Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

4 de enero de 2020

AL INICIAR OTRO AÑO CALENDARIO


TEMPUS FUGIT:
LA ORACIÓN DEL ÁNGELUS Y LA ETERNIDAD

    Cada mediodía la Iglesia nos invita a elevar la oración del ÁNGELUS, recordando la "plenitud de los tiempos". 
     Hubo un ser humano en quien estaba la plenitud, y esperaba: la Virgen María. Ella no corría, no miraba hacia adelante ni hacia atrás. La plenitud de los tiempos estaba en ella, nítido presente abierto a la eternidad, y esperaba. Y la eternidad se inclinó, el mensaje llegó, y la Palabra eterna fue carne en su seno purísimo.
    En el mediodía del día cristiano siempre renace el misterio del mediodía de la humanidad. A través de todas las épocas resuena la plenitud de los tiempos.
    Toda nuestra vida debería ser vecina de la eternidad. Siempre debería estar en nosotros la tranquilidad que está abierta a la eternidad, y que escucha. Pero la vida es intensa, inquietante, avasalladora, y la acalla. 
     Al menos deberíamos detenernos en el mediodía consagrado para el «Ángelus», y quitar lo que se abre paso, estar serenos y meditar -rezando- atentamente el misterio en el que «la Palabra eterna, cuando todo estaba en profundo silencio, descendió del trono real» –una vez en el hecho histórico externo, pero siempre renovado en cada alma.
     Que grandeza hay en el toque de la campana del Ángelus (hoy muchas veces silenciada) y que nos recuerda que nuestro tiempo humano es fugaz, y nos invita a levantar la mirada de la fe hacia la plenitud de los tiempos, como la aguja de cada torre-campanario.
     Y de este modo se puede -en ese momento de la oración meridiana en medio del mundo- saber que hemos sido creados para la eternidad...
     "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros..."

(Adaptado de un párrafo del libro "Los signos sagrados" de Romano Guardini)




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