Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

6 de agosto de 2017

LA MÍSTICA Y LA ASCÉTICA

La mística y la ascética

Reflexión acerca de un trabajo interior: 
el necesario camino de  purificación
P. Leandro Bonnin, Chaco




Rasqueteaba hoy el murito frente a la Capilla de Samuhu, bajo los rayos del precioso sol de la siesta, y para acelerar el paso del tiempo, me puse a filosofar.

Rasquetear o lijar a nadie le gusta. Es mucho más gratificante pintar, y visualizar al instante el cambio de color, aspecto o textura de la superficie trabajada.

Rasquetear y lijar, en cambio, es una tarea ingrata, porque es sucia, provoca molestias, te obliga a asumir algunas veces posiciones incómodas, te cansa, y sobre todo, porque parece al principio que más que embellecer,,, la superficie va quedando peor.

Rasquetear y pintar parece una pérdida, más que una ganancia.

Y sin embargo, sin esa previa agotadora labor, el mejor látex se desperdicia, no logra su cometido, corre el riesgo de formar sólo una capa exterior sin agarre. Capa que con facilidad puede desprenderse, y dejar al descubierto la fragilidad de una belleza... lograda sin demasiado esfuerzo.

Y créanme que entonces me acordé de las palabras que, hace más de dos décadas, escuché decir al padre Heraldo Reverdito, refiriéndose a algunas espiritualidades católicas: "hay algunos que quieren llegar a la mística sin pasar por la ascética"

Porque para alcanzar la transformación en Cristo es necesario pasar también por una etapa previa, más difícil, más costosa, de renuncias, donde aparentemente "perdemos" y nos "afeamos". Etapa indispensable en nuestro camino hacia la santidad, para que los dones de iluminación y deificación logren un arraigo generoso.

Alguno más letrado me dirá: "la mística precede a la ascética", y es verdad, porque el punto de partida "es el encuentro (místico) con una persona" (BXVI).

Pero también es cierto que nos cuesta y rehuimos al trabajo "sucio" de conocer nuestro defecto dominante, de mortificar los sentidos, de hacer ayuno, de renunciar a aquellos apegos que tarde o temprano nos alejarán del Señor.

Así, he visto en mí y en otros -siempre se ve mejor en otros- como algunos "cambios" en las personas, algunos "embellecimientos" de sus almas demasiado rápidos y demasiado "místicos", al no ser precedidos y acompañados por el camino voluntario de la purificación... se terminaban descascarando en poco tiempo, dejando al descubierto que la "pintura" o el "barniz" tan brillante que enceguecía... no estaba suficientemente penetrando la superficie.

Animate a rasquetear y lijar en tu corazón... pintá, y dejate pintar por Jesús... contemplá la belleza de las zonas ya terminadas, y entusiasmate, aunque se te llene el pelo de polvillo y te haga estornudar o te acalambres un poco... el resultado final es fabuloso!


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