Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

16 de diciembre de 2014

DE LA DIGNA PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN EUCARISTICA

DE LA PREPARACIÓN PARA RECIBIR LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA



Un antiguo apotegma latino enseña que; 
"LAS COSAS SANTAS DEBEN SER TRATADAS SANTAMENTE"


Dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

1384 El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía: "En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn 6,53).

1385 Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. San Pablo exhorta a un examen de conciencia: "Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo" ( 1 Co 11,27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar.

1386 Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión (cf Mt 8,8): "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme". En la Liturgia de san Juan Crisóstomo, los fieles oran con el mismo espíritu:
«A tomar parte en tu cena sacramental invítame hoy, Hijo de Dios: no revelaré a tus enemigos el misterio, no te  te daré el beso de Judas; antes como el ladrón te reconozco y te suplico: ¡Acuérdate de mí, Señor, en tu reino!» (Liturgia Bizantina. Anaphora Iohannis Chrysostomi, Oración antes de la Comunión) 

1387 Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia (cf CIC can. 919). Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped.

Canon 919 § 1.    Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción sólo del agua y de las medicinas.


La comunión eucarística, 
fuente y cumbre de la vida cristiana. 
La preparación remota y próxima 
para recibirla dignamente.




         Cuando el Papa Juan Pablo II celebró sus bodas de oro sacerdotales, en el año1996, dijo que: “¡lo más importante y más hermoso para mí del hecho de que soy sacerdote por más de 50 años, es porque todos los días puedo celebrar la Santa Misa! La Eucaristía es el secreto de mi día. Me fortalece y llena de significado todas mis actividades de servicio a la Iglesia y a todo el mundo”.


    La Eucaristía debe ser el secreto de nuestras vidas: la fuente y cumbre de nuestra vida personal.
    Jesús está verdaderamente presente en la Eucaristía, y nos está esperando para nutrirnos y para fortalecernos en la vida cotidiana.

   Es necesario que cada persona se prepare convenientemente para su participación en la Misa y puede entrar más profundamente en la celebración Eucarística, para así recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo de manera más digna.

    Hay dos maneras interrelacionadas a través de las cuales fomentamos una digna recepción de la Comunión: mediante la “preparación remota” y la “preparación inmediata”.

    La primera está relacionada a cómo vivimos nuestra vida cristiana todos los días, e incluye: el hábito de la oración y de la lectura de las Sagradas Escrituras, el cumplir con fidelidad y amor los deberes y responsabilidades de nuestro estado de vida, el arrepentimiento diario de nuestros pecados y la participación frecuente en el sacramento de la Penitencia.

    La preparación inmediata se relaciona a como nos acercamos y participamos en la liturgia Eucarística­. En este punto es preciso resaltar ante todo, una actitud de recogimiento y oración antes de venir a la Misa, que incluye el esfuerzo por llegar a tiempo, para que así podamos preparar nuestras mentes y corazones para la Liturgia que nos convoca.

    Otro medio importante es el ayuno Eucarístico, es decir, el abstenerse de comidas y bebidas (con la excepción de agua y medicinas) por lo menos una hora antes de recibir la sagrada Comunión.

    A ello se suma el vestido adecuado — vestirnos de una manera que refleje nuestra reverencia a Dios — y una participación activa.

    Y todo esto “porque la celebración de la Eucaristía es la fuente y cumbre de toda la vida cristiana, nada es más importante que participar en la Misa con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestro cuerpo”.

    El regalo de Dios que se nos da en la Comunión debe ser seguido por un periodo de silencio y reflexión (acción de gracias), cuando “expresamos nuestro amor y gratitud a Jesús por su misericordia y bondad, pidiéndole que nos ilumine interiormente con el Espíritu Santo, para que podamos verdaderamente dar gloria al Padre con nuestras vidas”.

    “Que ninguno de nosotros jamás viole o abuse este sagrado misterio. Que siempre nos acerquemos a este sagrado misterio con la reverencia, admiración y amor debidos al Santo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, quien está entre nosotros y viene a habitar en nosotros, haciéndonos santos como Él mismo es santo”.


Como bibliografía para profundizar en este tema, recomendamos vivamente el documento de la Conferencia de los Obispos católicos de Estados Unidos llamado “Dichosos los invitados a la Cena del Señor” de noviembre de 2006. Dicho documento puede leerse en español en el siguiente enlace:



http://www.satodayscatholic.com/systems/images/blank.gif
/031607_ABes.aspx


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