Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

20 de septiembre de 2019

EL RELATIVISMO ES EL NUEVO ROSTRO DE LA INTOLERANCIA


SANTO TOMÁS DE AQUINO FRENTE A LA DICTADURA DEL RELATIVISMO

Ponencia del Dr. Hugo Verdera en la XLIV Semana Tomista de Buenos Aires en la UCA el jueves 12 de septiembre de 2019,
donde expresa la necesidad imprescindible de volver a la obediencia y a la defensa de la fe en un mundo dominado por la "dictadura del relativismo".



1.              Introducción: “Verdad y misión de la Iglesia”

En el capítulo 17 del Evangelio de San Juan, se relata la “oración sacerdotal de Nuestro Señor Jesucristo”, al final de la última Cena. El Salvador se dirige, primero al Padre en un diálogo emocionado y emocionante, en el cual ofrece como Sacerdote, su sacrificio inminente, su Pasión y su Muerte. En segundo lugar, el Divino Maestro ruega por sus discípulos, a los que envía al mundo a proclamar la obra de redención que va a consumar.

Así, Jesucristo ha rogado por Sí mismo; ahora ruega por sus Apóstoles, que tendrán la misión de continuar la obra redentora en el mundo. Y expresa contundentemente la esencia de la misión: “haz que ellos sean completamente tuyos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad. Yo los he enviado al mundo como tú me enviaste a mí. Por ellos yo me ofrezco enteramente a ti, para que también ellos se ofrezcan a ti por medio de la verdad”.

El mandato del Redentor se centra esencialmente, en la “santificación en la verdad”. Dice el Crisóstomo: “santifícalos en la verdad”, es decir, hazlos santos por donación del Espíritu Santo y la sana doctrina, porque los santos preceptos de Dios instruyen y santifican el alma”.

El Magisterio de la Iglesia ha señalado en Santo Tomás la plena realización de esta oración hecha por el Divino Maestro en los últimos momentos antes de su Pasión. Y lo ha hecho el magisterio por ser Santo Tomás “el maestro de la verdad”. Y debemos enfatizarlo, de la “verdad católica”

Es hoy una realidad que, como señalaba Anselmo de Canterbury, “unos pocos solamente piensan en la verdad depositada en el ser de la cosas” (1).

Y hoy es tan real, tan patente, que se ha ido instaurando un absolutismo de las valoraciones subjetivas, que conforman una «dictadura del relativismo», que rotunda y reiteradamente denunciara Benedicto XVI.

Así, siendo Cardenal, consideraba al relativismo como el problema esencial para la vivencia de la fe en nuestra época (2); “el desafío más grande para la cultura actual” (3) y el “nuevo rostro de la intolerancia”, conformándose así una verdadera “dictadura del relativismo” (4).

Despojar al hombre de su fe, es despojarlo de su futuro y de su eternidad. Al despojarle al hombre  --para el entonces Cardenal Ratzinger- el relativismo cuestionaba radicalmente a la capacidad de alcanzar la verdad para el hombre, afectándose así su condición de fundamento para la vida individual y social del hombre.

Frente a esta “dictadura del relativismo”, es indispensable consolidarnos en el hábito católico de la “clasicidad”, esto es, tener la firme constancia de no apartarse un ápice de lo tradicional, en el aprecio a la tradición católica, para vitalizarnos por el legado recibido, y así la Iglesia resplandecerá como casa del “Dios vivo, columna y fundamento de la verdad” (5).

Ante esta irrupción dictatorial del relativismo, la actitud auténticamente católica es la defensa de la verdad.

Como bien señala Monseñor Aguer, “también hoy en día, el maestro de la verdad católica –como se decía en el siglo XIII-, el profesor de religión, el predicador ministro de la Palabra y aun los fieles ilustrados, no pueden contentarse con una simple exposición de la doctrina, sin consideración de los errores contrarios que la oscurecen, de los prejuicios culturales que impiden su recta comprensión, del ambiente filosófico o más bien ideológico que se va tornando hegemónico en la opinión general. Es preciso elaborar un ACOMPAÑAMIENTO APOLOGÉTICO DE LA DIFUSIÓN DE LA VERDAD y para eso estudiar el pensamiento contemporáneo, registrar sus puntos de acuerdo o de no oposición a la fe, para apoyarse en ellos y elaborar los argumentos racionales necesarios para desmontar los errores que la contradicen” (6).

2.              Santo Tomás de Aquino y la esencialidad de la verdad

Afirma el Doctor Angélico que, por su propia naturaleza, el hombre se halla esencialmente ordenado a la verdad, entendida “como la conformidad entre el entendimiento y las cosas; de aquí que conocer esta conformidad es conocer la verdad”.

Hay que pensar la verdad y decir lo que se piensa a quien pueda aprovechar.

La verdad es la realidad de las cosas. De ahí que sea fundante del conocimiento intelectual verdadero, ya que a verdad en el entendimiento que juzga es “manifestativa y declarativa del ser” (7)

Santo Tomás de Aquino dice que la verdad es la adaequatio rei et intellectus. Adecuación de las cosas a su idea ejemplar en el entendimiento divino (verdad ontológica o trascendental); y adecuación del intelecto humano a la realidad de las cosas naturales (verdad lógica o del conocimiento).

Es decir, la verdad es la adecuación del pensamiento humano a la realidad de las cosas naturales, es decir las que tienen su causa en Dios.

Porque, como explica santo Tomás de Aquino, el entendimiento que es causa de las cosas, es su regla y su medida; pero el entendimiento humano toma su ciencia de las cosas naturales, las que él no ha creado, a diferencia de las artificiales que realiza un artífice; y así, la realidad de las cosas naturales es la regla y la medida del entendimiento humano; y por consiguiente la verdad del conocimiento humano sobre las cosas naturales consiste en que el entendimiento humano se adecue a dichas cosas.

Y la verdad es la adecuación del pensamiento a la realidad de las cosas naturales, puesto que la verdad en su fundamento originario es obviamente la realidad de las cosas naturales: ya se ha encargado Dios de hacer esa realidad.

Es correcto, por tanto, decir que la verdad es la adecuación del pensamiento a la realidad. Porque la verdad está principalmente en el entendimiento del que depende su ser, es la adecuación de las cosas al entendimiento del que dependen.

Las cosas naturales no dependen de nuestro entendimiento, sino que su ser depende del entendimiento divino. “La verdad consiste en la adecuación del intelecto y la cosa. Ahora bien, el entendimiento que es causa de las cosas, es asimismo su regla y su medida; mas, respecto al entendimiento que toma su ciencia de ellas, sucede todo lo contrario.

Por consiguiente, cuando las cosas son regla y medida del entendimiento, la verdad consiste en que el entendimiento se adecue a la cosa, y esto es lo que sucede en nosotros; pues de que la cosa sea o no sea, depende que nuestro pensamiento (opinio) y su expresión sea verdadero o falso. Pero cuando el entendimiento es regla o medida de las cosas, la verdad consiste en que las cosas se adecuen al entendimiento; como se dice que el artífice hace una obra verdadera, cuando concuerda con su idea artística (8).

Así, para el Aquinate, la verdad es la adecuación de las cosas a su idea ejemplar en el entendimiento divino (verdad ontológica o trascendental); y adecuación del intelecto humano a la realidad de las cosas naturales (verdad lógica o del conocimiento)

A este saber especulativo se involucra también, en el hombre, el saber operativo, es decir, el saber para actuar.

El magisterio de la Iglesia ha hecho suya esta verdad, y la ha enseñado como doctrina desde siempre.

Y a la doctrina de Santo Tomás de Aquino como la más acabada fundamentación teológica-metafísica de la cultura católica, formando parte del tesoro; así lo ha entendido siempre el Magisterio y la tradición católica.

En tres audiencias generales (9) , Benedicto XVI dedicó sus catequesis a Santo Tomás. Expresó que “incluso más de setecientos años después de su muerte, podemos aprender mucho de él”, destacando sobre todo el valor que Santo Tomás da a la razón y a su capacidad para alcanzar la auténtica verdad sobre el hombre (10)

En dicha catequesis de Benedicto XVI se refleja el altísimo concepto que Santo Tomás tenía de la persona humana, lo más perfecto que hay en toda la naturaleza y la actualidad de su enseñanza sobre el obrar humano y la ley natural, en la que se expresan las exigencias de nuestra condición.

Y expresa que “CUANDO SE NIEGA LA LEY NATURAL Y LA RESPONSABILIDAD QUE IMPLICA SE ABRE DRAMÁTICAMENTE EL CAMINO AL RELATIVISMO ÉTICO EN EL PLANO INDIVIDUAL Y EL TOTALITARISMO DEL ESTADO EN EL PLANO POLÍTICO” (11).

Pero resulta que estas conclusiones, basadas en el Evangelio y en el más auténtico Magisterio de la Iglesia, hoy son cuestionada e incluso rechazadas aún desde el mismo interior de la Iglesia. ¿Por qué?

3.              El proceso de rechazo de la verdad

Se da hoy día la prevalencia de una profunda desconfianza en las capacidades de la razón humana para conocer la verdad, resultado lógico de negarle a esa razón humana sus posibilidades de alcanzar el ser de las cosas, lo que conlleva a un constante cuestionamiento de la verdad.

No se acepta, en la teoría y en la práctica común, que la verdad sea conocer lo que las cosas son, conocer el ser de las cosas. Dicho escolásticamente, que la verdad sea la adecuación entre el entendimiento y la cosa.

Se ha dado, pues en esta postmodernidad, un “oscurecimiento o eclipse de la verdad”. Esto explica el auge del “relativismo ético”, consecuencia propia del “relativismo cognitivo”, que avanza en la estructura socio-política, adquiriendo características de “único pensamiento correcto”, y que va a derivar, en su lógica férrea interna, en una auténtica “dictadura del relativismo”, como vimos que Benedicto XVI caracterizaba a la actual situación que vivimos (12), afirmando que “hoy se trata de crear la impresión de que todo es relativo (…) Pero la Iglesia no puede callar el espíritu de la verdad. No caigamos en la tentación del relativismo…”.

De este modo la modernidad proclama una total autonomía con independencia de la Revelación. Así, culmina desconociendo a Tomás de Aquino y separando la cultura de la catolicidad.

Por eso, San Juan Pablo II enfatiza que lo católico será paulatinamente reducido a un culto y obligado a habitar exclusivamente en la individualidad de la conciencia. Y comienza a consolidarse la secularidad, que alcanza su más elevada expresión en la reforma protestante y el nominalismo, vaciando la metafísica del fundamento de lo real (13).

Y tres años antes, en una entrevista, denunciaba que “hoy realmente se da una dominación del relativismo. Quien no es relativista parecería que es alguien intolerante. Pensar que se puede comprender la verdad esencial es visto ya como algo intolerante. Pero en realidad esta exclusión de la verdad es un tipo de intolerancia muy grave y reduce las cosas esenciales de la vida a un subjetivismo”.

Así, como señalamos en otra ocasión, “la pretensión hegemónica de imposición del relativismo, se consolida en una cultura que se ufana de lo progresista, lo cambiante, lo efímero; pues bien, en una cultura que por esencia rechaza lo dogmático, se pretende sostener como dogma máximo la “dictadura del relativismo”. Todo es relativo, esa es la única verdad inconmovible que se acepta. Y la Iglesia Católica, en su misión de anunciar y enseñar auténticamente la Verdad, que es Cristo, no puede permanecer indiferente frente a
la realidad de esta crisis” (…) “las ideologías fundamentadas en el agnosticismo, el escepticismo o el relativismo, que al negar la capacidad de la razón humana para conocer la verdad; al afirmar que no existe una verdad objetiva válida para todos los hombres, sino que la verdad es un producto construido en cada momento histórico, imponiendo la mera opinión (doxa) de cada uno como eje rector de la vida individual y social, concluye en la imposición de un totalitarismo de alcances extraordinarios” (14).

Ante esta “irrupción de este relativismo agresivo”, Benedicto XVI enfatizó que “precisamente a causa de la influencia de factores de orden cultural e ideológico, la sociedad civil y secular se encuentra hoy en una situación de desvarío y confusión: se ha perdido la evidencia originaria de los fundamentos del ser humano y de su obrar ético, y la doctrina de la ley moral natural se enfrenta con otras concepciones que constituyen su negación directa”. Y así predomina “una concepción positivista del derecho”, al sostenerse que “la mayoría de los ciudadanos, se convierte en la fuente última de la ley civil”, abandonándose “la búsqueda del bien”, sustituyéndola por la búsqueda “del poder, o más bien, del equilibrio de poderes”.

Y “la raíz de esta tendencia se encuentra el relativismo ético, en el que algunos ven incluso una de las condiciones principales de la democracia…” (…) Pero, si fuera así, la mayoría que existe en un momento determinado se convertiría en la última fuente del derecho. La historia demuestra con gran claridad que las mayorías pueden equivocarse. La verdadera racionalidad no queda garantizada por el consenso de un gran número de personas, sino sólo por la transparencia de la razón humana a la Razón creadora y por la escucha común de esta Fuente de nuestra racionalidad” (15) .

Y ante este desafío Benedicto XVI señala la urgente necesidad de reafirmar “la obediencia a la verdad, que “debe 'castificar' nuestra alma y así guiar a la palabra recta y a la recta acción. En otros términos, hablar para buscar el aplauso, hablar orientándose a todo lo que los hombres quieren oír, hablar obedeciendo a la dictadura de la opinión común debe considerarse una especie de prostitución de la palabra y del alma”. Y esta «castidad» “consiste en no someterse a este estándar, a no buscar el aplauso sino la obediencia de la verdad” (16).

4.              Conclusiones: Crisis de la verdad y solución tomista.

El Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en la presentación de su libro “La Fuerza del Silencio”, expresó que “no es un misterio –y lo digo con gran sufrimiento–, que nuestro mundo moderno vive de hecho un alejamiento práctico de Dios”, y que , “aún más doloroso para mí es el CONSTATAR CÓMO ESTA SUPERFICIALIDAD, ESTA IMPIEDAD INJURIOSA HACIA DIOS Y HACIA LA PERSONA HUMANA HAYA ENTRADO TAMBIÉN EN LA IGLESIA», y que LA LITURGIA –a la que el Concilio Vaticano II llamó «fuente y culmen de la vida cristiana»– ES LA «QUE MÁS SUFRE POR LA REDUCCIÓN SECULARISTA QUE OCURRE TAMBIÉN DENTRO DE LA IGLESIA», agregando que “SE PIENSA QUE EL HOMBRE DE HOY PUEDE CREER MEJOR SI LE PROPONEMOS UNA FE que no se funda tanto sobre la Revelación de Cristo y la Tradición de la Iglesia, sino SOBRE LAS EXIGENCIAS DEL HOMBRE MODERNO, SOBRE SUS POSIBILIDADES Y MENTALIDAD». Y se pregunta: “¿ESCUCHAMOS HABLAR DE FE, VIDA ETERNA, COMUNIÓN CON LA PERSONA DE CRISTO, DE PECADO COMO RUPTURA Y REBELIÓN CONTRA DIOS EN NUESTRAS HOMILÍAS?» cuestionó.

O “se intenta quizá cancelar todos estos gestos que no parecen ‘comprensibles’ al hombre de hoy, sustituyéndolos con un río de palabras que transforman nuestras eucaristías más que en celebraciones, en grandes espectáculos, en cuyo centro hay un hombre cerrado en sus problemas y en sus criterios”, señaló.

Y en el libro próximo a aparecer, titulado The Day is Long Spent, escribe el Cardenal Sarah: “EUROPA PARECE PROGRAMADA PARA LA AUTODESTRUCCIÓN”. Y el problema que él ve es que Occidente “PARECE ODIARSE”, MIENTRAS LA IGLESIA CATÓLICA PARECE ESTAR EN MEDIO DE LA APOSTASÍA INTERNA.

Y todo este diagnóstico tiene su raíz en la “irrupción agresiva de la dictadura del relativismo”, aun en el mismo interior de la Iglesia.

Se hace pues imprescindible la urgente necesidad de “obediencia a la verdad”.

Y sin duda el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, “maestro de la verdad” se evidencia como una auténtica respuesta para enfrentar a la “dictadura del relativismo”, afincada en un humanismo secular, radicalmente anti católico.

 Cito nuevamente el Papa emérito Benedicto XVI, cuando siendo el Cardenal Ratzinger, decía que el Papa es el “abogado de la memoria cristiana”; “no impone desde fuera, sino despliega la memoria cristiana y la defiende” (17).

De ahí que el Magisterio debe confirmar la doctrina revelada, conforme a la tradición, conforme, en suma, a la memoria cristiana.

Frente a la pretensión de la “dictadura del relativismo, cabe aplicarle la sentencia del filósofo inglés Roger Scruton, de que “EL RELATIVISMO ES EL PRIMER REFUGIO DE LOS CANALLAS”.

Jueves 12 de septiembre de 2019
Hugo Alberto Verdera



NOTAS

1 Anselmo de Canterbury, Diálogos sobre la verdad, IX.

2 J. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia. El cristianismo y las religiones del mundo, 3ª ed., Sígueme, Salamanca 2005, pp. 105s.: “el relativismo ha llegado a ser el problema central para la fe en nuestra época.”

3 Ibíd., p. 75.

4 Así lo expresa en la Predicación en la Misa Pro eligendo Romano Pontifice del 18 de Abril del 2005: “El relativismo, es decir, dejarse ‘llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina’, parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos.”

5 1 Tim 3, 15.

6 Mons. Héctor Aguer, La actualidad de Santo Tomás, Homilía en la misa de inauguración del año académico en el Seminario Mayor “San José”, 7/3/2011)

7 Santo Tomás, De veritate, q. 1, art. 1.

8 Es decir, adecuación de las cosas a su idea ejemplar en el entendimiento divino (verdad ontológica o trascendental); y adecuación del intelecto humano a la realidad de las cosas naturales (verdad lógica o del conocimiento).

9 Cf. Audiencias Generales de los miércoles 2, 16 y 23 de junio de 2010.

10 Audiencia General del 16 de junio: “Santo Tomás nos propone una visión de la razón humana amplia y confiada: amplia porque no se limita a los espacios de la llamada razón empírico-científica, sino que está abierta a todo el ser y por tanto también a las cuestiones fundamentales e irrenunciables del vivir humano; y confiada porque la razón humana, sobre todo si acoge las inspiraciones de la fe cristiana, promueve una civilización que reconoce la dignidad de la persona, la intangibilidad de sus derechos y la obligatoriedad de sus deberes”.

11 Ibíd. 12 Discurso dado en Cracovia el 26 de mayo de 2006.

13 Encíclica Fides et ratio, N° 45.

14 Hugo Alberto Verdera, “La crisis de la cultura católica, hoy», Disertación en la Semana Tomista, año 2017

15 Discurso del Papa Benedicto XVI Sobre la ley natural, ante los miembros de la Comisión Teológica Internacional el 5 de octubre de 2007.

16 Homilía de Benedicto XVI a los Miembros de la Comisión Internacional de Teólogos, 6 de octubre de 2006

17 Cardenal Joseph Ratzinger, Alocución en Dallas ante el Sínodo de los Obispos norteamericanos, en 1991, con el lema «Si quieres la paz, respeta la conciencia de todo hombre».








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