Homenaje al Cardenal Santiago Copello
y al arquitecto Carlos Massa
En la ciudad de Buenos Aires, la impronta del gobierno pastoral del Cardenal Copello está presente en cada uno de sus barrios
La ciudad de Buenos Aires tiene, en cada uno de sus tradicionales
barrios tanto céntricos como periféricos, un templo parroquial que es un
referente ineludible de la idiosincrasia de cada uno de esos barrios.
Durante los primeros 189
años de obispados porteños virreinales (entre 1622 y 1810) hubo 8 parroquias, llamadas "históricas". Luego comienza un crecimiento paulatino de la población, que
requiere nuevas parroquias: en la década de 1910 se erigen 12 nuevas parroquias
y en la de 1920 otras 23.
El período más prolífico de creación de parroquias porteñas ocurre
en los 27 años de gobierno pastoral
porteño de monseñor
Santiago Copello (1932-1959). En esos años fundó nada menos que 62 parroquias.
La vida y la obra del Cardenal Copello es una estela de realizaciones,
que lo convierten en una personalidad brillante de nuestro país. Fue un hombre
descollante en lo organizativo y en lo religioso. Providencial para la
Argentina de aquel entonces. Tuvo a su cargo la preparación del inolvidable
Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires, en 1934. Organizó y dio
impulso al Seminario Mayor y Menor Metropolitano. Fundó la Acción Católica, con
una presencia destacadísima de los laicos, eligiendo como su primer asesor al
Padre Caggiano, más tarde su sucesor.
Fue el primer cardenal argentino, y también el primero que nació y vivió
en Hispanoamérica. Participó en los conclaves en los que se eligieron a Pio
XII, Juan XXIII y Pablo VI y en el Concilio Vaticano II. Fue miembro fundador
del CELAM.
Su clarividente proyección pastoral se plasmó en la construcción de más
de 80 nuevos templos en la
ciudad. Y fue el arquitecto
Carlos Massa quien supo concretar, con bellas y sólidas
edificaciones, nuevas iglesias en cada uno de los barrios que iban creciendo en
ese entonces, y que eran considerados periféricos.
Los templos de Massa, construidos en zonas no-céntricas y de baja
densidad poblacional, fueron el único referente monumental durante décadas en
un contexto de casas bajas y sencillas. Las torres de sus campanarios eran una
invitación a mirar al cielo y marcaban el compás de las horas de trabajo y
descanso.
Y esas magníficas construcciones son, en la actualidad, lugares
históricos y religiosos destacados. Para ello siguió un patrón arquitectónico
muy parecido, basado en el estilo
neorománico, con diferentes subtipos. El románico era el estilo
predilecto de monseñor Copello, y su arquitectura invita al recogimiento y la
piedad. En la bulliciosa ciudad de hoy, son oasis de silencio y religiosidad,
verdaderos lugares consagrados al culto.
Según la clasificación realizada por el profesor Lázara, tenemos 36 iglesias diseñadas por Carlos
Massa, La divide en seis tipos y, entre ellos, cuatro "patrones neorrománicos" (con la fecha de erección de la parroquia y el barrio porteño donde se ubica)
I. Patrón neorrománico catalán (6 templos)
1. Santa María (1934 - Caballito)
2. Santa Amelia (1936 - Almagro)
3. Tránsito de la Virgen (1936 - Once)
4. San Alfonso María de Ligorio (1934 - Parque Chas)
5. San Juan María Vianney (1944 - Agronomía)
6. San Saturnino y San Judas (1934 - Parque Chacabuco)
II. Patrón neorrománico tardío (11 templos)
7. San Bartolomé, apóstol (1932 - Boedo)
8. Nuestra
Señora de Luján Castrense (1930 - Palermo)
10. Resurrección de Señor (1934 – Chacarita)
14. San Ramón nonato (1935 – Monte Castro)
III. Patrón neorrománico económico (5 templos)
18. Santa Teresa del niño Jesús (1930 -
Agronomía)
IV. Patrón neorrománico “calchaquí–hispanoamericano” (5
templos)
23. San Pablo, apóstol (1928 – Colegiales)
V. Patrón neocolonial (2 templos)
28. San Isidro labrador (1945 – Saavedra)
VI. Patrón “campanario central” (3 templos)
30. Santa Elisa (1938 – Constitución)
VII. Patrón “atípico” (4 templos)
33. San Nicolás de Bari (1935 – Centro)
LA PARROQUIA
DEL BARRIO DE BOEDO:
SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL,
Una breve historia.
Don Bartolomé Devoto fue un hombre
afortunado. Nacido en 1835 en la ciudad de Lavagna, Génova, durante el reinado
de Vittorio Emanuele II, cursó estudios elementales en su ciudad natal, donde
vivió hasta los quince años. Viajó entonces hacia la Argentina con uno de sus
hermanos, Antonio, acudiendo al llamado de Cayetano, que ya se encontraba en el
país y lo mismo hizo Tomás, el menor de los hermanos, cuatro años más tarde,
por lo que el año 1855 encuentra a la familia reunida en Buenos Aires.
Los hermanos Devoto trabajaron con tesón,
fundando importantes compañías de importación y exportación. Tanto Antonio como
Bartolomé intervinieron en la formación del Banco de Italia y Río de la Plata,
del cual fueron ambos Directores. También adquirieron en 1904 Colonias y
Estancias Trenel, en la Pampa central, donde fundaron poblados, acercando el
ferrocarril a esas lejanas regiones.
La fortuna de Bartolomé crece a la par de la
de sus hermanos y se casa en la iglesia de La Merced con Virginia Arrotea, que
fallece un tiempo después, dejándole una hijita: Virginia. Tiempo más tarde
vuelve a contraer nupcias, esta vez con doña Juana González, quien
curiosamente, pertenecía al personal de servicio de la casa de los Devoto.
Doña Juana fue una mujer excepcional, lo que
seguramente contribuyó para que don Bartolomé fuese un hombre afortunado.
Pese a su
humilde origen, al fallecer don Bartolomé en enero de 1920 en su lujoso chalet
marplatense, comenzó a administrar la cuantiosa fortuna heredada, demostrando
tener una mente brillante para los negocios. Pero el incremento de su riqueza no
podía compensar la falta del compañero,
por lo que decidió erigir una iglesia en su memoria, como homenaje al hombre a
quien había amado tanto.
Juana puso en manos de la Curia Metropolitana
de Buenos Aires una cuantiosa suma que haría posible la erección de una parroquia en
la Ciudad de Buenos Aires, con la única salvedad de que la misma estuviese
consagrada a San Bartolomé Apóstol, para poder así dedicarla a la memoria de su
extinto esposo. Quizás el hecho de que la viuda de Devoto no eligiera
especialmente ningún solar dentro de la ciudad, hizo que la elección del mismo
estuviese a cargo de Monseñor Copello. Este obispo porteño, propulsor de tantas
capillas e iglesias importantes en la Argentina, escogió un barrio alejado del
centro de Buenos Aires, en una zona donde aún imperaban las quintas y algún que
otro horno de ladrillos. La única calle importante del lugar, daba nombre al
barrio humilde, de casas bajas y pequeños locales comerciales, que se alineaban
a lo largo de ese camino que había conocido el trajinar de vacunos en su camino
a los viejos mataderos de Parque de los Patricios. Su nombre: Boedo.
Don José Lancestremere y don Miguel Lesertua
eran propietarios, desde 1917, del terreno de Chiclana 3647/49, esquina Boedo.
Funcionaba allí una herrería con una gran caballeriza anexa, con capacidad para
más de veinticinco animales, lo que la convertía en un lugar sumamente
concurrido por ser el servicio que prestaba, algo imprescindible en una época
en que los autos eran todavía cosa rara en el barrio. La Curia compró dichos
terrenos y la erección
canónica data del 31 de diciembre de 1932. Los planos edilicios se
encuentran firmados por el mismísimo Monseñor Copello, lo que habla de su
interés en la erección del nuevo templo, diseñado por el prolífico arquitecto
Carlos Massa.
Según cuentan viejos vecinos de la zona, la
construcción del templo alteró visiblemente la tranquilidad del lugar. Los
jóvenes se acercaban con curiosidad, las mujeres esperando ansiosas la
finalización de la obra para tener un lugar en el barrio para sus oraciones, ya
que en aquél momento la iglesia más cercana era la Basílica de Nuestra Señora
del Rosario de Nueva Pompeya, y los ancianos se reunían a comentar el trabajo
de los albañiles. Al fin llegó el momento esperado. Era el 18 de noviembre de 1934. Se hizo presente la
señora Juana González de Devoto acompañada por miembros de su familia, Monseñor
Copello bendijo las instalaciones y fue madrina de la nueva parroquia la señora
Ana Encarnación Bernal Harris, esposa del Presidente de la Nación, don Agustín
P. Justo.
A lo largo de estos 85 años solamente ocho párrocos han estado a cargo de San Bartolomé. Son ellos: el Padre Ratto, el
Presbítero Luis Brasesco, el Padre Raúl Lucchia Puig, el Presbítero -hoy
Monseñor- Cayetano Saladino, el Padre Bonano, el Padre Carlos Oliveros Eloy, el padre Adrián Viola, y en la actualidad el Padre Fernando Lorenzo.
El bello templo parroquial fue construido con
materiales nobles y diseñado con una exquisita estética, siguiendo el estilo
neorománico.
Imágenes de Nuestra Señora del Carmen y de San José, en el Presbiterio
El altar en una Exposición Eucarística
Una de las doce cruces de consagración del templo
Sus puertas, mármoles, pisos, la balustrada
que balconea en los altos en derredor de la iglesia, sus columnas con arcos de medio punto y capiteles, sus bancos y altares,
todos hablan de solidez y calidad, destinados al culto y consagrados a la oración.
Sobre la puerta exterior de la casa y colegio parroquial está labrado el escudo episcopal del Cardenal Copello.
La puerta principal, con el estilo característico de los templos románicos, tiene una serie de arquivoltas, filigranas talladas en su arco de medio punto, que replican a las iglesias medievales, y sus costados lucen ocho columnitas que realzan el pórtico.
El tímpano muestra a los cuatro evangelistas (simbolizados en el león, el novillo, el águila y el hombre y en su mandorla un Cristo sedente bendiciendo.
Tabernáculo en el antiguo Retablo mayor.
Sobre la puerta exterior de la casa y colegio parroquial está labrado el escudo episcopal del Cardenal Copello.
La puerta principal, con el estilo característico de los templos románicos, tiene una serie de arquivoltas, filigranas talladas en su arco de medio punto, que replican a las iglesias medievales, y sus costados lucen ocho columnitas que realzan el pórtico.
El tímpano muestra a los cuatro evangelistas (simbolizados en el león, el novillo, el águila y el hombre y en su mandorla un Cristo sedente bendiciendo.
El Calvario en la entrada del templo
Puerta de ingreso al templo parroquial
Se destacan los tres vitrales del ábside, alusivos a la vida de San Bartolomé.
- El vitral central representa a San Bartolomé (Natanael) debajo de la higuera, cuando es visto por Jesús (cf. Jn. 1, 48)
- el de la izquierda, el encuentro con Jesús, cuando San Bartolomé es llevado por San Felipe ante Él (cf. Jn.1, 45)
- y, finalmente, el de la derecha nos muestra al apóstol participando de la Última Cena (cf. Mc. 14, 22)
(fragmentos tomados de la monografía
presentada por Silvia Nora Martinez)
excelente blog. Gracias por la publicación.
ResponderEliminarExcelente blog. Gracias por la publicación.
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