LA INUNDACIÓN
Una anécdota de una novela clásica
que nos muestra el valor infinito de la Misa.
que nos muestra el valor infinito de la Misa.
En
estos días de coronavirus, cuando casi hora
a hora nos llegan instrucciones diversas y hasta veamos los
templos cerrados, me he acordado de una
hermosa historia de ese buen párroco italiano Don Camilo, un clásico de la
literatura italiana.
En una de esas
edificantes novelas, se relata que, una vez más, se había desbordado el río Po, y
la aldea inundada del párroco don Camilo tuvo que ser abandonada.
Todos
marcharon menos el cura, que se trasladó a vivir a la torre de la iglesia. Allí, en su torre, él seguía tañendo las
campanas y celebrando la Misa a la hora de siempre, porque decía que
la gente, en la distancia, al escuchar las campanas, se sentiría reconfortada y
sabría que Dios seguía cuidando de cada uno. Y que la Misa tiene un valor
infinito (aún sin pueblo), ya que es la actualización del sacrificio de la
Cruz, que el sacerdote ofrece “in persona Christi”.
Una celebración
de la Eucaristía muy especial, él solo, y por todo su querido pueblo. Estarían lejos,
pero sabían que la Misa la celebraba su Párroco en su iglesia parroquial por
todos.
(tomado
del blog DE PROFESIÓN CURA
de D.
Jorge González Guadalix)
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