En este tiempo de Cuaresma/cuarentena,
la Iglesia canta
en las Laudes matinales del martes de la IV Semana de Cuaresma
un sublime poema que pareciera escrito para estos días.
la Iglesia canta
en las Laudes matinales del martes de la IV Semana de Cuaresma
un sublime poema que pareciera escrito para estos días.
UNA VIÑA, UN LAGAR, FRUTOS AMARGOS, VINO DE EXCELENCIA
Edificaste una torre
para tu huerta
florida;
un lagar para tu
vino
y, para el vino,
una viña.
Y la viña no dio
uvas,
ni el lagar buena
bebida:
sólo racimos amargos
y zumos de amarga
tinta.
Edificaste una
torre,
Señor, para tu
guarida;
un huerto de dulces
frutos,
una noria de aguas
limpias,
un blanco silencio
de horas
y un verde beso de
brisas.
Y esta casa que es
tu torre,
este mi cuerpo de
arcilla,
esta sangre que es
tu sangre
y esta herida que
es tu herida
te dieron frutos
amargos,
amargas uvas y
espinas.
¡Rompe, Señor, tu
silencio,
rompe tu silencio y
grita!
Que mi lagar
enrojezca
cuando tu planta lo
pisa,
y que tu mesa se
endulce
con el vino de tu
viña. Amén.
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