Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

3 de enero de 2016

NOMEN EIUS JESUS


FIESTA DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS.

Desde los primeros años del cristianismo el nombre de Jesús es venerado por los creyentes. 

Su recitación es sinónimo de bendición y de piedad.




 Escudo de la Compañía de Jesus, cuyo lema es "NOMEN EIUS IESUS ET VOCATUM EST" (tomado de Lc.2,21: "Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y SE LE PUSO EL NOMBRE DE JESÚS,  nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción").


REFLEXIÓN DE SAN JUAN PABLO II


"NO HAY NINGÚN OTRO NOMBRE POR EL CUAL PODAMOS SALVARNOS"

«El nombre “Jesús”, considerado en su significado etimológico, quiere decir “Yahvé libera”, salva, ayuda. Antes de la esclavitud de Babilonia se expresaba en la forma “Jehosua”: nombre que contiene la raíz del santísimo nombre de Yahvé. Después de la esclavitud babilónica tomó la forma abreviada “Jeshua” que en la traducción de los Setenta se transcribió como “Jesoûs”, de aquí “Jesús”.

El nombre estaba bastante difundido, tanto en la antigua como en la Nueva Alianza. Es, pues, el nombre que tenía Josué, que después de la muerte de Moisés introdujo a los israelitas en la tierra prometida: “Él fue, según su nombre, grande en la salud de los elegidos del Señor... para poner a Israel en posesión de su heredad” (Eclo 46, 1-2). Jesús, hijo de Sirah, fue el compilador del libro del Eclesiástico (50, 27). 

En la genealogía del Salvador, relatada en el Evangelio según Lucas, encontramos citado a “Er, hijo de Jesús” (Lc 3, 28-29). Entre los colaboradores de San Pablo está también un tal Jesús, “llamado Justo” (cf. Col 4, 11).

El nombre de Jesús, sin embargo, no tuvo nunca esa plenitud del significado que habría tomado en el caso de Jesús de Nazaret, y que había sido revelado por el ángel a María (cf. Lc 1, 31 ss.) y a José (cf. Mt 1, 21). Al comenzar el ministerio público de Jesús, la gente entendía su nombre en el sentido común de entonces. 
(...)

En la tradición del pueblo de Israel el nombre “Jesús” conservó su valor etimológico: “Dios libera”. Por tradición, eran siempre los padres quienes ponían el nombre a sus hijos. 

Sin embargo en el caso de Jesús, Hijo de María, el nombre fue escogido y asignado desde lo alto, y antes de su nacimiento, según la indicación del Ángel a María, en la anunciación (Lc 1, 31 ) y a José en sueño (Mt 1, 21). “Le dieron el nombre de Jesús”, subraya el Evangelista Lucas, porque este nombre se le había “impuesto por el Ángel antes de ser concebido en el seno de su Madre” (Lc 2, 21).

En el plan dispuesto por la Providencia de Dios, Jesús de Nazaret lleva un nombre que alude a la salvación: “Dios libera”, porque Él es en realidad lo que el nombre indica, es decir, el Salvador. Lo atestiguan algunas frases que se encuentran en los llamados Evangelios de la infancia, escritos por Lucas: “...os ha nacido... un Salvador” (Lc 2, 11), y por Mateo: “Porque salvará al pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). 

Son expresiones que reflejan la verdad revelada y proclamada por todo el Nuevo Testamento. Escribe, por ejemplo, el Apóstol Pablo en la Carta a los Filipenses: “Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un Nombre, sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble la rodilla y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor (Kyrios, Adonai) para gloria de Dios Padre” (Flp 2, 9-11).

La razón de la exaltación de Jesús la encontramos en el testimonio que dieron de El los Apóstoles, que proclamaron con coraje: "Porque en ningún otro hay salvación, ni existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos».  (Act 4, 12)».

San Juan Pablo II, catequesis del 14 de enero de 1987


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