El tiempo de Adviento es tiempo para “reforzar” la virtud teologal de la Esperanza.La iconografía cristiana, desde los orígenes ha simbolizado a esta virtud con el ancla. Aquí, brevemente, su significado.
“Esta esperanza que
nosotros tenemos,
es como un ancla del alma, sólida y firme,
allí mismo donde Jesús entró por nosotros,
como precursor, convertido en Sumo Sacerdote
para siempre,
según el orden de Melquisedec”
(Hebreos,
6, 19-20)
Como tema iconográfico, el símbolo del ancla o áncora
fue usado desde muy antiguo por los artistas que habitaban en las zonas que
circundan al Mar Mediterráneo para representar la navegación
marítima.
Por el hecho de mantener una embarcación fija en el mar, también se
constituyó en alegoría de la esperanza o de la salvación.
Por ser una masa de peso que retiene al navío, el ancla se considera un símbolo
universal de firmeza, solidez, tranquilidad y fidelidad. En medio de la
movilidad del mar y de los elementos, ella es lo que fija, ata, inmoviliza o
asegura.
En el cristianismo,
el ancla se convirtió en símbolo de Cristo quien
evita el «naufragio espiritual». Entre los poetas místicos, el áncora y la cruz unidas (cruz-ancla)
expresa la voluntad de no abandonarse a los remolinos de la sensibilidad
humana, fijando la voluntad a la cruz de Cristo como fuente de toda gracia.
El ancla era considerada la última salvaguarda del marino en la
tempestad, por lo cual se la asociaba con la esperanza, que queda como sostén
ante las dificultades de la vida.
El uso simbólico del ancla en el cristianismo
se relaciona con la cita de la carta a los Hebreos (cf. Hb 6, 19) donde
se hace referencia a las promesas de Dios en Jesucristo como esperanza
A partir de ese texto se dio un uso continuo de esta imagen por parte
de los Padres de la Iglesia, especialmente san Agustín y san Juan
Crisóstomo. Así en las representaciones de arte paleocristiano, el ancla simbolizó la esperanza en la resurrección,
en la vida definitiva con Dios. El ancla (esperanza), unida al pez (que
representa a Cristo) indicaba entonces la esperanza en Cristo. Con esta
simbología se la encuentra en las catacumbas
de san Sebastián, de san Calixto y de Priscila, y en otros lugares (no solo
cementerios) durante los primeros cuatro siglos de la era cristiana.
La cruz-ancla (que incorpora un travesaño horizontal en la
espiga vertical del ancla) es un tema usado para significar la pasión de Jesús.
(En la foto: la estela
funeraria de Licinia Amias, una de las evidencias epigráficas
cristianas más antiguas en la que se registra un ancla como símbolo. La misma
se observa en el nivel intermedio, acompañada de las figuras de dos peces. El
mármol pertenece a la necrópolis vaticana de Roma y data del siglo III d.C).
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