Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

31 de mayo de 2015

LA SANTÍSIMA TRINIDAD

MISTERIO ESTUPENDO
DEL CUAL PROVENIMOS Y AL CUAL VAMOS

En la solemnidad de la Santísima Trinidad, el Papa Francisco 
se refirió a este gran misterio de nuestra fe,  
e insistió que no olvidemos "para cuál gloria nosotros existimos, trabajamos, luchamos, sufrimos. Y a cuál inmenso premio estamos llamados”.


“La Trinidad es comunión de Personas divinas, las cuales son una con la otra, una para la otra y una en la otra: esta comunión es la Vida de Dios, el misterio de amor del Dios Vivo”, dijo el Obispo de Roma en la Solemnidad, antes de la oración del Ángelus en la plaza del Santuario de san Pedro llena de peregrinos.

El Papa explicó que Jesús resucitado envió a los discípulos a Bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, que la Iglesia ha heredado el mandato misionero y que cada uno de nosotros, gracias al Bautismo, formamos parte de esta comunidad de Amor del Dios Vivo.
La solemnidad litúrgica, dijo Francisco, “al tiempo que nos hace contemplar el misterio estupendo - del cual provenimos y hacia el cual vamos - nos renueva la misión de vivir la comunión con Dios y entre nosotros, sobre el modelo de la comunión trinitaria. No estamos llamados a vivir ‘los unos sin los otros, encima o contra los otros’, sino ‘los unos con los otros, por los otros y en los otros’.”

Ello significa, expresó, “acoger y testimoniar concordes la belleza del Evangelio; vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo alegrías y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorizando los diversos carismas, bajo la guía de los Pastores”, y especificó que “se nos encomienda la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más familia, capaces de reflejar el esplendor de la Trinidad y de evangelizar, no sólo con las palabras, sino con la fuerza del amor de Dios, que habita en nosotros”.
El Sucesor de Pedro animó a que intentemos mantener siempre elevado el ‘tono’ de nuestra vida, recordándonos para qué fin, para cuál gloria nosotros existimos, trabajamos, luchamos, sufrimos. Y a cuál inmenso premio estamos llamados”.



DIAGNÓSTICO DE LA SOCIEDAD DE HOY

MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD EN UNA POSDEMOCRACIA UNIVERSAL Y VIRTUAL

(maqueta idealizada del Coliseo Romano –Anfiteatro Flavio- como luciría en el siglo I, símbolo por antonomasia del lema "panis et circences"

El periodista Juan Manuel de Prada escribe un artículo sobre un libro del político valenciano Orti Bordas, referido a la Posmodernidad y la consecuente Posdemocracia. Los párrafos siguientes son de gran lucidez, haciendo un diagnóstico veraz de nuestro mundo, que trasciende el escenario español actual y está escrito en un español riquísimo.
Aquí unos párrafos:

Todas las enseñanzas de la tradición que la modernidad ya se había ocupado de cuestionar, hostigar y alancear se han desmoronado en la posmodernidad, arrojándonos a una orfandad que sólo podemos combatir con una suerte de frivolidad lúdica.
Inmersos en el caos y el desconcierto (pero un caos apacible y un desconcierto amuermado), después de renegar de cualquier guía o autoridad (y convencidos de que cada cual puede constituirse en autoridad de sí mismo), los hombres posmodernos nos hemos amodorrado con los mass media, hemos cedido a los reclamos publicitarios, nos hemos dejado halagar por los entretenimientos más fútiles y nos hemos ensimismado en la contemplación de nuestro propio ombligo, mendigos de una juventud que queremos alargar grotescamente en el quirófano o mediante el cultivo de aficiones patéticas.
Y, por supuesto, celebramos como grandes conquistas humanas la fragmentación de las ideas, la cultura entendida como mero consumo de baratijas perecederas, el pluralismo de las subculturas, la sumisión a las modas, la celebración idiotizante de cualquier novedad y la exaltación de la propia voluntad, pues el hombre posmoderno, cual chiquilín emberrinchado, se siente autorizado para hacer cualquier cosa con tal de satisfacer sus caprichos y apetencias.
Entretanto, el mundo se ha empequeñecido y a la vez homogeneizado, gracias a los avances tecnológicos y la conversión de los pueblos en masas alienadas (lo que más finamente se denomina «ciudadanía»): todos aspiramos a las mismas cosas, al mismo estilo de vida, a los mismos placebos que mitiguen nuestro sinsentido vital, con el mayor placer y el mínimo esfuerzo.
Cualquier aspaviento ideológico o estético, cualquier moda adventicia se convierte en religión de temporada: hoy es un partido populista constituido con saldos y retales de las tertulias televisivas más casposas, mañana un escritorcillo sin fuste alguno que escribe una crónica de sus excesos juveniles, pasado mañana tal o cual tendencia metrosexual o hipster, según impongan los gurús, porque ya sólo somos zascandiles arrastrados por corrientes globales.
Así florece la posdemocracia. Ortí Bordás la define como una ficción política, una parodia o caricatura, “una situación política supuesta y nominalmente democrática de la que ha sido extraditado el pueblo”
En esta posdemocracia, los poderes oligárquicos pueden hacer lo que libérrimamente desean sin estar sometidos a más voluntad que la suya propia, sabedores de que los nuevos núcleos representativos que surgen del pueblo reducido a masa alienada son informales y efímeros, narcisistas y de fuerzas que se disipan con la rapidez del champán o del trending topic. 
El hombre posmoderno se ha convertido en un hombre de vidrio, escrutado, encuestado y fiscalizado por el poder que, para mayor inri, se siente indefenso y desvalido cuando le falta esa fiscalización.
Son las ventajas de tratar -citamos a Ortí Bordás- con «un individuo enamorado de sí mismo, medularmente materialista, anclado en el presente y sin más horizonte vital que el disfrute del bienestar y el ejercicio de lo que considera sus derechos inalienables e ilimitados».
Allá donde las raíces son negadas, donde los vínculos se consideran un estorbo y la sociedad desarticulada y hedonista se configura como una suma de egoísmos irresponsables que rechazan la búsqueda del bien común, la posdemocracia halla su caldo de cultivo óptimo. Porque nada es más fácil para el poder que halagar necios intereses particulares, para domesticación de masas incapaces para cualquier compromiso fuerte y común.

28 de mayo de 2015

CARTA PASTORAL DEL ARZOBISPO DE WASHINGTON

SER CATÓLICO HOY

Carta Pastoral del Arzobispo de Washington, cardenal Donald Wuerl, donde expresa la importancia de la identidad católica que debe demostrar cada miembro de la Iglesia y cada institución de la Iglesia.


El cardenal indica que todas «las instituciones de la Iglesia –sus parroquias, colegios, universidades, organizaciones de caridad, hospitales, etc. deben reflejar una identidad genuinamente católica en comunión con la iglesia, tanto local como universal, y en fidelidad a la enseñanza católica».
El purpurado recuerda que en la «reciente legislación en diversas partes de nuestra nación, se están llevando a cabo intentos de forzar a la Iglesia a aceptar que haya en nuestras facultades de enseñanza e instituciones de caridad, directivos y personal que viven de una manera que repudia públicamente las enseñanzas de la Iglesia». Y añade:

«La Iglesia no requiere a nadie creer o vivir conforme a su enseñanza, pero insistimos y pedimos la libertad de presentar y demostrar públicamente nuestra fe en nuestras escuelas católicas e instituciones basadas en nuestra fe».
Misericordia, perdón y fidelidad
Tras recordar que todos somos pecadores, el cardenal Wuerl advierte que «no es lo mismo pecar que rechazar enseñanzas, obligaciones, mandamientos y requerimientos específicosindicados por el Señor»
El cardenal recuerda sus primeros años como sacerdote:
«Cuando era un sacerdote joven, en los años 60 y 70, había muchos experimentos y confusión en la Iglesia. Los profesores y el clero eran exhortados por algunos a comunicar y experimentar el amor de Dios, pero hacerlo sin referencia el Credo, los sacramentos o la Tradición de la Iglesia. Aquello no funcionó muy bien. Los católicos crecieron con la impresión de que su patrimonio era poco más que sentimientos agradables y vagamente positivos sobre Dios».
Y añade:
«Aquellos años de experimentos dejaron a muchos católicos espiritual e intelectualmente débiles e incapaces de plantar cara al tsunami del secularismo que vino en las últimas décadas. Perdimos demasiada gente porque fallamos a la hora de enseñarles lo que está bien y mal, acerca del bien común, acerca de la naturaleza de la persona humana. Esto hizo que muchos no fueran capaces de aceptar que somos pecadores que necesitamos a Jesús, porque muchos no sabían ya lo que es el pecado».
Es por ello, asegura el cardenal, que ahora es tan necesaria la nueva evangelización, para lo cual es «crucial que reafirmemos y fortalezcamos nuestra identidad católica y que se respete nuestra libertad en la sociedad y en la ley».
«Hemos recibido algo en la Iglesia que no es nuestro», afirma el arzobispo de Washington. «Como fieles siervos suyos, debemos rendir cuenta al Señor, no a las demandas contrarias de la cultura. Tenemos que permanecer conectados al Señor y ser fieles a la misión que nos ha encomendado»
Adaptarse a los tiempos
El cardenal Wuerl aborda la teoría de que la Iglesia debe cambiar y adaptarse a los tiempos:
«Jesús no cambió su mensaje solo porque algunos de los que le oyeron sintieron que era `dura su enseñanza´ (Jn 6,60). Nadie debería sorprenderse de que la Iglesia continúe siendo fiel al evangelio y las enseñanzas de Jesus. Al fin y al cabo, es su mensaje, su Iglesia. No somos libres para cambiarlo».
E insiste en que se debe respetar la postura de la Iglesia sobre cuestiones morales:
«Mientras que las personas pueden estar en desacuerdo con nosotros y optar por seguir su propio camino moral, el respeto a la libertad de elección no debe implicar que nosotrosdejemos de lado nuestras propias convicciones religiosas y nuestra libertad con el fin de satisfacer todas las demandas de los que tienen otras creencias. La libertad de elección para unos no puede significar que otros no tienen libertad de elección. En particular, no es el papel del gobierno sustituir nuestra moral con su propio juicio y dictaminar qué visión moral es permitida y cuál no lo es».

La Carta Pastoral completa puede leerse en español en el siguiente sitio:



http://www.adw.org/wp-content/uploads/2015/05/DWW-PastoralLetter-Ser-Catolico-Hoy.pdf


27 de mayo de 2015

SOBRE LA VIRTUD DE LA PACIENCIA

Con paciencia todo se logra...

Elogio de la virtud de la paciencia.



  Existen unos conocidos versos de Santa Teresa de Jesús que dicen:

“Nada te turbe, nada te espante
 Dios no se muda.
La paciencia, todo lo alcanza,
quien a Dios tiene, nada le falta.
Sólo Dios basta”.

      Tal importancia tienen estos versos de Santa Teresa, que el  Padre Royo Marín O.P. le dedicó un libro entero, con el título “Nada te turbe, nada te espante” Según Royo Marín: “La paciencia es una virtud derivada de la fortaleza, que “Inclina a soportar sin tristeza de espíritu ni abatimiento de corazón los padecimientos físicos y morales”.

     Fernández Carvajal nos escribe diciendo: “Es necesario saber esperar y luchar con perseverancia, convencidos de que, mientras nos mantengamos en el combate, estamos amando a Dios”. Porque dejar de luchar, es tirar la toalla y entregarse a la voluntad del demonio, del odio y de las tinieblas.

        Para Rusbroquio:
“La paciencia consiste en soportar tranquilamente todo lo que puede acaecer de parte de Dios o de las criaturas. Al hombre paciente, nada puede turbarle. Ni la pérdida de bienes terrenos, de amigos o parientes, enfermedades y afrentas, vida o muerte. Ni el purgatorio, ni el demonio, ni el infierno. Todo se abandona a la voluntad de Dios como lo exige el amor”.

     Y para Henry Nouwen: “La paciencia esfuma el tiempo del reloj y revela un nuevo tiempo, el tiempo salvífico. No se trata ya del tiempo medido por unidades abstractas y objetivas del reloj o del calendario, sino al contrario del tiempo vivido desde dentro y vivenciado como tiempo pleno. De este tiempo pleno es del que habla la Escritura”.

      Enfocando la paciencia desde un punto de vista práctico, San Agustín nos la describe así: “Es aquella virtud por la que toleramos los males con igualdad de ánimo para no abandonar con ánimo desigual los bienes por los que alcanzamos otros mejores”.

     A lo largo de su vida, el hombre se encuentra frente a muchas situaciones, en las que Dios por nuestro bien, desea poner a prueba nuestra paciencia porque si superamos la prueba, tendremos siempre una mayor gloria futura. Ejemplo total de paciencia es la suya esperando que a lo largo de las vidas de los hombres, alguno tome razón y cuenta, de que no se puede pasar la vida ofendiendo a Dios y vuelva sus ojos hacia Él. Es necesario que el hombre entienda que Dios espera pacientemente, pero solo durante toda la vida del hombre, porque si en este su cuerpo material, se derrumba aniquilado, su alma se separa de él y también si muere sin haber amado a Dios, su alma sale del ámbito de amor del Señor, donde ya es tarde para arrepentirse.

          Es preciso que entendamos que Dios espera y es pacientísimo, más no para siempre, el límite de su paciencia está en el final de la vida del alma del hombre en la tierra. 

            Como consecuencia de su inmensa paciencia, Dios nunca tiene prisa y siempre actúa lentamente, tanto en la espera de que nos convirtamos, como para atender nuestras peticiones, si es que está dispuesto a concedérnoslas, porque crea, que ellas serán provechosas para nuestra futura felicidad.

          La práctica de la virtud en nosotros es esencial para nuestra salvación. El tiempo es un factor importante para ser perseverantes y adquirir esta virtud.

         La virtud de la paciencia, juega un papel muy importante en nuestra vida espiritual, porque practicar la paciencia es sufrir sin rechistar los defectos de nuestros semejantes. Es tomar ejemplo de la paciencia que Dios tiene con nosotros. El que se ejercite en fomentar su paciencia, está doblegando su soberbia y aumentando su humildad la virtud más amado y estimada por Dios en el hombre.

     Salvador Canals escribe repitiendo los pensamientos de Dom Vital Lehodey, y diciendo: “Si la paciencia es la vía que conduce a la paz y el estudio el sendero que conduce a la ciencia, la humillación es el único camino que conduce a la humildad. …, con vuestra paciencia, poseeréis vuestras almas; a costa de vuestra paciencia adquiriréis la santidad”.

      Cómo se podrá coronar nuestra paciencia, si no padecemos ninguna adversidad en la vida. Para la adversidad en nuestra vida, no tenemos mejor remedio que aplicar nuestra paciencia, la que tuvo el santo Job, cuando al tener noticia de la pérdida de sus bienes, exclamó: Dios me lo dio y Dios me lo quitó, bendito sea su santo nombre.

         Nos dice San Agustín: “La caridad, el amor a Dios, es la que nos da paciencia en las aflicciones moderación en la prosperidad, valor en las adversidades, alegría en las obras buenas; ella nos ofrece un asilo seguro en las tentaciones, da generosa hospitalidad a los desvalidos, alegra el corazón cuando encuentra verdaderos hermanos y presta paciencia para sufrir a los traidores”. (…) “Sé paciente, puesto que para eso has nacido; sé paciente, porque quizás tú también has sido padecido”. (…) “La verdadera paciencia es compañera de la sabiduría y no esclava de la concupiscencia”.

        Las adversidades que recibamos vengan de donde vinieren, siempre han sido queridas o permitidas por Dios para ti, por lo que deben ser recibidas, como regalos de Dios pues, por medio de ellas tenemos la posibilidad de ejercitar nuestra paciencia y subsiguientemente aumentar nuestro caudal de bienes sobrenaturales, cuando tengamos que presentarnos ante Dos para dar cuentas de nuestra vida en este mundo. 

          La disciplina de la paciencia se practica en la oración y en la acción, y a este respecto Henry Nouwen nos dice: “A primera vista, puede resultar extraño que se vincule la oración con la disciplina de la paciencia. Pero no hay que detenerse a pensar mucho para caer en la cuenta de que la impaciencia nos aleja de la oración”.

          Del fallo de la fortaleza nace la impaciencia, y de la falta de paciencia nace la ira, que a su vez nos conduce a la soberbia y a la falta de caridad.


26 de mayo de 2015

REFUNDAR LA ACCIÓN CATÓLICA

Refundar la Acción Católica

En la Solemnidad de Pentecostés, en España se celebra el día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar.

Con ese motivo, es interesante leer
la Carta Pastoral que redactó el Arzobispo de Sevilla, Monseñor Juan José Asenjo, fechada el 24 de mayo de 2015, donde lamenta que la Acción Católica haya caído en el olvido, considerando tantos hombres y mujeres que pertenecieron a ella y que se caracterizaron por su vida interior, su comunión estrecha con Jesucristo, su amor a la Iglesia, su formación sólida y su afán apostólico sobresaliente.




Queridos hermanos y hermanas:
Celebramos en este domingo la solemnidad de Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo sobre la comunidad apostólica reunida en el cenáculo de Jerusalén, congregada por María la madre de Jesús. En Pentecostés, la Iglesia, bajo el impulso del Espíritu Santo, inaugura la misión encomendada por su Señor de anunciar el Evangelio hasta los últimos confines de la tierra. A partir de entonces, los apóstoles, fortalecidos por la fuerza de lo alto, comienzan a predicar a Jesucristo en los cuatro puntos cardinales del mundo mediterráneo. Desde el día de Pentecostés hasta hoy han sido incontables los cristianos laicos, que habiendo escuchado el mandato misionero de Jesús, lo han anunciado a sus hermanos con la palabra y con la vida.
En España, la fiesta de Pentecostés ha sido siempre el día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, en el que se nos recuerda que todos los cristianos, injertados en Cristo e incorporados a la Iglesia por el bautismo, estamos llamados al apostolado, a proclamar la buena noticia de la salvación de Dios; que Jesucristo vive y que Él es el único salvador de los hombres.
Saludo con gozo y gratitud a todos los grupos y movimientos apostólicos de la Archidiócesis, que eficazmente coordinados por la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar, están dando un testimonio precioso de comunión, de unidad y de vigor apostólico y misionero. Ellos sabrán disculparme si dedico esta carta a la Acción Católica, la institución añeja y venerable que tantos frutos ha deparado a la Iglesia a lo largo de más de un siglo.
Entre sus miembros se cuentan numerosos santos, beatos y mártires, como tales  reconocidos oficialmente por la Iglesia, e innumerables hombres y mujeres que se han distinguido por su vida interior, su comunión estrecha con Jesucristo, su amor a la Iglesia, su formación sólida y su afán apostólico sobresaliente.
Saludo con mucho afecto al pequeño grupo de Acción Católica de nuestra Archidiócesis, que merece una especial gratitud porque incluso en tiempos de inclemencia, después de la gran crisis de los años setenta, siguieron en la brecha custodiando el fuego sagrado y las buenas esencias de esta asociación. Efectivamente, la Acción Católica General nunca desapareció en nuestra Archidiócesis. Viene trabajando con ilusión y responsabilidad y trata de crecer y extenderse en las parroquias. Por desgracia, no contamos con la rama de jóvenes ni de niños. Permanece un pequeño grupo de la JOC y un grupo consistente de la HOAC, que tratan de ser fieles a Jesucristo, a la Iglesia y al mundo obrero, al que pretenden evangelizar. Hace unos años se ha incorporado a la Acción Católica Frater, la Fraternidad Cristiana de personas con discapacidad, que tratan de vivir una verdadera fraternidad evangélica promoviendo el desarrollo integral de estos cristianos y su incorporación plena a la sociedad y la Iglesia con un espíritu evangelizador y apostólico.
El Concilio Vaticano II trató expresamente de la Acción Católica en el decreto sobre el apostolado de los laicos (n. 20). Allí se enumeran los cuatro rasgos que identifican a la Acción Católica: la eclesialidad, que significa que la Acción Católica tiene el mismo fin apostólico de la Iglesia, la evangelización; la secularidad, lo que quiere decir que es una institución constituida exclusivamente por fieles laicos, que son quienes la dirigen y planifican sus planes y trabajos; la organicidad, es decir que los fieles laicos trabajan de forma organizada, a la manera de un cuerpo orgánico y, por fin, la unión con los pastores, con los que trabajan en estrecha comunión.
Uno de los objetivos del Plan Pastoral diocesano para el curso 2014-2015 era la potenciación de la Acción Católica General, que tanto el señor obispo auxiliar como un servidor querríamos ver extendida en toda la Archidiócesis como camino de evangelización y de apostolado asociado íntimamente ligado al ministerio del obispo y a la Iglesia diocesana y sus parroquias. Efectivamente, la Acción Católica puede ser una herramienta formidable en el marco de la Nueva Evangelización y un instrumento muy efectivo para articular la pastoral parroquial y asegurar la perseverancia de los numerosos grupos que están participando en las misiones populares que están celebrándose en numerosas parroquias.
La Nueva Evangelización fue el horizonte que el papa Francisco marcó a la Acción Católica Italiana el 3 de mayo de 2014. Este es, afirmó el Papa, “el paradigma de la Acción Católica: el paradigma misionero… Ésta es la elección que hoy hace la Acción Católica. Sobre todo las parroquias, especialmente aquellas marcadas por el cansancio y la cerrazón… Se trata de asumir el dinamismo misionero por el laicado diocesano que vive en estrecha corresponsabilidad con los Pastores”.

Esperando que sean muchos los sacerdotes y los laicos que se entusiasmen y se comprometan a implantar la Acción Católica en sus parroquias,  pido al Señor que nos ayude a lograrlo, al mismo tiempo que os envío a  todos mi saludo fraterno y mi bendición. 
En esta Archidiócesis de Sevilla, a veinticuatro días del mes de mayo del año del Señor dos mil quince.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla



DISTINTIVO DE LA ACCIÓN CATÓLICA ESPAÑOLA





25 de mayo de 2015

MATER ECCLESIAE, ora pro nobis

LA MATER ECCLESIAE

                  Hoy en la Argentina, además de la fiesta patria, se celebra a María Virgen en su título de MADRE DE LA IGLESIA (que el Papa Pablo VI proclamó en 1964)
            El episcopado argentino, hace 40 años, estableció que el lunes posterior a Pentecostés se conmemorara esta advocación mariana, que tiene una tradición de muchos siglos.
               Y la contemplamos en el Cenáculo de Jerusalén junto al Colegio Apostólico, cuando se “escucho un fuerte ruido con viento y descendieron lenguas de fuego sobre cada uno de ellos”. Comenzó así la predicación apostólica que llevó a la Iglesia a todos los rincones de la tierra.



                    En el año 1980 un estudiante universitario que rezaba el Ángelus se percató que en la Plaza de San Pedro había muchísimas esculturas de santos, pero ninguna de María Virgen. Así se lo dijo al Papa Juan Pablo II, quien encargó colocar una mayólica con la inscripción MATER ECCLESIAE, (que inauguró el 8 de diciembre de 1981) en una ochava que da sobre la Plaza diseñada por Bernini.





INVOCAMOS A MARÍA SANTÍSIMA
-MATER ECCLESIAE-
PIDIÉNDOLE SU INTERCESIÓN
POR LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN ARGENTINA,
POR SUS OBISPOS, SACERDOTES, CONSAGRADOS,
Y TODO EL PUEBLO FIEL.

Y decimos con el Himno de Laudes de esta Memoria:

Lucero de la mañana,
norte que muestra el camino,
cuando turba de continuo
nuestro mar la tramontana.
Quien tanta grandeza explica
sin alas puede volar,
porque no podrá alabar
a la que es más santa y dichosa.

Sois pastora de tal suerte,
que aseguráis los rebaños
de mortandades y daños,
dando al lobo cruda muerte.
Dais vida a quien se os aplica,
y en los cielos y en la tierra
libráis las almas de guerra,
como poderosa y rica.

Si vuestro ejemplo tomasen
los pastores y los rebaños,
yo fío que de dolores
para siempre se librasen.
Tanto Dios se os comunica,
que sin fin os alabamos,
y más cuando os contemplamos
en el mundo la más dichosa. Amén.



24 de mayo de 2015

LA CIUDAD DE BUENOS AIRES BAJO EL PATROCINIO DEL ESPÍRITU SANTO

EN EL DÍA DE PENTECOSTÉS (24 de MAYO)Y EN LA VISPERA DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO EN BUENOS AIRES (25 DE MAYO)



Un breve comentario histórico, a partir de una reliquia heráldica porteña de gran valor.


Nuestra ciudad de Buenos Aires tiene una ligazón muy estrecha desde sus orígenes con el Espíritu Santo, ya que fue fundada como CIUDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y PUERTO DE SANTA MARÍA DE LOS BUENOS AYRES.




En este día de Pentecostés y en vísperas de un aniversario de la Revolución de Mayo (hecho histórico profundamente porteño)  queremos referirnos al antiquísimo tapiz que preside hasta hoy la sala capitular del Cabildo de Buenos Aires en Plaza de Mayo, bajo dosel de terciopelo rojo.



Este tapiz fue confeccionado hacia el año 1650. Es una de las reliquias históricas más importantes de la ciudad. Más de 350 años en ese mismo lugar nos hablan de las profundas raíces religiosas de nuestra urbe.




En su parte superior se hallan los dos patronos de Buenos Aires NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES Y SAN MARTIN DE TOURS, Obispo.




En el centro, el escudo imperial de España, correspondiente a Carlos I, con sus reinos:




Rodea el escudo español el Toisón de Oro, del cual pende el escudo de la ciudad de entonces.




Nótese que en este escudo primigenio (con trazos bastantes rústicos) ya se encuentra LA PALOMA y un ANCLA, y debajo unas aguas agitadas, que representan el derrotero de la historia humana.

La PALOMA es símbolo del ESPIRITU SANTO que aletea sobre la Creación y protege a quienes navegan por dichas aguas.

El ANCLA es un antiguo ícono que representa la ESPERANZA (la expectativa por la llegada a buen puerto)

Rodea el escudo el título dado a la ciudad por el rey Felipe V: 'MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE LA SSMA. TRINIDAD Y PTO. DE STA. MARÍA DE BUENOS AYRES', conferido en 1716 que, cien años después, en las posteriores Invasiones Inglesas (1806) corroboraría con creces en la heroica Reconquista de la ciudad.

El cuadro de la Sala Capitular del  Cabildo de Buenos Aires es el testimonio heráldico  más importante y antiguo de nuestra Ciudad, y frente a él juraron, el 25 de mayo de 1810,  quienes conformaron nuestro primer gobierno patrio.

En siglos posteriores se hicieron nuevos diseños del escudo de la ciudad, pero siempre conservando en su cima la Paloma del Espíritu Santo. Es una pena que haya desaparecido el ancla de estos nuevos isotipos.



En estas vísperas de la Revolución de Mayo y en Pentecostés, pedimos que el Espíritu Santo siga asistiendo con su luz a nuestra querida metrópoli porteña.

(con datos tomados del blog HERALDICA EN ARGENTINA)