El color morado de este tiempo litúrgico nos invita a una oración más intensa y fervorosa, a una espera serena y confiada, que resuena en la antífona del Invitatorio de estos días sagrados:
AL REY QUE VIENE, AL SEÑOR QUE SE ACERCA
¡VENID, ADORÉMOSLE!
HIMNO
DE LAUDES
Una
clara voz resuena
que las tinieblas repudia,
el sueño pesado se ahuyenta,
Cristo viene, el Señor se acerca.
Despierte el alma adormida
y sus torpezas sacuda,
que para borrar los males
un astro nuevo relumbra.
De arriba llega el Cordero
que ha de lavar nuestras culpas;
con lágrimas imploremos
el perdón que nos depura,
porque en su nueva venida
que aterroriza y conturba,
no tenga que castigarnos,
mas con piedad nos acuda.
Al Padre eterno la gloria,
loor al Hijo en la altura,
y al Espíritu Paráclito
por siempre alabanza suma. Amén.
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