Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

26 de diciembre de 2014

EN LA OCTAVA DE NAVIDAD: SAN ESTEBAN PROTOMARTIR

26 de diciembre

SAN ESTEBAN, protomártir


La pintura "Martirio de San Esteban" de Juan de Juanes (1560) muestra al santo con dalmática, que ora al Señor mientras es lapidado.
y al fondo se observa a Saulo cuidando las vestiduras de los verdugos.



Esta fiesta nos recuerda que no es fácil seguir a Cristo. Podría resumir el evangelio en estas verdades:

1- Fácil es seguir a Cristo cuando todo es fácil, risueño, exitoso.
2- Difícil es seguir a Cristo cuando hay dificultades, persecución, incomprensiones, difamación, calumnia, noches oscuras...como le pasó al diácono Esteban, que murió mártir, apedreado y cuya espléndida narración la encontramos en Hechos de los apóstoles capítulo 6.
3- ¿Por qué Esteban tuvo la fuerza para dar la vida por Cristo y perdonar a los que le apedrearon?

- por ser un hombre de oración y del Espíritu: tenía su mirada puesta en el cielo, no en la tierra.
- por haber asimilado ese mandamiento del amor, que Cristo nos enseñó con su palabra y con su propia vida. También Cristo en la cruz dijo: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen". Esteban dijo las mismas palabras.

Aprendamos de san Esteban esta lección del amor que sabe perdonar, y también a saber defender la verdad de Cristo, aunque esto nos cueste la vida.
Lectura de los Hechos de los apóstoles     6, 8-10; 7, 54-60

Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada «de los Libertos», como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra.

Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él. Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»

Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.

Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y al decir esto, expiró.

Coronados juntos, Pablo y Esteban,
por el humilde Rey de gloria

Comentario de San Fulgencio de Ruspe (467-532),
obispo en África del Norte

       Ayer celebramos el nacimiento temporal de nuestro Rey eterno; hoy celebramos el triunfal martirio de su soldado. Nuestro Rey, siendo la excelsitud misma, se humilló por nosotros; su venida no ha sido en vano, pues ha aportado grandes dones a sus soldados, a los que no sólo ha enriquecido abundantemente, sino que también los ha fortalecido para luchar invenciblemente. Ha traído el don de la caridad, por la que los hombres se hacen partícipes de la naturaleza divina. (…

       Así, pues, la misma caridad que Cristo trajo del cielo a la tierra ha levantado a Esteban de la tierra al cielo.

       Esteban, para merecer la corona que significa su nombre, tenía la caridad como arma, y por ella triunfaba en todas partes. Por la caridad de Dios, no cedió ante los judíos que lo atacaban; por la caridad hacia el prójimo, rogaba por los que lo lapidaban. Por la caridad, argüía contra los que estaban equivocados, para que se corrigieran; por la caridad, oraba por los que lo lapidaban, para que no fueran castigados. Confiado en la fuerza de la caridad, venció la acerba crueldad de Saulo, y mereció tener en el cielo como compañero a quien conoció en la tierra como perseguidor. La santa e inquebrantable caridad de Esteban deseaba conquistar orando a aquellos que no pudo convertir amonestando. Y ahora Pablo se alegra con Esteban, y con Esteban goza de la caridad de Cristo, triunfa con Esteban, reina con Esteban; pues allí donde precedió Esteban, martirizado por las piedras de Pablo, lo ha seguido éste, ayudado por las oraciones de Esteban.


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