26 de diciembre
SAN ESTEBAN, protomártir
La pintura "Martirio de San Esteban" de Juan de Juanes (1560) muestra al santo con dalmática, que ora al Señor mientras es lapidado.
y al fondo se observa a Saulo cuidando las vestiduras de los verdugos.
Lectura
de los Hechos de los apóstoles 6, 8-10;
7, 54-60
Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada «de los Libertos», como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra.
Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada «de los Libertos», como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra.
Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él.
Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la
gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces
exclamó: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de
Dios.»
Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se
precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de la ciudad,
lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven
llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: «Señor Jesús,
recibe mi espíritu.» Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz:
«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y al decir esto, expiró.
Coronados juntos, Pablo y Esteban,
por el humilde Rey de gloria
Comentario de
San Fulgencio de Ruspe (467-532),
obispo en
África del Norte
Ayer celebramos el nacimiento temporal de
nuestro Rey eterno; hoy celebramos el triunfal martirio de su soldado. Nuestro
Rey, siendo la excelsitud misma, se humilló por nosotros; su venida no ha sido
en vano, pues ha aportado grandes dones a sus soldados, a los que no sólo ha
enriquecido abundantemente, sino que también los ha fortalecido para luchar
invenciblemente. Ha traído el don de la caridad, por la que los hombres se
hacen partícipes de la naturaleza divina. (…
Así, pues, la misma caridad que Cristo trajo del cielo a la tierra ha levantado a Esteban de la tierra al cielo.
Así, pues, la misma caridad que Cristo trajo del cielo a la tierra ha levantado a Esteban de la tierra al cielo.
Esteban,
para merecer la corona que significa su nombre, tenía la caridad como arma, y
por ella triunfaba en todas partes. Por la caridad de Dios, no cedió ante los
judíos que lo atacaban; por la caridad hacia el prójimo, rogaba por los que lo
lapidaban. Por la caridad, argüía contra los que estaban equivocados, para que
se corrigieran; por la caridad, oraba por los que lo lapidaban, para que no
fueran castigados. Confiado en la fuerza de la caridad, venció la acerba
crueldad de Saulo, y mereció tener en el cielo como compañero a quien conoció
en la tierra como perseguidor. La santa e inquebrantable caridad de Esteban
deseaba conquistar orando a aquellos que no pudo convertir amonestando. Y ahora
Pablo se alegra con Esteban, y con Esteban goza de la caridad de Cristo,
triunfa con Esteban, reina con Esteban; pues allí donde precedió Esteban,
martirizado por las piedras de Pablo, lo ha seguido éste, ayudado por las
oraciones de Esteban.
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