LA MADRE TERESA DE CALCUTA
NOS ENSEÑA EL VALOR DE LA CONTEMPLACIÓN Y
DEL SILENCIO
“Ante todo hay que dedicar tiempo a la
contemplación y al silencio, sobre todo si vivimos en las grandes ciudades
donde todo es agitación. Por esto he decidido abrir nuestra primera casa de
hermanas contemplativas, cuya vocación es de orar durante la mayor parte del
día, en Nueva York y no en el Himalaya, porque sentía que en las grandes urbes
hay más necesidad de silencio y de contemplación.
Yo comienzo la oración siempre por el
silencio. En el silencio habla el corazón con Dios. Dios es amigo del silencio
y debemos escucharle porque lo que cuenta no son nuestras palabras sino lo que
Él dice, y lo que dice a través de nosotros.
Lo que la sangre es para el cuerpo, es la
oración para el alma. Nos acerca a Dios y purifica nuestro corazón. Una vez
purificado el corazón podemos ver a Dios, hablarle y descubrir su amor en la
persona de cada uno de nuestros hermanos humanos.
Si vuestro corazón es puro, vosotros seréis
transparentes en la presencia de Dios, no disimularéis nada, y entonces le
ofreceréis libremente lo que Él espera de vosotros”.
De la Beata Teresa de Calcuta (1910-1997)
Fundadora de las Hermanas Misioneras de la
Caridad,
Camino de sencillez, cap. 7.
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