EVANGELIUM
VITAE
El
25 de marzo de 1995 San Juan Pablo II
publicaba una de sus más importantes
documentos:
la Carta Encíclica Evangelium Vitae (El Evangelio de la Vida)
Hoy se cumplen veinticinco años
de este maravilloso regalo del Magisterio
de la Iglesia.
Y cada línea conserva su actualidad, con párrafos proféticos
En
este día que celebramos la Encarnación del Señor,
en un contexto de gran
preocupación por la vida humana,
resulta significativo recordar este importante documento papal.
resulta significativo recordar este importante documento papal.
Escribe
el Papa en esta Encíclica:
“Hoy el anuncio del
valor y el carácter inviolable de toda vida humana desde su concepción y hasta
su muerte natural es
particularmente urgente ante la impresionante multiplicación y agudización de
las amenazas a la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando
ésta es débil e indefensa.
A las
tradicionales y dolorosas plagas del hambre, las enfermedades endémicas, la
violencia y las guerras, se añaden otras, con nuevas facetas y dimensiones
inquietantes.
Ya el Concilio Vaticano II, en una página de
dramática actualidad, denunció con fuerza los numerosos delitos y atentados
contra la vida humana. A treinta años de distancia, haciendo mías las palabras
de la asamblea conciliar, una vez más y con idéntica firmeza los deploro en
nombre de la Iglesia entera, con la certeza de interpretar el sentimiento
auténtico de cada conciencia recta:
« Todo lo
que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los
genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario; todo lo que
viola la integridad de la persona humana, como las mutilaciones, las torturas
corporales y mentales, incluso los intentos de coacción psicológica; todo lo
que ofende a la dignidad humana, como las condiciones infrahumanas de vida, los
encarcelamientos arbitrarios, las deportaciones, la esclavitud, la
prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; también las condiciones
ignominiosas de trabajo en las que los obreros son tratados como meros
instrumentos de lucro, no como personas libres y responsables; todas estas
cosas y otras semejantes son ciertamente oprobios que, al corromper la
civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes
padecen la injusticia y son totalmente contrarios al honor debido al Creador ».
Por desgracia, este
alarmante panorama, en vez de disminuir, se va más bien agrandando. Con las
nuevas perspectivas abiertas por el progreso científico y tecnológico surgen
nuevas formas de agresión contra la dignidad del ser humano, a la vez que se va
delineando y consolidando una nueva situación cultural, que confiere a los
atentados contra la vida un aspecto
inédito y —podría decirse— aún más inicuo ocasionando ulteriores y
graves preocupaciones: amplios sectores de la opinión pública justifican
algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad
individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino
incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con
absoluta libertad y además con la intervención gratuita de las estructuras
sanitarias”. (E.V. 3)
Para leer esta Carta Apostólica completa en
su versión oficial:
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