LA OBEDIENCIA DE LA FE
En estos días previos a la Navidad
la Iglesia presenta a la Virgen María, Mater Dei,
como ejemplo de la “obediencia de la fe”.
El Catecismo de la Iglesia Católica
tiene párrafos sublimes al respecto
(CEC
143-149, 494, 2087)
La Mater Dei, modelo de obediencia de la fe
143 Por la fe, el hombre
somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el
hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5).
La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a
Dios que revela (cf. Rm 1,5; 16,26).
ARTÍCULO 1
CREO
144 Obedecer (ob-audire) en
la fe es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está
garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo
que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen María es la realización más
perfecta de la misma.
Abraham, «padre de todos los
creyentes»
145 La carta a los Hebreos, en el
gran elogio de la fe de los antepasados, insiste particularmente en la fe de
Abraham: «Por la fe, Abraham obedeció y salió para el lugar que había de
recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba» (Hb 11,8;
cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivió como extranjero y peregrino
en la Tierra prometida (cf. Gn 23,4). Por la fe, a Sara se le
otorgó el concebir al hijo de la promesa. Por la fe, finalmente, Abraham
ofreció a su hijo único en sacrificio (cf. Hb 11,17).
146 Abraham realiza así la
definición de la fe dada por la carta a los Hebreos: «La fe es garantía de lo
que se espera; la prueba de las realidades que no se ven» (Hb 11,1).
«Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia» (Rm 4,3;
cf. Gn 15,6). Y por eso, fortalecido por su fe , Abraham fue
hecho «padre de todos los creyentes» (Rm 4,11.18; cf. Gn 15,
5).
147 El Antiguo Testamento es rico
en testimonios acerca de esta fe. La carta a los Hebreos proclama el elogio de
la fe ejemplar por la que los antiguos «fueron alabados» (Hb 11,
2.39). Sin embargo, «Dios tenía ya dispuesto algo mejor»: la gracia de creer en
su Hijo Jesús, «el que inicia y consuma la fe» (Hb 11,40; 12,2).
María : «Dichosa la que ha creído»
148 La Virgen María realiza de la
manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y
la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que «nada es imposible para
Dios» (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su
asentimiento: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).
Isabel la saludó: «¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Por esta fe todas las
generaciones la proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48).
149 Durante toda su vida, y hasta
su última prueba (cf. Lc 2,35), cuando Jesús, su hijo, murió
en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el «cumplimiento» de la
palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más
pura de la fe.
"Hágase en mí según tu Palabra
..."
494 Al anuncio de que ella dará a
luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del
Espíritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), María respondió por "la
obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que "nada hay
imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí
según tu palabra" (Lc 1, 37-38). Así, dando su consentimiento
a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo
corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera,
se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para
servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la
Redención (cf. LG 56):
«Ella, en efecto, como dice san
Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de
todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en su
predicación, coincidieron con él en afirmar "el nudo de la desobediencia
de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta
de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con Eva, llaman a
María "Madre de los vivientes" y afirman con mayor frecuencia:
"la muerte vino por Eva, la vida por María"». (LG. 56; cf. Adversus
haereses, 3, 22, 4).
La fe
2087 Nuestra vida
moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor. San Pablo habla
de la “obediencia de la fe” (Rm 1, 5; 16, 26) como de la primera
obligación. Hace ver en el “desconocimiento de Dios” el principio y la
explicación de todas las desviaciones morales (cf Rm 1,
18-32). Nuestro deber para con Dios es creer en Él y dar testimonio de Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario