SAN JOSÉ
GABRIEL BROCHERO, presbítero (1840-1914)
Gloria del clero argentino
Gloria del clero argentino
Invocamos
su intercesión por los sacerdotes de nuestro país,
para
que sigan la huella que dejó este gran cura cordobés,
austero, piadoso y cercano,
santo
orgullo de nuestro suelo.
En
este tiempo de Cuaresma,
el
recuerdo de su vida admirable,
nos
muestra la importancia de la “salus animarum” en la vida de la Iglesia.
Por
ese fin, no dudo en atender a los enfermos desde su juventud cuando la epidemia
del cólera en Córdoba.
Falleció
leproso y ciego.
ALGUNOS RASGOS DE SU VIDA ADMIRABLE
- Formado en una tradicional familia cordobesa rural, de fuerte raigambre cristiana, donde no había “ni lujos ni pereza”.
- Un criollo de ley (su chozno figura entre los que integraban el Cabildo abierto de la naciente ciudad de Córdoba en 1640). Conocía bien su querida tierra, donde siempre vivió.
- Arquetipo de recto sacerdote, que consagró su vida a su amada e inmensa Parroquia de San Pedro, en el Valle cordobés de Translasierra y la Pampa de Pocho.
- La impronta de su espiritualidad ignaciana, forjada en los Ejercicios Espirituales de los jesuitas: “contemplativo en la acción”, con un grado heroico de abnegación.
- Hombre de fe firme, con un profundo sentido sobrenatural de la vida: no le importaba “sufrir todo por la salvación de las almas”.
- Su inquebrantable confianza en la Providencia: “todo es obra de Dios, yo sólo soy un inútil siervo”
- Celoso pastor de almas, de trato amable, simpático y entrador.
- Inconmovible certeza de la fuerza de la gracia, que se trasluce en su apasionado e incansable ministerio sacramental.
- La atención a los enfermos, destacada desde su temprana juventud en la epidemia del cólera en la ciudad de Córdoba y hasta su fallecimiento “leproso y ciego”, digno final de su vida santa.
- Su permanente vida de oración, con el rezo del Rosario y del Breviario, muchas veces cabalgando en su mula por los inhóspitos parajes serranos. Su Misa diaria, “fuente principal de su sacerdocio”.
- Su trabajo como constructor de caminos, canales, acueductos, escuelas, mensajerías y capillas: obras que aún hoy causan admiración y que realiza para llevar a sus paisanos “hacia una noble vida cristiana”.
- Su predicación, con la chispa criolla que lo caracterizaba, impactaba en sus feligreses. Verdadera oratoria sagrada, salpicada con anécdotas y giros campechanos, con un estilo llano y asequible, sin buscar falsas demagogias o licuando las verdades de la fe en sentimentalismos vanos.
- Levantó en 1875 la enorme Casa de Ejercicios en Villa del Tránsito (100 metros de frente por 50 metros de fondo) en un pueblo de 1.500 habitantes. Y los fondos fueron todos de los propios pobladores pobres, haciendo trabajar a todos. Cuando tiró la primera piedra en un pozo de los cimientos dijo: “te jodiste, diablo. Caiga sobre la espalda de Satanás y la aplaste”
- Llevó a más de 40.000 hombres y mujeres a Ejercicios Espirituales de nueve días de silencio. Muchos eran paisanos cuatreros y redomones, acostumbrados al pillaje y al alcoholismo. Un diario masónico de la época decía: “Pocho está completamente distinto en pocos años: hay paz social, y la gente piensa en practicar buenas obras para alcanzar la vida eterna”
- Un periódico cordobés escribe en ese tiempo: “es admirable los bienes que el padre Brochero ha derramado en estos lugares, reformando malas costumbres, encaminando a hombres viciados por el bandolerismo, llevando a los paisanos al trabajo fecundo”
SAN JOSÉ GABRIEL
BROCHERO, presbítero
Ora pro nobis!
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