entrar y estar en el altar; de este gesto, cuidado con propiedad y mantenido con constancia, depende la devoción del sacerdote y del pueblo que lo observa. La indisciplina de las manos, que manipulan innecesariamente objetos y páginas, o que se agitan en posiciones inconexas y profanas, secundando de modo superficial movimientos inconscientes e irreflexivos, inducen a la distracción y revelan un ánimo desprovisto de devoción y lejos del sentimiento interior que debe inspirar los gestos sagrados.

 

·         Con las manos apoyadas sobre las rodillas, el sacerdote se sienta a escuchar la palabra de Dios;

 

·       las manos levantadas, con la debida discreción, el sacerdote eleva la alabanza y proclama la gloria del Altísimo;

 

·       con las manos noblemente extendidas sobre las oblatas o sobre el pueblo invoca la epíclesis del Espíritu Santo;

 

·       con las manos temblorosas toca los dones místicos, los eleva con dignidad sagrada, los parte con cuidadosa circunspección, los ofrece con veneración en la santa comunión;

 

finalmente, con las manos bendice y despide al pueblo.

 

Se comprende entonces la importancia que corresponde al sacerdote en la disciplina de las manos, que deben ser el reflejo de las «manos santas y venerables» (Canon Romano) del Señor, contempladas en el acto sublime de la institución de la Eucaristía.

 

Por eso la Iglesia unge las manos sacerdotales con el sagrado crisma y manda que el sacerdote, tras la ablución ritual en la sacristía, acceda al acto de la consagración luego del lavabo, así como los Apóstoles fueron purificados mediante el lavatorio de los pies".

 

Texto completo: liturgiaculmenetfons.it

 

15 de octubre de 2022

SANTA TERESA DE ÁVILA: UNA ANÉCDOTA

 'FÉMINA INQUIETA Y ANDARIEGA'



Así llamaba a santa Teresa de Ávila el nuncio de Roma en España, monseñor Filippo Sega (1577) ante la personalidad fuerte de la reformadora del Carmelo.

Eran tiempos de gran relajación en los conventos y la mundanidad campeaba en los religiosos. Los votos eran sólo una ceremonia. Y Roma, con un criterio de falsa prudencia, quería detener la potente obra apostólica que llevaba adelante la santa abulense.

UNA ANÉCDOTA DE ENTONCES:
"CUANDO EL PODER CIVIL ERA MÁS CATÓLICO QUE LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA"

Siendo Teresa priora del convento de Carmelitas de la Encarnación, un caballero muy galán de la más alta alcurnia frecuentaba en demasía a una monja en el locutorio, prendado de ella.

Lo supo Teresa y presentado el caballero, le indicaron que se tenía que marchar sin ver a «su carmelita». Airado por las continuas negativas, echó por la boca una riada de insultos y amenazas sobre la priora.

Jadeante y erizado él, toda serenidad ella, escuchó de madre Teresa que no quería verle más por allá. Si volvía «haría que el rey ordenara le cortasen la cabeza». ¡Toma ya con la amiga del rey Felipe II!

Marchó asustado el señor «y comenzó a echar voz entre todos los que solían ir al monasterio, diciendo que buscasen ya otros entretenimientos».

¡Cuánto te necesitamos, Teresa!

¡Menuda fémina ésta!

12 de octubre de 2022

LA VIRGEN DEL PILAR Y LA HISPANIDAD

 

12 DE OCTUBRE

¡FELIZ DÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

Y DE LA HISPANIDAD! 

La HISPANIDAD es como un árbol, de venerables raíces, provisto de ramas y frutos diversos, que conforman la Madre Patria y las naciones hispanoamericanas.

La Hispanidad es la manera de afrontar la vida de 400 millones de personas. 

La Hispanidad es una forma de estar y de ser en el mundo desde hace más de 500 años, también en nuestro "mundo globalizado". 

Y con dos medios preciosos y precisos que lo hacen posible:

§  su idioma común, el español, la lengua de todos los pueblos hispanoamericanos.

§  y su fe católica, que nos legaron nuestros padres.



Y tiene una CELESTIAL PATRONA, que reina desde una columna: Nuestra Señora del Pilar, que está muy arraigada  en todos los países de Hispanoamérica.

La imagen mariana del Pilar es la advocación más antigua de la Virgen María (desde el primer siglo del cristianismo) 

La columna que se venera en la Basílica del Pilar en Zaragoza es una pieza de jaspe rosado que data del año 40 y que la tradición señala como un regalo de la Virgen María, en vida, al apóstol Santiago.

Dicha columna esta revestida en plata, y habitualmente se la cubre con un manto ricamente bordado. En su cima se halla una pequeña imagen gótica en madera que representa a la Madre de Dios.

La venerada columna nos habla de constancia, de certeza, de seguridad, de sólido cimiento y de fortaleza.

Es ella un símbolo de la firmeza de la fe de los pueblos hispánicos.

 

Por eso la Iglesia la invoca en este día con esta ORACIÓN COLECTA que refiere a tres virtudes:

 

Dios todopoderoso y eterno,

que en la gloriosa Madre de tu Hijo

has concedido un amparo celestial

a quienes la honran con la advocación del Pilar,

concédenos, por su intercesión,

fortaleza en la fe,

seguridad en la esperanza

y constancia en la caridad.

 

El latín lo expresa con sublime concisión:

 

FIRMITATEM FIDEI

SECURITATE SPES

CARITATEM PATIENTIAM

 

Beatae Virgine et Domina nostra pilarensis

Ora pro nobis!