Refundar la
Acción Católica
En la Solemnidad de Pentecostés, en España se celebra el día de la Acción
Católica y del Apostolado Seglar.
Con ese motivo, es
interesante leer
la Carta Pastoral que
redactó el Arzobispo de Sevilla, Monseñor Juan José Asenjo, fechada el 24 de
mayo de 2015, donde lamenta que la Acción Católica haya caído en el olvido, considerando
tantos hombres y mujeres que pertenecieron a ella y que se caracterizaron por
su vida interior, su comunión estrecha con
Jesucristo, su amor a la Iglesia, su formación sólida y su afán apostólico
sobresaliente.
Queridos hermanos y hermanas:
Celebramos en este domingo la solemnidad de
Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo sobre la comunidad apostólica
reunida en el cenáculo de Jerusalén, congregada por María la madre de Jesús. En
Pentecostés, la Iglesia, bajo el impulso del Espíritu Santo, inaugura la misión
encomendada por su Señor de anunciar el Evangelio hasta los últimos confines de
la tierra. A partir de entonces, los apóstoles, fortalecidos por la fuerza de
lo alto, comienzan a predicar a Jesucristo en los cuatro puntos cardinales del
mundo mediterráneo. Desde el día de Pentecostés hasta hoy han sido incontables
los cristianos laicos, que habiendo escuchado el mandato misionero de Jesús, lo
han anunciado a sus hermanos con la palabra y con la vida.
En España,
la fiesta de Pentecostés ha sido siempre el día de la Acción Católica y del
Apostolado Seglar, en el que se nos recuerda que todos los
cristianos, injertados en Cristo e incorporados a la Iglesia por el bautismo,
estamos llamados al apostolado, a proclamar la buena noticia de la salvación de
Dios; que Jesucristo vive y que Él es el único salvador de los hombres.
Saludo con gozo y gratitud a todos los grupos y
movimientos apostólicos de la Archidiócesis, que eficazmente coordinados por la
Delegación Diocesana de Apostolado Seglar, están dando un testimonio precioso
de comunión, de unidad y de vigor apostólico y misionero. Ellos sabrán
disculparme si dedico esta
carta a la Acción Católica, la institución añeja y venerable que tantos frutos
ha deparado a la Iglesia a lo largo de más de un siglo.
Entre sus
miembros se cuentan numerosos santos, beatos y mártires, como tales
reconocidos oficialmente por la Iglesia, e innumerables hombres y mujeres
que se han distinguido por su vida interior, su comunión estrecha con
Jesucristo, su amor a la Iglesia, su formación sólida y su afán apostólico
sobresaliente.
Saludo con mucho afecto al pequeño grupo de Acción Católica de nuestra
Archidiócesis, que merece una especial gratitud porque incluso en tiempos de
inclemencia, después de la gran crisis de los años setenta, siguieron en la
brecha custodiando el fuego sagrado y las buenas esencias de esta asociación.
Efectivamente, la Acción Católica General nunca desapareció en nuestra
Archidiócesis. Viene trabajando con ilusión y responsabilidad y trata de crecer
y extenderse en las parroquias. Por desgracia, no contamos con la rama de
jóvenes ni de niños. Permanece un pequeño grupo de la JOC y un grupo
consistente de la HOAC, que tratan de ser fieles a Jesucristo, a la Iglesia y
al mundo obrero, al que pretenden evangelizar. Hace
unos años se ha incorporado a la Acción Católica Frater, la Fraternidad
Cristiana de personas con discapacidad, que tratan de vivir una verdadera
fraternidad evangélica promoviendo el desarrollo integral de estos cristianos y
su incorporación plena a la sociedad y la Iglesia con un espíritu evangelizador
y apostólico.
El Concilio
Vaticano II trató expresamente de la Acción Católica en el decreto sobre
el apostolado de los laicos (n. 20). Allí se enumeran los cuatro rasgos que
identifican a la Acción Católica: la eclesialidad, que significa que la Acción
Católica tiene el mismo fin apostólico de la Iglesia, la evangelización; la
secularidad, lo que quiere decir que es una institución constituida
exclusivamente por fieles laicos, que son quienes la dirigen y planifican sus
planes y trabajos; la organicidad, es decir que los fieles laicos trabajan de
forma organizada, a la manera de un cuerpo orgánico y, por fin, la unión con
los pastores, con los que trabajan en estrecha comunión.
Uno de los objetivos del Plan Pastoral diocesano para el
curso 2014-2015 era la potenciación de la Acción Católica General, que tanto el
señor obispo auxiliar como un servidor querríamos ver extendida en toda la
Archidiócesis como camino de evangelización y de apostolado asociado
íntimamente ligado al ministerio del obispo y a la Iglesia diocesana y sus
parroquias. Efectivamente, la
Acción Católica puede ser una herramienta formidable en el marco de la Nueva
Evangelización y un instrumento muy efectivo para articular la pastoral
parroquial y asegurar la perseverancia de los numerosos grupos que están
participando en las misiones populares que están celebrándose en numerosas
parroquias.
La Nueva
Evangelización fue el horizonte que el papa Francisco marcó a la Acción
Católica Italiana el 3 de mayo de 2014. Este es, afirmó el Papa, “el paradigma de la Acción
Católica: el paradigma misionero… Ésta es la elección que hoy hace la Acción
Católica. Sobre todo las parroquias, especialmente aquellas marcadas por el
cansancio y la cerrazón… Se trata de asumir el dinamismo misionero por el
laicado diocesano que vive en estrecha corresponsabilidad con los Pastores”.
Esperando que sean muchos los sacerdotes y los laicos que
se entusiasmen y se comprometan a implantar la Acción Católica en sus
parroquias, pido al Señor que nos ayude a lograrlo, al mismo tiempo que
os envío a todos mi saludo fraterno y mi bendición.
En esta Archidiócesis de Sevilla, a veinticuatro días del mes de mayo del año del Señor dos mil quince.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
DISTINTIVO DE LA ACCIÓN CATÓLICA ESPAÑOLA
No hay comentarios:
Publicar un comentario