SAN JUAN DE ÁVILA
Modelo de predicador
“Su
predicación era fuego encendido, que transformaba el corazón de sus oyentes, y
los convertía de pecadores en santos".
De la Carta del Obispo de Córdoba, España, de
Mayo 2015
San
Juan de Ávila fue declarado doctor de la Iglesia por el papa Benedicto XVI el 7
de octubre de 2012. Y llegan miles de peregrinos a venerar su sepulcro en
Montilla. De todo el mundo y especialmente de la diócesis españolas.
Cardenales, obispos, sacerdotes, familias, consagrados, seglares, jóvenes y
adultos. Montilla se ha convertido en un lugar santo por el sepulcro del
Maestro de Santos, Juan de Ávila. Sus reliquias han recorrido casi todas las
diócesis de España, a demanda de sus obispos y sacerdotes, llevando consigo su
corazón como símbolo de un amor que, viniendo de Dios, ha encendido el pecho de
Juan de Ávila en amor a Dios y a los hombres sus hermanos.
Dicen que
su predicación era fuego encendido, que transformaba el corazón de los oyentes
y los convertía de pecadores en santos. Así le sucedió a san Juan de Dios, que
al escuchar a Juan de Ávila salió corriendo por las calles de Granada gritando.
“Dios me ama!”
Y
eso le sucedió al duque de Gandía, que escuchando al Maestro Ávila en los
funerales de la emperatriz Isabel antes de su entierro en Granada y viendo un
cadáver descompuesto de quien había sido la primera dama del imperio, llegó a
la conclusión: “Ya no serviré más a reyes que puedan perecer”, y se convirtió
en san Francisco de Borja.
En el día de la memoria litúrgica de San Juan de Ávila,
le pedimos su intercesión,
para que nunca nos falten Obispos y sacerdotes
que sean celosos predicadores del Reino de Dios,
y enciendan, en los corazones de los fieles, el deseo de santidad.
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