EL PREGÓN PASCUAL
Una obra cumbre de la
literatura y música sacra de la Iglesia
Cirio Pascual 2018 de la Basílica del Espíritu Santo en Buenos Aires
La interpretación
del Pregón Pascual, con la maravillosa melodía gregoriana, dispone
espiritualmente a la celebración litúrgica cumbre del año de la Iglesia, que es la solemne Vigilia Pascual.
Puede
ser útil escuchar una versión algo diferente, que elaboraron los monjes
argentinos benedictinos del Siambón en Tucumán, que tiene una leve
participación del órgano y algunas partes cantadas por varios monjes.
Tiene un
sentido de sacralidad excepcional.
Se puede escuchar en este enlace, y abajo seguir su lectura, con el texto escrito:
Pregón
Pascual,
Versión
benedictina, monasterio Cristo Rey
El Siambón,
Tucumán.
¡Qué
desborde de alegría la multitud de ángeles en los cielos!
¡Que se
celebre con grandísimo gozo los Sagrados Misterios!
Y por la
victoria de un Rey tan grande
Resuene
la trompeta de la salvación.
¡Alégrese
también la tierra inundada por tanta luz!
Y así,
alumbrada con el resplandor del Rey eterno,
Se vea
libre de la oscuridad que envolvía a todo el mundo.
Alégrese
también nuestra madre Iglesia,
Adornada
de luz tan brillante,
Y que
las aclamaciones del pueblo
Hagan
que este recinto retumbe.
El
Señor este con ustedes:
-Y con tu
espíritu.
Levantemos
el corazón:
-Lo
elevamos hacia el Señor.
Demos
gracias al Señor Dios Nuestro:
-Dárselas
es digno y justo.
Verdaderamente
digno y justo es, con todo el afecto del corazón y del alma,
Aclamar
con nuestras voces al Dios invisible,
Padre
Todopoderoso,
Y a
nuestro Señor Jesucristo, su Hijo unigénito.
El cual
pagó por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán
Y con su
sangre piadosa borró la sentencia de la antigua culpa.
ESTAS SON LAS FIESTAS PASCUALES,
en las
que es inmolado el verdadero Cordero,
Cuya
sangre consagra las puertas de los fieles.
ESTA ES LA NOCHE,
en la
que en otro tiempo,
Sacando
de Egipto a nuestros padres, los hijos de Israel,
Los
hiciste pasar a pie el Mar Rojo.
ESTA ES LA NOCHE,
que disipó
las tinieblas del pecado
Con el
esplendor de la columna de fuego.
ESTA ES LA NOCHE,
que por
todo el orbe, separa de los vicios del mundo
A
quienes creen en Cristo,
Los
arranca de las tinieblas del pecado, los devuelve a la Gracia,
Y los
une a la comunidad de los santos.
ESTA ES LA NOCHE,
en la
que destruyendo los lazos de la muerte,
Cristo
subió victorioso de los abismos.
Sí no hubiéramos sido así redimidos,
¿De qué nos valdría haber nacido?
¡Qué admirable es tu bondad con nosotros!
¡Qué inestimable la predilección de tu Amor!
Para salvar al esclavo,
entregaste
a tu Hijo.
¡Oh pecado de Adán!
Ciertamente necesario,
Que ha
sido borrado por la muerte de Cristo.
¡OH, CULPA FELIZ,
que nos
mereció semejante Redentor!
¡OH, NOCHE VERDADERAMENTE FELIZ!
Que
mereció ella sola,
conocer
el tiempo y la hora
en que
Cristo resucitó del sepulcro.
¡ESTA ES LA NOCHE!
De la
que estaba escrito:
“La noche resplandecerá como el día,
para iluminar mi regocijo”.
Por eso,
la santidad de esta noche
aleja
toda maldad, lava las culpas,
Y
devuelve la inocencia a los que han caído
y la
alegría al los afligidos,
Disipa
los odios,
restablece
la paz
y somete
los imperios.
En esta
noche de gracia,
recibe
Padre Santo,
como incienso
de la tarde,
La
ofrenda solemne de este cirio,
obra de
las abejas,
Que por
manos de sus Ministros,
te
presenta la Santa Iglesia.
Pero
conocemos ya lo que anuncia esta columna,
Que el
fuego rutilante enciende en honor de Dios.
Aunque
su luz es dividida,
su
claridad no disminuye,
pues es
alimentada por la cera derretida,
que la
madre abeja elaboró
para
material de esta antorcha preciosa.
¡OH NOCHE VERDADERAMENTE FELIZ!
Que
despojó a los egipcios
para
enriquecer a los hebreos.
La noche
en que el cielo se une con la tierra
y lo
divino con lo humano.
Por eso
Señor te rogamos
que este
cirio consagrado a tu Nombre
Arda
constantemente para destruir
la
oscuridad de la noche.
Y que su
luz, elevándose como perfume
a Ti
agradable,
Se
asocie a los astros del cielo.
Que el
lucero de la mañana
lo
encuentre aún encendido,
Aquel
lucero que no conoce el ocaso
Porque
Cristo volviendo de los abismos,
Resplandeció
sereno para el género humano.
Y ahora Señor te pedimos:
que concediéndonos
la paz en estas fiestas pascuales,
Nos
dirijas, gobiernes y conserves
con tu
asidua protección.
A
nosotros, a todo el clero, y al pueblo que te ama,
con
nuestro Papa Juan Pablo,
y con
todos los Obispos.
Mira también Señor a aquellos que nos gobiernan,
Dirige
sus designios hacia la justicia y la paz,
para
que, una vez pasados los afanes terrenales,
lleguemos
todos juntos a la Patria Celestial.
Por el
mismo Jesucristo, Señor nuestro e Hijo tuyo,
Que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
por los
siglos de los siglos.
Amén.
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