CONSAGRAR LA VIDA
ENTERA
En el Año de la vida consagrada
Hay un oficio, no obstante, inusual,
esporádico, ocasional. Y, "pasando por uno de tantos" es el oficio
más antiguo del orbe. Pues antes de que se plantara papa y ajo, antes de que
hubieran puentes y diques, antes de las riñas y las clases, los versos y los
viajes, antes, muy antes, a las puertas blindadas del Paraíso proscripto, nace
el oficio más antiguo del mundo.
Llora Adán y su clamor inaugura la tarea primigenia del hombre: la Liturgia.
Desde entonces, hay hombres que remiendan
zapatos y quienes plantas papa y ajo. Y hay entre ellos unos, unos pocos,
dedicados a la Liturgia. Hombres --día y noche-- dedicados a la Liturgia.
Hombres que existen para la Liturgia. Y nada más que para la Liturgia.
Liturgos.
Estos hombres, ciertamente, además, comen,
duermen, ríen, cocinan y barren. Y hasta escriben en Facebook. Pero no: nada,
absolutamente nada de todo eso los justifica, les otorga sentido. Estos hombres
--llamados también monjes-- viven para la Liturgia. Todo lo demás que hagan y
deshagan, digan y desdigan, todo, absolutamente todo es arena suelta, agua
entre los dedos. Y sus vidas mismas no serían más que inerte polvo barrido por
el viento sin este oficio que es idéntico a su existencia misma.
Hay hombres dedicados a remendar zapatos. Y
otros, a plantar papa y ajo. Y hay hombres dedicados a la Liturgia, mientras
dura la espera. Mientras dura la Luna.
Hay hombres que dedican su vida a remendar
zapatos. Y Dios ve que eso es muy bueno. Otros, a plantar papa y ajos. Bueno
también. Hay hombres que consumen sus días en construir puentes y diques y
otros, en atender dispepsias, hernias y laringitis. Hay quienes aportan por la
música, la danza o la rinoscopia. Además, hay abogados y maestros y dentistas,
poetas y colectiveros. Y Dios los ve a todos y e cuán bueno es todo eso.
Hay un oficio, no obstante, inusual, esporádico, ocasional. Y, "pasando
por uno de tantos" es el oficio más antiguo del orbe. Pues antes de que se
plantara papa y ajo, antes de que hubieran puentes y diques, antes de las riñas
y las clases, los versos y los viajes, antes, muy antes, a las puertas
blindadas del Paraíso proscripto, nace el oficio más antiguo del mundo.
Llora Adán y su clamor inaugura la tarea primigenia del hombre: la Liturgia. ve
cuán bueno es todo eso.
Hay un oficio, no obstante, inusual, esporádico,
ocasional. Y “pasando por uno de tantos” es el oficio más antiguo del orbe.
Pues antes que se plantaran papas y ajos, antes que se construyeran puentes y
diques, antes de las riñas y las clases, los versos y los viajes, antes, muy
antes, a las puertas blindadas del Paraíso proscrito, nace el oficio más
antiguo del mundo.
Llora Adán y su clamor inaugura la tarea
primigenia del hombre: la Liturgia.
Desde entonces hay hombres que remiendan zapatos
y quienes plantan papas y ajos. Y hay entre ellos unos pocos, muy pocos, dedicados a
la Liturgia. Hombres –día y noche- dedicados a la Liturgia. Hombres que existen
para la Liturgia. Y nada más que para la Liturgia. Liturgos.
Esos hombres, ciertamente, además comen, ríen,
cocinan, y barren. Y hasta escriben en Internet. Pero nada, nada de todo los
justifica, les otorga sentido. Estos hombres –llamados también monjes- viven
para la Liturgia. Todo lo demás que hagan y deshagan, digan y desdigan, todo
absolutamente todo, es arena suelta, agua entre los dedos.
Y sus vidas mismas
no serían más que inerte polvo barrido por el viento sin este oficio que es
idéntico a su existencia misma.
Hay hombres dedicados a remendar zapatos. Y otros
a plantar papas y ajos. Y hay otros dedicados a la Liturgia, mientras dura
la espera. Mientras dure la Luna.
Reflexión del Monasterio argentino del Cristo Orante.
e cuán bueno es
todo eso.e cuán bueno es todo eso.
Hay un oficio, no obstante, inusual, esporádico, ocasional. Y, "pasando
por uno de tantos" es el oficio más antiguo del orbe. Pues antes de que se
plantara papa y ajo, antes de que hubieran puentes y diques, antes de las riñas
y las clases, los versos y los viajes, antes, muy antes, a las puertas
blindadas del Paraíso proscripto, nace el oficio más antiguo del mundo.
Llora Adán y su clamor inaugura la tarea primigenia del hombre: la Liturgia.
Desde entonces, hay hombres que remiendan zapatos y quienes plantas papa y ajo.
Y hay entre ellos unos, unos pocos, dedicados a la Liturgia. Hombres --día y
noche-- dedicados a la Liturgia. Hombres que existen para la Liturgia. Y nada
más que para la Liturgia. Liturgos.
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