El ejemplo sacerdotal
del Santo
Cura
Brochero:
formación clásica, buena
teología, certezas y celibato.
Reflexión de
monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para
un Mundo Mejor" (22 de octubre de 2016)
“Queridos amigos de Claves, nuestro programa está aquí en Roma, como se dan cuenta, y estamos junto con muchos obispos argentinos, muchos sacerdotes y muchos fieles para participar de la canonización del Cura Brochero y de otros seis santos más que el Papa Francisco elevará al sumo honor de los altares”.
“El caso del Padre Brochero para nosotros es muy significativo porque será llamado desde ahora el Patrono del Clero Argentino y pienso que es necesario tener una interpretación correcta de lo que fue la personalidad y la obra del padre José Gabriel Brochero. Y se me ocurre, sobre todo, subrayar su formación. La formación de Brochero era una formación clásica y yo lo asimilaría a la formación que recibió San Juan María Vianney, el Cura de Ars. Después del Concilio de Trento, prácticamente, se uniformó la formación sacerdotal en la Iglesia que era bien clásica acerca de las verdades de la fe y una entrega total al servicio del ministerio sacerdotal”.
“El ministerio sacerdotal no era solamente hacer puentes y caminos sino que era, primeramente, llevar a los hombres a Cristo y eso es lo que hizo el Padre Brochero. Lo otro lo hizo de yapa en realidad. Por eso me parece muy importante subrayar esa formación clásica de Brochero como hombre de Dios, con una buena teología en la cabeza y él la teología la traducía al lenguaje de los criollos como corresponde y como tratamos de hacer todos traduciendo las enseñanzas del Señor a la gente con la cual hablamos. El Padre Brochero, en ese sentido, fue un extraordinario precursor y nos ha dado un camino. Claro a la gente del centro porteño no le vamos a hablar como le hablaba él a los criollos de la sierra. Ahí se ve la característica programática de Brochero”.
“Y otra cosa que desearía comentar: ¿Brochero hubiera podido hacer esa obra que hizo si hubiera sido casado, si hubiese tenido que cargar con mujer e hijos? Y digo esto porque ahora hay, en la Iglesia, una corriente que promueve la ordenación sacerdotal de los que llaman “viri probati”, es decir varones probados. Así como hay diáconos permanentes se habla de sacerdotes o presbíteros permanentes y la objeción que yo pongo es esta: ¿Qué podría hacer ese sacerdote que además tiene que ocuparse de su familia o no se ocuparía de su familia? ¿Quién va a pagar los gastos que significa mantener una familia? ¿La Iglesia o él con su trabajo?”.
“Les digo esto anticipándome a algo que seguramente vendrá y sé que en algunos países se está discutiendo esto y con argumentos que me parecen un poco absurdos. Ejemplo: lugares de la Iglesia donde hay muy pocos sacerdotes pero hay muchas congregaciones misioneras y, entonces, el Obispo del lugar puede llamar a algunas de ellas y verán como encuentran trabajadores para la mies”.
“Brochero no era un “vir probatus” sino que era un hombre célibe y entregado totalmente a Jesucristo en la castidad perfecta y por eso pudo hacer lo que hizo pues sino no se hubiera podido entregar plenamente, como lo hizo, al pueblo de Dios”.
“Por eso en mi comentario de hoy quisiera destacar esos dos aspectos: la formación que recibió el santo Cura Brochero, una formación clásica en las verdades de la fe, con certezas bien claras y lo remarco porque hoy hay gente que dice que no son necesarias las certezas y sí son necesarios. El hombre de hoy, la mujer de hoy, cada vez más necesita certezas porque muchas veces está desconcertado, está perdido. Esta cultura que ha reemplazado a Dios por el hombre deja precisamente al hombre en el vacío y esas certezas que el padre Brochero aprendió en el Seminario, esas devociones, sus devociones populares y demás es lo que ha hecho su vida ministerial. Y, segundo, como insisto, el celibato que le permitió entregarse al Señor en cuerpo y alma y haya podido gratuitamente servir al pueblo de Dios”.
“Para nosotros es una gran alegría estar aquí en Roma y será también una gran alegría que la figura del santo Cura Brochero ilumine la formación de las futuras generaciones sacerdotales de la Argentina. Hasta la próxima”.
+ Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata
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